Carter
–¡Puta madre! – exclamé.
–¿Qué?
–Perdí, otra vez.
Cody volvió a sonreír ante mi respuesta, dejé el control de la consola sobre la cama y me senté en mi silla gamer. Posé mi mirada en mi mejor amigo y vi que sonreía mirando su teléfono. Últimamente estaba distraído y solo se mantenía moviendo los dedos en la pantalla.
–¿Piensas contarme a quien le estas mandando fotos hot? – pregunté para llamar su atención. Levantó la mirada y me sonrió de oreja a oreja.
–No solo son fotos, son videos, corrígete– respondió burlón.
–¿Me dirás quién es? – presioné. Cody Bennet, un amante de la literatura, números, ciencia, historia, biología, física…, y muchas áreas más. Se convirtió en mi mejor amigo hace años atrás, pero todo tiene una historia desde nuestros abuelos, ay que ellos se conocieron en la facultad de medicina, luego nuestros padres se hicieron amigos, y por último nosotros nos conocimos y como si de una costumbre familiar se tratase, también nos convertimos en mejores amigos. La familia Wells y Bennet son conocidos gracias a nuestros abuelos, el mío es médico forense y de Cody, es médico cirujano.
–Laurie– respondió acomodándose las gafas de ver. Ummm, Laurie, la chica rubia que hacía de todo para pertenecer al grupo de amigas de Rebecca. Mierda, Rebecca.
–Mierda, mierda– dije apresurado palpando mis bolsillos de mi pantalón en busca de mi móvil.
–¿Qué pasa con ella? – preguntó el pelinegro dejando a un lado su celular.
–Había quedado con ella hace media hora en el cine, j***r, que lo he olvidado– respondí revisando mi teléfono, y efectivamente, se había enojado, tenía más de treinta mensajes y diez llamadas y es que solo a mí se me puede ocurrir dejar el móvil en silencio.
–Aun no comprendo por qué le dijiste que sí. Sabias que ella estaba flechada por ti desde hace años, pero también sabías que no sentías nada por ella, ¿qué fue lo que cambió?
Apagué el aparato que estaba en mis manos y me detuve analizar su pregunta. Sabía que Rebecca estaba buscando la mínima oportunidad para lanzarse a por mí. Había podido darme cuenta de las miradas y de todo lo que hacía para coincidir siempre en algunos eventos. La capitana de las animadoras de Bluter, sin lugar a duda tiene una belleza que nadie puede negar, su cuerpo parece tallado por los mismos dioses, sus ojos son calcomanía del color del océano. Pero había algo que no dejaba que me cautivase al completo, y no comprendía qué. Cualquiera podía dar lo que fuera para que aquella chica pose su mirada en un simple mortal. ¿Por qué acepté ser su novio? No lo sé, o tal vez sí. Tal vez el saber que Laurie López estuvo presente en ese momento escuchando y viendo todo, y que luego iría a contárselo a su grupo de amigas, las cuales incluía a la chica de las sombras, me había animado a decir que sí.
Maddie Josephine Higgins Foster, o como yo la empecé a llamar: chica de las sombras. La empecé a llamar así ya que, no entendía el porqué de su aislamiento, el porqué de su exclusión para todo lo que implicara convivir con más personas. Ella quizás no lo sabía, pero desde que la vi ganar el primer puesto a sus doce años, me había llamado la atención conocerla un poco. Cosa que no resultó tan bien, ya que llegó la adolescencia a mi vida, empecé a entrenar y someterme cien por ciento al básquet, las chicas empezaron a llegar por sí solas y retrasé mi misión con Maddie. No pude acercarme, conversar, y no pude si quiera ser su amigo.
Pero todo cambió cuando volví a tenerla cerca, muy cerca, demasiado diría yo. Poder ver de cerca sus espesas pestañas, sus rosados labios, poder aspirar su aroma. Había despertado una sensación extraña dentro de mí, algo que…, a mis diecisiete años, aún no lo había sentido.
–Quería darme la oportunidad de recibir la famosa etiqueta– decidí responderle a mi mejor amigo.
–¿El de ser novios? – preguntó burlón. Entrecerré los ojos al notar su sarcasmo.
–Digamos que sí, pero…, j***r, es demasiado, no llevamos ni un mes y quiere hacerse un tatuaje, ¡Un tatuaje!
–¡Madre mía! Que las has flechado hasta los huesos.
–Como digas, creo que la terminaré en cuanto la vea, j***r. Pero, ¿me dirás que te traes con Laurie?
Cody soltó un resoplido y se dejó caer en mi cama, cerró los ojos y volvió a levantarse.
–Somos…, bueno, estamos iniciando una relación.
Arquee las cejas al notar con que emoción había dicho: iniciando una relación. Ese brillo era extraño, y por más lindo que parezca, no podía dejar que se haga ilusiones con esa chica.
–Ok, déjame ver, ¿desde cuándo están saliendo?
Se mordió el labio nervioso, j***r, como detestaba que haga eso.
–Desde hace dos días.
Idiota.
–¿Cómo? No lo puedo creer, ¿desde hace dos días?
–¡No te burles!
–No me estoy burlando, pero mírate, estas…, ¿idiotizado? No, no puedes estarlo, llevan cuarenta y ocho horas. j***r.
–Joder, que se escucha más tiempo cuando lo dices en días, Carter.
–No me digas Carter– respondí levantando la voz. No me gustaba mi nombre, por eso había decidido empezar a tratar a todas las personas por su apellido, para que ellos me tratasen igual.
–Ese es tu nombre.
–Me importa una mierda. Solo quiero que sepas, que, temo que salgas lastimado. Nunca has tenido novia, ella sería la primera, ¡Laurie, sería la primera! Ya sabes lo que se dice de ella.
Laurie se había creado una fama para nada buena dentro del colegio, era aquella chica a la cual podías levantar con solo chasquear los dedos, y no solo lo decía yo. Había pasado por la mayoría del equipo. Menos por mí, ¿ok?
–Tío, eso no me importa. Es linda, y muy graciosa.
Puse los ojos en blanco al escucharlo.
–Sabes que solo serás uno más en su larga lista.
–Osh, que a veces te odio, no seré uno más, seré su futuro esposo.
Reí y le tiré lo primero que encontré, el control de la consola.
–Imbécil.
–Imbécil, tú– contra ataqué.
–Pero bueno, no te lo quise decir porque…, sabía lo que dirías, aún así, ¿puedes decir algo bueno?
Con una mano cogí mi mejilla y me hice el pensativo.
–Al menos aprenderás a folla– no terminé la frase y una almohada impactó mi cara–. ¡Dijiste que diga algo bueno!
–Pero no me refería a eso, idiota.
–Hey, un poco de respeto.
–Gilipollas.
–Cabrón.
–Hijo de
–Hey, hey, sin madres, por favor– aclaré antes que termine su frase y que mi puño acompañe su rostro sin acné.
–Tú empezaste.
Volqué los ojos y volví hasta la cama dejándome caer a su lado.
–Entonces…, ¿mi mejor amigo por fin tiene novia? – pregunté desbotonándome la camisa. Cody asintió sin mirarme.
–Te daré el beneficio de la duda.
–Oh por Dios, no seas imbécil, acabas de decir que ya llevan horas juntos.
–¡Son dos días! No lo digas en horas, j***r, se escucha poco.
–Es poco.
–Ya bueno, no terminaste de contarme lo que pasó con Maddie, ¿te he dicho lo muy inteligente qué es? Se sabe las capitales de países super extra desconocidos, j***r.
Tiré la camisa de cualquier forma en el suelo y me tumbé en la cama, pasé mis brazos por debajo de mi cabeza. Mirando al techo.
–Sí, me lo has dicho, y también lo sé– le recordé. Como si no supiera nada de ella, pensé–. Y nada, solo cruzamos unas cuantas palabras, que, in siquiera puedo catalogar como un buen inicio de amistad.
Cody giró la cabeza para mirarme y al final terminó tumbándose en la misma posición que yo. Para ser un nerd, era bastante majo y…, bien, diré que apuesto. Considero que ambos aportamos cosas buenas para el otro, él me ayuda a no quedarme sin cerebro, y yo…, cuido su físico y salud. Hace meses que ha dejado de fumar y es que a mí…, me afecta mucho si alguien fuma cerca. Quiero considerar un acto de amor toda su abstinencia.
–Tendrás ocho semanas para acercarte.
–Se escucha fácil.
–Es fácil.
–Ella no es igual a las demás y yo…, soy muy idiota.
–Al menos eres sincero.
Le doy una palmada en la frente y él ríe.
–¿Qué pensarán las chicas que el gran Carter Wells, lleva enamorado de una niña desde los ocho años?
–Nada, porque ellas solo quieren una cosa y yo sé mover los dedos y la lengua muy bien. ¿O no?
–Definitivamente que lo sabes– respondió soltando una carcajada super falsa
–Deja de hacer eso, j***r– gruñí ofendido.
–Es raro.
–¿El qué?
–Lo que nos está pasando, ambos sabemos que de santos no tenemos, pero ni los pelos de los huevos.
–Joder, que dejes de hablar así, ¿acaso no puedes compararlo con otra cosa?
–¿De la axila?
–Pasa, continua.
–Que es raro esto– exclama abriendo los brazos como queriendo mostrarme algo–. Es el último año y todo sucede rápido. Maddie ha sido tu amor platónico frustrado de toda la vida y ahora…, hasta llegaron a cruzarse, no sé, han pasado muchos años, en los cuales han podido hacerse cercanos, pero no, tenía que pasar en último año.
–Las mejores cosas suceden al final, ¿no?
–¿De dónde carajos sacaste eso? – respondió entre risas.
–¿Qué? ¿No lo dice algún filosofo o poeta de esos que te has leído? – pregunté indignado.
–Claro que no.
–Como sea, esto es algún regalo del cielo.
–Ya, pero ¿qué hay con Ethan? – chasqueé la lengua y fruncí el ceño al recordarlo.
–Es majo, pero…– me detuve para no soltar cualquier tontería.
–¿Pero?
–Vale, me molesta un poco.
–¿Qué este cerca de Maddie? ¿O qué esté jugando mejor que tú?
Le lancé una mirada censuradora y negué con la cabeza.
–Que la conozca de la manera en la que yo quisiera hacerlo.
Y bueno sí, Ethan y Maddie eran inseparables, no había visto amistad alguna, ambos celebraban los triunfos del otro y se ponían en prioridad. Ni siquiera podría comparar esa amistad con la que tiene Laurie y Maddie; la cual, es completamente distinta, incluso puedo atreverme a decir que es falsa, una amistad construida en arena, la cual, ante cualquier lluvia…, se la llevaría. Pero su mejor amigo, j***r, que hasta me daba envidia. Cuando empezaron a caminar juntos por los pasillos de la escuela, ir a fiestas juntos, a trabajar juntos. Me ardió al alma, porque él podía y yo…, solo miraba desde lejos, muy lejos, donde todos tenían que levantar la mirada y hacer méritos para llamar mi atención. Maddie era tan pequeña cuando la conocí, ahora ha cambiado tanto, que me fascina aún más.
–No pierdas la fe, mírame– se apuntó orgulloso–. Estoy con una chica rubia y hermosa, que, es mucho más que Rebecca, sin ofender, claro.
–Cada una tiene lo suyo– respondí levantándome.
–Para mí, Laurie es única, y nadie la igualaría. Así como pasa contigo y Maddie.
Sonreí y lo miré. No pensaba negarlo, ¿para qué lo haría? Si el c*****o pelinegro tenía toda la jodida razón.
–¡Carter! – gritaron interrumpiendo nuestra conversación.
–Mierda no– dijo Cody al escuchar la voz. Shelby.
–Será mejor que te escondas– le dije levantándome antes de que…–¡Abran, j***r! ¿Qué hacen poniendo seguro a la puerta? – empiece a gritar.
–Ya va, j***r.
Abrí la puerta y puse mala cara al verla con su diminuta ropa de dormir a las tres de la tarde.
–No pensaras entrar así– la advertí.
–¿Qué? Es de conocimiento público que mi padre se encuentra en su trabajo, por ende, nadie me puede decir qué hacer– hablaba mientras miraba a la nada, como si nadie le hubiese hablado y tuviese una conversación sola.
–Jódete.
–Jódete tú. – respondió dándose pasó a mi habitación– ¡Oh por Dios! ¡Mi bebé! – exclamó al ver a mi mejor amigo.
–No, no– empezó a decir él, y mi hermana no desperdició ni un segundo, ya que ya estaba colgada de su cuello.
–¡¡Te he extrañado, bebé!! – gritaba abrazándolo. Era una manía muy, muy irritable. Shelby es mi hermana de quince años y según ella, Cody ha sido su amor de toda la vida, por ende, ya está apartado para ella.
–Déjalo en paz, ya tiene novia– le comuniqué, ella se giró y su rostro, literalmente se entristeció, pero con una habilidad estupenda cambió de semblante. Ummm.
–¿Cómo que ya tienes novia? ¿Quién es? ¿Lo dices en serio? – empezó a preguntar bajándose del cuerpo de mi mejor amigo. Él asentía, pero algo en el ambiente había cambiado.
–Algo así. Después de todo ya no estoy apartado solo para ti– le dijo el c*****o.
Shelby empezó a retroceder con una sonrisa super rara en el rostro.
–Ni creas que me importa, al fin y al cabo, eras la segunda opción, la primera siempre será Noah– respondió moviendo los hombros coquetamente y saliendo de la habitación.
Sonreí, al escuchar el nombre de mi otro amigo, también pertenecía al equipo.
–Okey, ¿a qué vino eso? – preguntó Cody extrañado por la forma en la que había respondido.
Fruncí mi ceño y lo miré.
–¿No te das cuenta?
Bueno al parecer no, porque me miró más confundido.
–Su atracción hacía ti, se ha vuelto más fuerte, Cody Bennet. Shelby ya no tiene nueve años.
Le respondí volviendo la mirada por donde mi hermana había salido hace pocos instantes.