Capítulo 2

1824 Words
ABIGAIL Ahí estaba frente a una magnifica casa de un piso, había un patrio frontal en el que podía estacionar cómodamente mi auto, una cochera amplia y hermosa con la puerta corrediza color blanco. Un camino delgado se dividía hacia un lado y se dirigía a una puerta blanca, las paredes eran de un coral pálido, el techo era como una típica casa estadounidense con tejos, alrededor de la casa había un jardín hermoso bien cortado, casi como si alguien estuviese cuidado de esta casa abandonada. No era tan grande, pero para mí era más que perfecta. Había llegado a ese lugar hace como media hora y todavía no tenía el coraje de entrar, miraba las llaves y luego a la casa, y luego nuevamente a las llaves. No podía creer que esa casa me perteneciera, no podía creer que mi mamá me hubiera dejado algo, no podía creer que estaba en ese lugar para iniciar de nuevo. – ¿Todo bien? ¿estás perdida o algo? Mi mirada giró hacia el origen de la voz. Frente a mí se encontraba una chica aparentemente de mi edad, muy hermosa. Tenía un cuerpo curvilíneo, en forma, con caderas anchas y busto grande. Su melena larga y llena de hermosos rulos caían a un costado de su hermoso y pequeño rostro moreno. Cejas bien delineadas y cuidadas, ojos grandes color miel, labios carnosos y nariz pequeña, era una versión de barbie morena mejorada y de inmediato me sentí avergonzada. Me llevó años de terapia poder aceptarme como era, aun me costaba y me costaba no compararme con otras mujeres que eran mucho más hermosas que yo porque no era para nada el estándar de mujer. Cuando me veían la palabra chica normal no te venía a la cabeza. Era una chica grande, busto grande, caderas anchas, piernas gruesas, mi piel era blandita y para nada me gustaba hacer ejercicio. En segundo lugar, mis gustos no eran “normales” me encantaba la ropa negra, la ropa “dark” si es que le querían poner un nombre, cosas como cadenas, arneses y demás me volvían loca, la ropa común y rosa, no tanto. Sumando a eso mi cabello tinturado a veces morado, a veces verde, mis perforaciones en las orejas y en el labio, y mis dos tatuajes daban la impresión de “chica ruda, mala y rara”, cosa que no era así. Era una mujer normal con gustos diferentes, solo que otros no veían lo que yo. Y probablemente la hermosa mujer con la ceja alzada veía quizá a alguien extraño intentando robar una casa deshabitada. “buen inicio, Abi, buen inicio” – No, uhm…soy nueva por aquí, me estoy mudando y solo estoy observando mi nueva casa. La morena alzó las cejas en señal de sorpresa para luego fruncir el ceño y acercarse a mí. “ay no, ya va a discutir conmigo” conocía bien aquel lenguaje corporal, aquella chica no me creía. – ¿Tu nueva casa? ¿estas bromeando? En este pueblo solo viven los que nacieron aquí. Esta casa no es de tu propiedad, esta casa no se vende. Solté un suspiro, sabía que aquella actitud significaba problemas para mí, debí entrar cuando tuve la oportunidad. – Mira, no quiero problemas, he viajado por tres horas en carro y solo quiero entrar a mi casa a descansar. No tengo por qué decírtelo, pero esta casa es la que me dejó mi madre como herencia, no eres absolutamente nadie para decirme dónde puedo estar o no. Si no me crees no me importa, puedes conseguir y averiguar lo que quieras, así que, si ya terminaste con tu tonto interrogatorio, fuera de mi propiedad. La morena tan solo abrió los ojos con sorpresa y sin esperar más, saqué mi bolso del auto y me dirigí a la puerta de mi casa asegurándome primero de asegurar mi coche, ya entraría lo demás después. No esperaba entrar así a mi nueva casa, pero una vez estuve adentro, recién caí en cuenta. Estaba dentro de la casa que una vez fue de mi madre. Dejé caer la bolsa y observé lo que se desplegaba frente a mí, una hermosa sala comedor se levantaba, los muebles eran grandes, cuatro piezas rodeaban una mesa de centro, no había televisión, los adornos estaban cuidadosamente puestos en su sitio, los cuadros en las paredes. Detrás del juego de muebles había una mesa de ocho sillas, no reconocía los materiales, pero estaba casi segura que esa madera era de la resistente. Lo que me pareció extraño era que todo estaba puesto como si aun habitaran ese lugar, como si no hubiese sido abandonado por años. Con cuidado caminé y me dirigí a lo que eran las habitaciones. En total eran tres habitaciones y un baño, quién hubiese pensado que esa casa era más grande de lo que parecía. Una puerta de vidrio dirigía al jardín interior, pero luego vería esa parte de la casa. Me dirigí a ver las tres habitaciones y entré en la que se suponía era la cama principal. Como con la sala, todo estaba dispuesto como para que la usaran, las otras dos habitaciones estaban vacías. ¿acaso mi madre había hecho aquello? La cama, los muebles, todo era de mi gusto, incluso las mantas y sabanas lo eran. Con cuidado revise el armario, esperaba verlo lleno, pero ese sí que estaba vacío a excepción de un par de cajas apiladas, sí, imagínense lo grande quera ese armario. Lo primero que me llamó la atención era un cofre mediano muy parecido al joyero que tenía mi madre y que me sorprendió no encontrarlo cuando revisé sus cosas después que falleciera. Como sea, lo tomé y fui a sentarme a la cama. En cuanto lo abrí, el aroma familiar chocó con mi nariz y de inmediato las lágrimas llenaron mis ojos, cómo había extrañado ese olor, había pasado un año, pero era como si todo estuviera reciente. Parpadeé varias veces intentando aclarar mi visión. Mis manos temblorosas se movieron con torpeza dentro del cofre y encontraron un pequeño álbum de fotos, algunas joyas de mi madre y un sobre que decía “Para mi nena” Esa letra y esa dedicatoria era única en el mundo, podía reconocer esa letra donde fuera y ese apodo, solo una persona me llamaba así. Mi madre me había dejado una carta escrita a mano. Respiré varias veces y abrí la carta. Para mi nena: Cuando encuentres esta carta yo ya no estaré en este mundo y el abogado se habrá puesto en contacto contigo para notificarte lo que te dejé. Tal vez no sea mucho, pero te lo dejo con todo mi amor. Quería dejarte un lugar al que puedas llamar hogar y al que puedas acudir si alguna vez te sientes perdida. ¿tu sueño sigue siendo tener tu propia casa al que llamar hogar? Pues aquí puedes empezar si así lo deseas. Esta casa me la dejaron mis padres cuando murieron y quería que tu la tuvieras cuando yo ya no esté. Tal vez muchas preguntas estén llenando tu mente ahora mismo ¿Por qué no supiste que teníamos esta casa? ¿por qué decidí alquilar un departamento lejos de Arroyo grande cuando teníamos un hogar aquí? ¿por qué te alejé de tus abuelos y de tus raíces? Tal vez no lo sepas, pero tu naciste aquí al igual que yo, tuve que llevarte a otro lugar por diferentes motivos. Tal vez incluso estes molesta porque no te dije nada, pero solo quiero que sepas que tu eres lo más importante de mi vida y las cosas que he hecho solo son para poder protegerte. Incluso omití algunas cosas con el afán que no sufrieras ningún daño, pero parece que tarde o temprano debes enterarte de tu verdadera esencia. En nuestro pueblo encontraras personas que te ayudaran mucho, solo deseo que puedas encontrar un lugar al cual pertenecer, personas a las cuales llamar amigos de verdad, rezo para que puedas encontrar tu destino mi nena. Si, tal vez me equivoqué muchas veces, pero tú eres el regalo más grande que la diosa me podría haber dado y no me arrepiento nunca de haberte tenido en mi vida, mi pequeño pedazo de cielo, recuerda que te amo mucho, que siempre estaré cuidándote desde donde yo me encuentre. Recuerda la mujer fuerte y hermosa que eres, nadie debe hacerte menos porque tú eres digna de amar y ser amada. Te amo, mi nena hermosa. Con amor, mamá. Y eso fue todo, las lágrimas corrían salvajemente por mi rostro, el corazón me dolía, la garganta me dolía, en mi memoria estaban plasmadas los últimos días que pasé con mi madre, la última vez que vi sus hermosos ojos color café claro, su cuerpo dormido por días y días esperando a que este dejara de funcionar, su último suspiro en la madrugada más aterradora de mi vida, su olor inundando mi mente una y otra vez, su cuerpo inerte en la morgue esperando a ser trasladada, su piel aun cálida como si estuviera dormida. Recuerdos del funeral que yo organicé, del ataúd que yo elegí, de la ropa que escogí, de todos los arreglos que hice para ese día. Todo fue como un borrón en mi memoria, tan lejano, pero a la vez tan vivido, pasaban como imágenes que quería borrar, pero que a la vez quería que se quedaran porque eran el último recuerdo que tenía de mi madre, esa mujer fuerte que de un día para el otro fue debilitándose. Quería recordar todo, su risa, su voz, su mirada amorosa, sus abrazos, su aroma, quería encapsularlo todo en mi memoria porque temía que mientras más años pasaran más recuerdos se fuera de mi mente, porque la memoria era tan frágil como un pétalo de una flor. Recordé los primeros días, estaba adormecida, todo eso me parecía un sueño o una pesadilla más bien. Me negaba a salir, a comer, a ver y darme cuenta que el mundo seguía sin ella, la persona más importante para mí. Gracias a mis amistades pude salir de ese hueco, fue duro, pero lo conseguí, aunque guardaba todo el dolor dentro, aunque nada había cambiado, me repetía una y otra vez que ella no querría verme así, que ella querría verme realizada, que querría verme feliz. Ahí en esa cama, lloré como nunca había llorado, todo el dolor que guardé, todo salió. Lloré por su ausencia, lloré porque ya no quería ser más esa mujer fuerte que se presentaba segura de sí, ya no quería aparentar estar bien cuando todo el dolor me carcomía por dentro, por primera vez me tomé el atrevimiento de permitirme sentirme débil, de sentirme vulnerable. Y en el silencio de esa habitación me acurruqué en la cama abrazando una carta de mi madre, la última y única carta que tendría de mi madre hasta quedar dormida.
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