—¡Te gané! ¡Te gané! ¡Ahora voy a tener que comerte! —Pippa corrió hacia el agua con el abandono que solo los muy pequeños demuestran, y luego se volvió hacia nosotros, salpicándonos con agua.
—¡Ah! —chillé mientras gotas de agua fría penetraron mi camiseta.
—Perdóname —Adam sonrió—, tengo una preadolescente que hundir —con un solo movimiento practicado se despojó de su camiseta, se quitó las sandalias y corrió tras Pippa, gritando a su paso—. ¡Te voy a atrapar!
Pippa chilló mientras Adam la tomó en brazos y la llevó hasta que el agua le llegaba a la cintura.
—¿Estás lista para mojarte? —rió.
—¡No! ¡Papi! ¡Noooo! —chilló Pippa con una risa que realmente comunicaba “sí”.
Sus músculos se ondulaban bajo su piel bronceada por el sol mientras levantaba el bulto de chillidos, retorciéndose
