Capítulo 11

1744 Words
BENJAMIN Cálmate, cálmate, cálmate. No hagas una tontería, no hagas una tontería. No esperé que mi noche terminara así, como dijo Abigail, estaba planeado que Ryan se quedara conmigo, pero no le dijo a su esposa por qué se quedaría conmigo. Hoy, el beta de la manada de Santa Bárbara vino para acordar el compromiso y el lugar acordado fue en este bar. Se me hizo bastante difícil acordar una fecha, más por mi propia renuencia que por los desacuerdos entre nosotros. En mi mente tenía claros mis planes, pero mi estúpido corazón se negaba a acordar una fecha que no fuera con mi compañera. Al menos tu corazón no está tan podrido como tu hueca cabeza. Hades también estuvo muy renuente, el dolor en mi cabeza por el desacuerdo entre mi contraparte animal y yo me estaba matando. Al final, acordamos que en dos semanas vendría una comisión de Santa Bárbara para celebrar la fiesta de compromiso entre Delilah y yo. Cuando salimos solo esperaba poder ir a casa y descansar, no estaba ayudando en nada el malhumor de Hades y la música retumbando en mis oídos. Lo que me hizo preguntarme ¿por qué rayos Ryan optó por este lugar? Pues porque aparte de que era un lugar neutral y uno se podía relajar, también era un local donde no era posible que Jade entrara, pero pues, estuvo completamente equivocado. Apenas salí del privado supe que ella estaba aquí, eso me hubiese molestado solo un poco, pero lo hubiera dejado pasar si tan solo la viera bailando con Jade, pero no. Esa maldita mujer estaba bailando con un macho y no solo eso, su culo estaba frotándose contra la polla de ese macho débil ¿cómo se atrevía a faltarme el respecto de esa forma? Vi rojo, completamente rojo, sin duda esa mujer sería mi perdición. Cálmate, cálmate, cálmate. No hagas una tontería, no hagas una tontería. – ¿Qué te parece si compramos una botella de lo que sea, algunos snacks y caminamos a mi casa a seguir la fiesta? Bien. Eso fue todo, no esperé que Jade respondiera porque tomé a Abigail de la cintura y la cargué como un costal de papas. El hermoso chillido me satisfizo. – Ryan, lleva a tu esposa a tu hogar, yo me encargaré de esta pequeña rebelde. – ¿Te das cuenta que esa pequeña rebelde está presente y oyendo todo lo que dices? ¡suéltame! ¡oye! Una palmada en mi espalda. ¿esperaba que esa caricia me dañara? Me hubiese reído si no estuviera tan cabreado. Sin más fui a mi auto y la metí dentro asegurando el cinturón en su hermoso cuerpo. Sus pequeñas manos estaban listas para soltarse y probablemente salir corriendo, pero miró mi rostro serio y se detuvo. El fuego ardía en esos ojos bellos, sabía cuánto quería refutar, pero se contuvo. Giró la cabeza, y cruzó sus brazos alzando esos pechos que tanto deseaba saborear. Bien, podía con eso. Cerré la puerta y fui al otro lado. Una vez dentro el silencio se adueñó de mi auto. Antes soportaba bien estar en silencio, pero estar en silencio con ella no me gustaba, quería oír su voz, estuviese molesta o no. – ¿Fue tu idea ir a ese bar? No hubo respuesta. Ni una reacción. Ni siquiera podía ver su rostro porque apenas entre al auto su rostro se volteó al otro lado para no mirarme. Parecía concentrada en lo que pasaba por la ventana. – ¿Estás molesta? Ninguna respuesta. – Abigail, ¿si entiendes que por más pequeño que sea un pueblo, es peligroso que dos mujeres vayan solas a un bar? Silencio. Solté un suspiro. Ese silencio me ponía nervioso. ¿por qué carajos debía estar nervioso si la que se portó mal fue ella? – Hice lo que creí correcto para protegerte. No voy a pedir disculpas por eso. Y eso fue todo. Como si presionara un botón, Abigail al fin giró la cabeza para verme, pero su enojo fue tan palpable que tendría que detenerme si no fuera porque ya estábamos frente a mi mansión. – ¿Lo correcto? ¿¡lo correcto!? ¡me acabas de arruinar la noche! – ¿Arruinarte la noche? Ese forastero idiota estaba sobando su polla flácida en ¡TU CULO! – ¡Y qué! – …¿Qué? – ¡Eso mismo! ¡Yo se lo permití, yo estuve de acuerdo! ¡yo acepté bailar con él y estar cerca de él y si no hubieses interrumpido tal vez hubiera tenido una noche feliz! – Tú no puedes hacer eso. No lo tienes permitido. Intenté calmar la ira que sentía. Mis manos se apretaron alrededor del volante ¿qué estaba escuchando? ¿mi compañera estaba diciendo que permitió aquel toque de otro que no era yo? ¡Es tu culpa por rechazarla! ¿vamos a permitir que ella se frote contra otros machos? No podía escuchar a Hades ahora mismo, si lo hiciera estaba segura que solo alimentaría mi ira. Giré mi cabeza para verla y un rostro estupefacto me recibió. Luego bufó y negó con la cabeza como si no creyera lo que yo le había dicho. – ¿Y por qué tendrías que prohibirme algo? Tú no eres mío, yo no soy tuya. Tú mismo dijiste que me mantuviera alejada ¡y eso hice! ¿qué te importa si bailo, coqueteo o follo con otra persona? No.Somos,Nada. Bajé del auto dándole un portazo al cerrarlo, me dirigí al otro lado y abrí la puerta. Estaba de broma si pensaba que le iba a permitir hacer lo que quisiera. Abigail se quejó, luchó y pateó cuando la cargué de la misma forma que minutos atrás, pero fue inútil. Le di una nalgada fuerte en ese culo atrevido y juro por Dios que se sintió demasiado bien. El cuerpo de mi compañera se tensó. – Acabas…¿acabas de nalguearme? – Eso querida, va a ser lo último que te sorprenda cuando acabe contigo. Necesitamos poner unas cuantas reglas y hoy lo dejaremos todo claro. °°° – Quítate la ropa. Mis palabras salieron frías, pero mi interior estaba en llamas. Abigail estaba en el centro de mi cama, intentando sentarse después de haber dejado ahí. Comencé a quitarme la ropa sin dejar de mirarla y cuando ella se dio cuenta lo que estaba haciendo, mi pequeña imprudente no supo dónde mirar. – Qué…¿qué haces? ¿por qué te quitas la ropa? Ya deja de bromear, no es gracioso. – ¿Bromear? ¿te di alguna razón para pensar que estaba bromeando? ¿no te quieres quitar la ropa? Bien, me gusta quitar el empaque a mi regalito. Terminé de quitarme la ropa quedando en bóxer, mi polla estaba dura y dispuesta tan solo de ver a mi compañera sobre mi cama. ¿qué tan bueno sería cuando al fin sea mía? Los ojos de Abigail bajaron hacia mi polla la cual palpitó entusiasmada por la atención. Ah, ahí estaba, ese olor dulce almizclado, el olor dulce de su excitación que me volvía loco. – No vamos a tener sexo. No me soportas ¿recuerdas? Esa actitud de valentía falsa era casi adorable, le daría eso. En silencio me acerqué a ella, me complació que a pesar de lo intimidante que yo sabía que podía ser, mi pequeña compañera no retrocedió, al contrario, su cuerpo se inclinó hacia mí. Una de mis manos fue hacia su cuello blanco, presioné un poco, solo un poco y mi Abigail lejos de asustarse gimió. El olor excitado se hizo más fuerte. ¿a mi chica le gustaba duro? Lo haría tan duro que al día siguiente no podría caminar. Mis labios se acercaron a una de sus orejas mientras mis manos hacían el trabajo de quitarle la chaqueta. – ¿No te has puesto a pensar el por qué me alejaba de ti? ¿en por qué quería tan desesperadamente que mantuvieras tu distancia? Mi nariz recorrió la curva de su cuello y por la diosa, olía tan malditamente bien. Ahora entendía por qué los machos emparejados se volvían adictos al olor de sus parejas. Podría estar oliendo a mi Abigail todo el día y no me cansaría. Sentí el temblor de anticipación de ese pequeño cuerpo y apreté esas nalgas tan suaves en respuesta, como recompensa obtuve un delicioso gemido de ella. – Yo…espera Benjamín, hablemos… – No. Ya me cansé de ir contra mis deseos. Si, reclamémosla. Es nuestra. Notaba claramente cómo la poca resistencia hacía su última luchar contra lo que sentíamos, pero fue inútil. Por primera vez estuve de acuerdo con mi contraparte animal, estaba cansado de luchar, de ir contra mis instintos. Desde que la conocí no pude pegar ojo en las noches, no podía concentrarme, ni siquiera podía follar porque todo se sentía incorrecto. Y desde que la conocí me convertí en un puto acosador, tal vez ella no lo sentía, pero yo iba religiosamente todas las noches solo para saber que estaba a salvo, que estaba bien y que estaba sola. Sabía que era hipócrita de mi parte pedir lealtad cuando yo no estaba dispuesto a darla, cuando ya había acordado una fecha de compromiso con otra hembra, pero necesitaba saber que no la tocaban, diablos, necesitaba saber que ni siquiera la miraban. Lo que nos trajo aquí ahora mismo. No soporté ver a un macho enclenque tocarla y ya tuve suficiente de eso. Luego pensaría en las consecuencias, pero por ahora solo tenía en mente hacerla mía, llenarla de mi olor y de mi semilla, y que, si todo iba bien, esta noche ella tendría a mis cachorros dentro. Le quité la falda ¿o era un short? Los gustos de mi compañera destinada eran raros, le quité también su polo y joder. Abigail se veía jodidamente caliente solo con ese sostén de encaje n***o y esas mallas que cubrían sus voluptuosas piernas y su cintura. Mh, tal vez no todos sus gustos eran raros, podía aceptar estos. Se veían calientes, y eran sencillos de romper. – ¿Qué… El ruido de las mallas rompiéndose sonó fuerte y claro, y mi compañera se quedó quieta mirando la zona de su entrepierna que estaba rota y mostraba esa burla de braga de encaje puesto. Sus preciosos ojos marrones me miraron con incredulidad y luego bajaron a ver su entrepierna. – Tú… ¿acabas de romper mi panty?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD