Y tras decir eso se introdujo en mi interior de una sola estocada. ¡Dios mío! Esa sensación de ardor con placer mezclándose. No era virgen, ya había tenido mis aventuras y así, pero nunca había sentido a alguien tan grande como él. Benjamín se detuvo el tiempo suficiente como para que mi cuerpo se acostumbrara a la invasión. Cuando subí su mirada no supe si era por mí que esperaba no hacerme daño o por él que estaba apretando los dientes con los ojos cerrados.
– Benjamín…
Solté un gemido y esos ojos oscuros se abrieron para fijarse en mí, no estoy segura qué vio, pero sus labios fueron a los míos con deseo, como si quisiera asegurarse que estaba ahí y que no me iría, como si quisiera marcarme una y otra vez. Mis gemidos salieron a flote cuando él empezó a moverse y supe que mis sospechas eran ciertas. Él no era suave, él tomaba y conquistaba, y yo estaba muy dispuesta a dárselo todo.
Su pene salió hasta la punta y se metió dentro mío de una sola estocada. –Tu.– Estocada –Eres– Estocada –Malditamente mía.– Estocada. –¡Dilo!!
Su mano tatuada fue a mi cuello, presionando deliciosamente en ese lugar y yo solo me contraje haciendo que Benjamín suelte un gemido. Su mirada sorprendida y luego su mirada llena de deseo me dijo que ese era mi fin. ¿escucharon hablar sobre morir a causa del sexo? Pues yo estaría feliz de irme con San Pedro si era así.
– Te gusta duro ¿verdad, gatita? Te ves tan blanda, tan frágil, pero te gusta que te den duro ¿no? ¿este coñito quiere la polla dura de tu dueño? ¿quieres que te machaque hasta que no puedas gritar más? ¿qué te haga correr mucho? Mierda, me estas apretando más…eres una gatita pervertida ¿no?
Yo solo pude gemir, si, tal vez era una pervertida. Desde que soy mayor me ha dado curiosidad por ese tipo de sexo, no al nivel de b**m, pero si un poco más duro que el sexo normal ¿qué se sentiría que te nalgueen? ¿o que te ahoguen un poco? Y ahora lo pude experimentar. No me avergonzaba, este sería sin duda el mejor sexo que habría tenido en mi vida y no me arrepentiría.
El dedo de Benjamín fue hasta mi clítoris y mientras me follaba, frotaba mi duro botón con fuerza y o sentí, quería hacer pis. Me removí intentando alejarme, pero él no me dejó, seguía machacando interior sin tregua.
– Ben…espera…yo, quiero…baño, quiero hacer pis.
La risa espesa y ronca me removió, ¿por qué no me dejaba ir? ¿Por qué se burlaba? No sabía cuánto iba a aguantar y mi desesperación por ir al baño se hacía más grande. Benjamín hizo lo contrario, me machacó más fuerte y frotó mi clítoris con más fuerza.
– ¿Acaso los idiotas con los que has estado no te hicieron sentir esto? Déjame decirte, bebé, que te estas perdiendo de lo bueno. Déjate llevar, gatita.
Y eso fue todo, mis músculos se tensaron, mi centro me ardía y al final me dejé ir. Me corrí muy duro, tanto que sentí como salían chorros de agua ¿o era orina? Mi cuerpo cayó como gelatina sobre la cama, por unos segundos mi mente estuvo en blanco, pero luego mi cerebro reconectó y me giré avergonzada. Había tenido el mejor sexo de mi vida y ¿yo me orinaba? Diosito trágame y escúpeme en China.
Sentí unos brazos en mi cintura, abriéndome de piernas. La pierna de Benjamín alzó una pierna mía y su zurda volvió a masturbarme.
– Benjamín yo…
– Esto no es orina, gatita. Es muestra de lo bien que te hice sentir. Tuviste un squirting y es lo más normal.
Besó mi hombro, mordiendo suavemente en ese lugar. Su otra mano fue hasta una de mis tetas y la presionó.
– Y ahora, sigamos. Que todavía yo no me corro.
Y con eso volvió a penetrarme.
°°°
– Por favor…
¿esa era mi voz? Estaba claramente ronca por los gritos que solté. Ese hombre era incansable e insaciable. Me penetró y me hizo venir más veces de las que pude contar, en diferentes posiciones, descubrí que el cuerpo humano puede ser muy flexible, manchamos las sábanas con mis fluidos, pero él no se venía, seguía igual de duro.
¿cuánto tiempo había pasado? La risa ronca de Benjamín fluyó en la habitación. Él estaba ahí, encima de mí entre mis piernas, penetrándome esta vez suavemente. Su torso, y boca con restos de mis fluidos, despeinado, pero después de eso no había rastro que habíamos estado teniendo una maratón s****l. Se veía tan bien que hasta me daba vergüenza mi apariencia, fácilmente podría parecer un tomate sudoroso a su lado. Aunque eso no parecía bajar su erección infinita.
Benjamín frotó mi clítoris con su pulgar, y yo ya sentía esa electricidad tan conocida venir. Intenté alejarlo con las pocas fuerzas que tenía, pero él solo río y se acercó más a mí.
– Gatita, necesitas un poco de resistencia física, pero no te preocupes, planeo follarte todos los días y pronto te acostumbrarás al ritmo de un alfa.
¿un alfa? No tuve tiempo para preguntar por qué pronto esos dedos expertos frotaron mi botón hinchado con más fuerzas. Esta vez fue diferente porque sentí que el pene de Benjamín se hinchaba más. Apretó los dientes y me machacó más duro.
– Solo un poco más…un poco más…mierda.
Y tras eso me corrí y finalmente él se corrió dentro mío. Oh Dios, al fin se corrió, me sentí tranquila por unos segundos, pero luego me di cuenta. Benjamín aun estaba dentro mío y parecía más grande.
– Benjamín…qué…¿aun no te has corrido?
Intenté alejarme, pero él me detuvo. Giramos y yo quedé a horcajadas. No pude moverme porque sus manos estaban puestas en mis caderas con fuerza.
– Gatita, espera un poco.
– ¿Qué? ¿por qué? ¿aún no te has corrido?
– Claro que ya me corrí.
– Entonces por qué te siento…
– Es un poco complicado, pero debemos estar así por un tiempo.
– ¿Qué? Solo debemos separarnos.
– No puedo, te dañaría.
– Benjamín ¿qué está pasando?