UN VASO MEDIO LLENO VS UN VASO MEDIO VACIO

1786 Words
Generalmente existen momentos en que todo llega al tiempo, como si de probarte se tratara. Justo en esta gran prueba me encuentro, con la realidad de Marco y la enfermedad de Andrea, mi vida simplemente se pone un poco más difícil, pero es justo aquí donde decidimos seguir o abandonar todo lo que hemos luchado. Yo decido seguir, siempre lo haré, pero no sin antes huir a un bar y solo por una noche ahogar todas las penas que cargo en el pecho, ya luego de esta noche volveré a luchar sin descanso, ya luego, luego seguiré de hierro. Me despido de Andrea que esta ensimismada en su computadora, es fin de mes y siempre se complican las cosas para estos días, con mil pagos y facturas, proveedores y empleados, y todo eso lo audita ella junto a contabilidad, así que por hoy solo pasaré de largo con mi mano estirada para que apenas perciba mi saludo y no se enoje por desconcentrarla. Subo al auto y la idea del bar y la noche loca me sigue rondando, sé que existe un sitio cerca de aquí, lo he oído en algún lugar, pero ahora no recuerdo donde, sin embargo, por alguna razón tengo muy presente las indicaciones de la ubicación. Decido dejar el auto en la oficina, así que salgo de él y me dispongo a caminar, la oscuridad, el silencio y la soledad comienzan a mover entrañas y pienso en mi madre, en mi Luz que descansa en algún lugar armonioso fuera de este triste y patético mundo, gracias al creador ella no pudo ver la desdicha de su hijita, por que sufriría aún más de lo que lo hago yo. Tres cuadras más tarde logro divisar en una esquina la entrada del tan nombrado bar, pero que aún no recuerdo donde lo escuché, apresuro el paso por que en mi boca se siente el deseo de probar alguna bebida que involucre vodka, ron o ginebra. Lo sé es tan raro este deseo de beber, pero no es por mucho un problema, es simplemente que por un momento de mi vida puedo jugar a no ser quien soy y mezclarme con la multitud mientras me olvido de todo lo que ha pasado. Tomo asiento en la mesa más apartada de la entrada, siempre he sido así, no solo en un bar, a los que nunca frecuento, también lo hago en restaurantes, en el salón de clases, en conferencias, siempre ocupo el lugar más alejado de la entrada, y es patético ahora que lo pienso, porque si se incendiara el lugar probablemente sería la última en salir y por consiguiente la primera en morir. Una mesera con un traje extraño camina hacia mí, es una joven muy bella de ojos verdes, con un vestuario un poco pintoresco, es obvio, ya que el bar tiene este estilo de duendes, ya saben los pequeños hombrecillos verdes, con el popular gorro y el trébol de 4 hojas. -       Bienvenida al Hogar del duende ¿Deseas algo en especial? Por supuesto, ese era el nombre, no es posible que se llame de otra manera. -       Un trago por favor, de la mejor combinación de vodka, ron o ginebra. La joven me sonríe y se retira meneando su muy verde minifalda, indago un poco el lugar y trato de encontrar entre las personas un rostro conocido, nada. Continúo leyendo el menú muy verde que se encuentra sobre la mesa, hay variedad de entradas, todas de nombres muy figurativos, no se me antoja nada y sé que es malo, porque el trago y el estómago vacío no tienen buenos resultados, más aún con mi azúcar, pero esta noche es de soltarnos el cabello, y como dice Rene “Vamo a Portarnos Mal” Llego mi primer trago, una copa alta bordeada por lo que parece ser azúcar, con un líquido azul en su interior, una cereza al fondo con una hermosa y por supuesto verde sombrilla saliendo de él, se veía tan provocativo que no quise saber que bomba contenía, lo cierto es que lo bebí con una sed extrema y sentí como en mi cuerpo recorría el alcohol y desvanecía las memorias y el dolor. La joven de minifalda verde acerco a mi mesa una taza con maní y pasas, lo que fue muy gracioso teniendo en cuenta que soy ligeramente alérgica al maní. Con señas le sugerí que lo llevara de vuelta y me ofreció palomitas de maíz a lo que sonreí encantada, son mis favoritas. Seguí bebiendo por varias horas, mientras miraba un extraño concurso de dardos que se desarrollaba al frente de mi mesa, unos hombres bastante fornidos y sucios se turnaban para acertar en la ruleta y recibir su premio, una espumante y rebosante cerveza, se divertían en cantidad y era casi envidiable su tranquilidad, todos en este bar se conocían y se trataban con familiaridad y cercanía. Poco a poco los hombres iban abandonando el lugar y así pude notar que prácticamente era la única mujer cliente del sitio, al parecer era frecuentado solo por hombres, hombres grandes y sucios, llenos de pintura y cemento, creo que estos hombres son obreros de construcción, la idea me causa risa en este alcoholizado momento, porque sería muy malo e incómodo que me conocieran, río a carcajadas mientras los pocos clientes de la mesa de al frente me miran con lujuria. De repente la música cambia y se oyen notas de una salsa que llena mi cuerpo de energía, comienzo a bailar levantándome de la mesa hasta llegar a la pista, uno de los hombres de la mesa lujuriosa me mira con deseo y guiño un ojo para él, en este momento me importa muy poco el juicio y buen comportamiento, esta es mi noche, la noche de Antana. El hombre se acerca despacio, también parece alcoholizado lo que hará más facial las cosas, jamás en mi vida he bailado con un extraño, no es a lo que acostumbro, pero qué más da, el tipo aguanta su bailada, y por lo menos no está sucio como los otros, de más y no es obrero. Toma mis manos y rozo su cuerpo con sensualidad mientras muevo mis caderas para acoplarnos en los pasos de baile, armonizamos y seguimos bailando varias canciones más. La joven de minifalda roja, no, roja no, jajaja, verde, verde, como todo en este maldito lugar, nos trae nuestros tragos y tomamos un gran sorbo cada uno. -       ¿Quieres probar mi trago? - le ofrezco al apuesto bailarín. Él me sonríe y bebe de mi copa, sosteniéndola de mi mano -       Esta bueno, ¿verdad? Asiente y sonríe, dejamos las copas en la mesa y seguimos bailando. - ¿Quieres decirme tu nombre? - pregunta él, hasta ahora mudo, acompañante de baile. - Tany -Creo que así me llamo- ¿Y tú? -Eo- O, eso fue lo que oí -¿Eo? ¿Que nombre es ese? - Acerco mi boca a su oído para susurrarle, ya que la música ahora se siente más alta -Teo - ¡Ah, como Tany! creo que es un bonito nombre, me da igual como se llame. Ahora que lo veo de cerca, tiene unos labios gruesos, bien formados, que me invitan a besarlos, y como ebria, no me importa nada, lo haré. Me acerco a su boca y lo beso suavemente, obviamente él no pone resistencia y me besa también, es algo corto pero profundo, no fue romántico y eso está bien, porque esta no es una historia de amor. Nos sentamos en mi mesa y ordenamos otra bebida, la mesera nos explicó que el bar estaba a punto de cerrar así que sería nuestro último trago, Teo ordeno una botella para llevar, no sé de qué, tampoco oí bien, seguimos besándonos y el alcohol motivaba nuestros roces aún más. -Nos vamos- me dijo al volver de pagar las cuentas. - ¿A dónde quieres ir? Esa pregunta nunca me la hicieron, y no tenía idea de lo que debía responder -Quiero estar a solas contigo- le respondí mientras rodeé su cuello con mis manos y lo besé Tomo mi mano y yo mi bolso, salimos del bar y comenzamos a caminar, creo que iremos a pie hasta quien sabe dónde, en este momento mi conciencia no funciona de la mejor manera y mucho menos las alertas de peligro, podrán robarme o secuestrarme que creo que no lo notaré, o tal vez si, pero mañana, cuando me falte un órgano. Nos detuvimos en cada esquina para continuar besándonos, sus manos recorrían mis caderas y las mías su trasero, tiene un muy duro y voluptuoso trasero. Si no me voy al infierno por eso, creo que es en pago por tanto dolor. Seguimos caminando y ya no aguantaba mis botas, estaba muy cansada y el frio viento de la madrugaba entrecerraba mis ojos. - ¿Falta mucho? -No Tany, ya llegamos. Recuerdo ver una fachada gris, con varias ventanas y pensé en un hotel o un edificio de apartamentos, recuerdo entrar al ascensor y lanzarme sobre él para besarlo aún más. Sus manos ahora en todo mi cuerpo llenándome de  más deseo, luego recuerdo la cama, amplia y cómoda, realmente se veía todo muy blanco, por lo que deduje que estábamos en un hotel, los besos no pararon y poco a poco salimos de toda la ropa puesta, me recosté en la cama y sentía sus besos sobre mi cuerpo, lo oía mencionar que soy hermosa, y que mi cuerpo es perfecto, que mis curvas son adictivas y que jamás probo una mujer más dulce y con una piel más suave, por supuesto que nada era cierto, era obvio que sus intenciones eran las de consumar finalmente, así que sobraba tanta lambonería, yo también quería hacerlo. Abro los ojos de a poco porque mi cabeza es una bomba de tiempo, en cualquier momento vomito o, entro en coma, trato de ubicar el baño, pero no es necesario al ver un cubo al lado de la cama, lo tomo y deposito todo el licor de la noche en él, no logro dejar de vomitar, y esos son los pagos de una noche de extremos. Me recuesto sobre la cama para tomar fuerzas. Despierto, y creo que por fin recuperé la conciencia, me levanto despacio de la cama y veo el cubo al lado, por suerte no dormí sobre él. Recorro la habitación y en el televisor encuentro una nota adhesiva con una larga explicación. Salí muy temprano por mi trabajo, gracias por la noche y por darme el placer de conocerte, puedes quedarte el tiempo que desees, esta es mi habitación, déjame tú número ¿si? Me encantaría volver a verte.
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