Capítulo 3: Presentaciones y reencuentros

3179 Words
La manada de Silas se enteró la llegada de la antigua Luna junto con su hija, esto causó muchos murmullos y habladurías en el pueblo. Dahlia no le tomó importancia a las palabras de los demás, puesto que no recordaban cómo era la antigua Luna y no sabían cómo lucía su hija, por lo que caminaba sin preocupación en el pueblo, bajo la atenta mirada de todos. Ella solo quería ver como los licántropos conviven entre sí, pero Myles le había dicho que él le enseñará lo necesario, solo que ahora no se encontraba disponible, al haber salido un rato para resolver un problema. ―Dahlia... La joven se detuvo antes de cruzar la puerta principal de la casa, frunció los labios evitando que soltara alguna grosería. Lentamente se dio la vuelta y miró a la persona que le había llamado, por un momento dudó en que responderle. ―Hola... ¿Pasó algo? ―Quiero hablar contigo en privado. ―¿Es respecto a lo del cargo del Alfa? ―él negó. ―Entonces no creo que sea importante... ―Es sobre nosotros. ―la castaña frunció el ceño sin entender. ―Se que solo me conoces de hace poco y quiero cambiar aquella situación, quiero conocer a mi hija. ―¿No crees que es muy apresurado? Digo, me has secuestrado, me tengo que quedar aquí contra mi voluntad... y sin contar que le hiciste daño a mi madre. ―la mirada dura de la joven ocasionó que él frunciera el ceño sin poder refutar algo en absoluto. Dahlia suspiró intentando calmarse y pensar con la mente fría. ― Bueno, ya que tú deseas hablar, yo también tengo que decirte algo. ―¿Qué cosa? ―Mientras estamos las dos semanas en este pueblo, lo único que pido es que mi madre y yo no vivamos con ustedes en la misma casa. ―Dijo con firmeza, sabiendo que tal vez aquello no le gustase. ―¿Por qué? ―preguntó de manera fría. ―Creo que es obvio, nadie en esta casa le gusta que nosotras estemos aquí. ― Con decir "Nadie", se refería tanto a Regina como a Kendall, pero no lo iba a decir en voz alta por los oídos lobunos de los presentes. ―Sería mejor que estemos en otra casa, para evitar conflictos y disputas. Silas meditó las palabras de su hija, sabiendo que todo lo que decía era verdad. Después de todo, era evidente que a su actual esposa no le gustase la presencia de Dahlia. ―De acuerdo, pero tiene que ser algún lugar cerca. ―¿Te parece la casa de Myles? ―Silas asintió conforme con aquello, puesto que estarían vigilados por su beta y podría ser informado de cualquier cosa que sucediese. ―Entonces, ¿Qué es de lo que querías hablar? ―Por favor, sígueme.― señaló el pasillo, esperando que su hija lo acompañara. Dahlia no tuvo más remedio que seguirle el paso hacia donde le indicaba. Silas iba por delante de su hija, hasta que se detuvo para darle pase dentro de una habitación. La castaña al entrar pudo detallar el gran escritorio de madera puesto frente a ella, por lo que dedujo que era la oficina de Silas. ―No te preocupes, todas las habitaciones incluyendo esta, están insonorizadas. ―viendo que aquello era muy privado se quedó inspeccionando toda la oficina, buscando algún micrófono o algo que no los delatara. ― Era necesario que esto pudiéramos hablar en privado. ―Debe ser muy importante esto. ―Silas asintió ante su comentario y mientras se sentaba en una silla, invitó a que sentara frente a ella.―¿Qué sucede? ―Como sabrás, hace poco me enteré que tú eras mi hija. ―ella asintió, sin mucho ánimo. ― Se que no esperabas que yo llegara en algún momento a tu vida... de esta manera. Por eso quiero remediar algunas cosas. ―¿Qué cosas? ¿Nuestra relación padre e hija? ―Silas asintió ante la pregunta de la castaña, ella quiso reír al respecto, pero se abstuvo y solo frunció los labios.― ¿Te das cuenta que le hiciste daño a mi madre? Se que fue hace mucho tiempo, pero si de algo tengo en cuenta, es que nadie le hace daño a mi madre. Por lo que, está muy difícil que podamos tener una relación entre padre e hija. ―Entiendo tu enojo, es comprensible, ―Silas tomó un respiro, pensando en lo próximo que iba a decir. ― se que cometí muchos errores con tu madre, y no tengo derecho ni a pedir perdón, pero lo único que te pido es que no me odies, solo deseo poder conocerte. Perdí dieciocho años de tu vida, no quiero perder ni uno más. ―Para que yo te perdone, tendrás que disculparte con mi madre. ―aunque aquello sonara como una condición, más bien parecía una orden. ― De ahí podremos hablar de padre a hija. Silas meditó las palabras de su hija, sabiendo que ella tenía el derecho de reclamarle todo al respecto, por lo que, no dudó en asentir, aceptando las condiciones de Dahlia. ―Asimismo quiero que tomes mi apellido. ―Ya decía yo que eso no era todo... ―murmuró entre dientes, sin gustarle la idea. ―¿Por qué? ―Quiero presentarte a la manada como mi hija, para que todos tengan en cuenta tu existencia. ―¿Y si no quiero? ―preguntó un poco enojada ante tales cosas.― Mira, supongamos que resulta que Kendall pueda ser Alfa, mi madre y yo ya no tendríamos la necesidad de estar aquí, por lo que sería una pérdida de tiempo. ―¿Acaso no quieres pertenecer a esto? De todas maneras es tu manada. ―No me lo tomes a mal, pero hasta hace poco me acabo de enterar que mi padre es un hombre lobo y que no es uno normal, sino un Alfa. No me puedo identificar con esta manada, porque recién sé de su existencia... ―Entonces conoce a la manada y deja que ellos te conozcan, verás que no será una pérdida de tiempo. ―intentó convencer a su hija. ―¿Y si ellos no me dejan conocerlos? ¿Acaso olvidas que soy una humana? ―preguntó destacando tal hecho. ― ¿Y si reaccionan de la misma manera que reaccionó la v****a? ―Dahlia... ―¿Qué? Oh vamos, ni creas que la voy a llamar por su nombre. ―se burló de la esposa de su padre, puesto que esa mujer no le era de su agrado. ―Solo, no lo digas delante de ella o de alguien importante. ―Ella solo asintió, aunque sabía perfectamente qué le diría de esa manera en cualquier lugar.― No dejaré que nadie pueda hacerte daño o incluso que te ofenden, ante todo eres mi hija, eres hija de un Alfa, a ti se te debe respetar. En aquel momento Dahlia se abstuvo de decir alguna palabra, era notable que su padre biológico deseaba intentar recompensar el tiempo perdido entre ellos, y lo hacía mediante aquellas acciones. Sin embargo, no es como si le dejara las cosas fáciles para que se solucionara las cosas, si en verdad su padre quería que esto se solucionara él debía poner mucho de su parte. ―Gracias... cuando mi madre sea capaz de levantarme nos iremos a la casa de Myles. Para evitar seguir la conversación, se dio la vuelta y salió de aquel despacho. Mirando al suelo pensó en varias groserías u otros adjetivos para definir su estadía en aquel lugar, hasta que estos se vieron interrumpidos por la figura de un hombre chocando contra ella. ―Oye, yo lo... siento. ― frunció aún más el ceño viendo el rostro de aquel hombre. ―No te disculpes, Dahlia. ¿Estás bien? ―Sí, sí, ¿Y tú? ―Sí también, se necesitaría acónito para pudieras hacerme daño. ― la joven comprendió y solo hizo un amago de sonrisa, sin saber que responderle. El joven de cabello rizado notó su incomodidad por lo que intentó decir algo.― Creo que no me he presentado correctamente, soy Iván. ―Dahlia, aunque eso ya lo sabías. ―él sonrió y asintió. ― Lo siento, pero tengo que irme. ―Yo tengo que hablar con tu padre. ―ante la manera en que llamó a su progenitor, hizo una mueca, no era que de un día a la mañana le agrade tal idea. ―¿Todo bien? ―Sí, todo bien. Ignorando todo lo que había sucedido, siguió su camino hacia la puerta. No obstante sus planes fueron truncados al escuchar una amenaza a sus espaldas. ―Alejate de él. ―Dahlia que sostenía el picaporte volteó para ver a su media hermana quien tenía una pose intimidante. Lo cual causó gracia a la castaña. ―Perdón, ¿Qué dijiste? ―Veo que eres sorda. ―Oh no, cariño. ―esta vez ella sonrió con burla, ocasionando que Kendall se quedase confundida.― Si te pregunté es porque quería saber si tenías el valor para repetirlo, y veo que no la tienes.―No era licántropo, pero estaba segura que pudo escuchar el rechinar de sus dientes.― Pero para no ser grosera, no responderé ante tal sugerencia. ―Él será mi Beta, no el tuyo. ―Mira no me importa si va a ser tu pareja o algo por estilo, aléjate de mí y evitemos estas peleas, te aseguro que no porque sea humana significa que soy débil. Kendall iba a responder pero Dahlia se apresuró a salir de aquella casa, odiaba como se comportaba madre e hija con ella, solo por verla como humana ya le consideraban débil, por no poseer sus habilidades licantropas. A lo lejos pudo ver a Gabriela caminando en su dirección. ―Que bueno que sales, te iba a buscar. ―¿Sucedió algo? ―Quería saber qué es lo que dijo el Alfa, respecto a lo de tu mudanza. ―Me dejó, pero tengo que esperar a que mi madre se recupere. ―Gabriela asintió comprendiendo la situación de la joven. ―Que tal si vamos alguna parte, te quiero presentar a alguien. ―¿A quién? ― preguntó esta vez curiosa por la mirada de felicidad que tenía la rubia. ―Ya verás. Dahlia no tuvo de otra que seguirle el paso, de paso veìa como estaba formado el pueblo en donde reside aquella manada de su padre. Durante la caminata, Gabriela le explicaba dónde se encontraba cada bazar o tienda, y que algunos licántropos tenían contactos con los pueblos vecinos para poder abastecerse. A lo lejos pudo ver un colegio y como varios padres salían con sus hijos al haber acabado las clases. ―Espera un momento aquí. Ella asintió y se quedó parada en una esquina de la calle esperando que Gabriela volviera pronto. Algunos licántropos al ver a la joven Dahlia, se quedaron mirándola confundidos, no muchas veces se veía un humano por aquellos lugares. Ella se iba alejar cuando pudo ver a Gabriela regresando, pero no sola. ―Dahlia, quiero presentarte a mi hijo, Anthony. Cariño, ella es Dahlia. ―él niño alzó la mano tímidamente, ante la presencia de la castaña. Quien al igual que él imitó su acto. ―Hola Anthony... ¿Qué edad tienes? ―preguntó esperando que el pequeño le respondiera pero solo atinó a mirar su mano y luego mostrarla completamente, comprendiendo que tenía cinco años. ―Lo siento, él no se comunica mucho. ―No te preocupes, mi madre me dijo que yo también era así de pequeña. ―el niño miró curioso a la joven por tales palabras. ― Bueno, hasta que mi padre me enseñó a que la gente no debe intimidarme. ―¿Tu padre...? ―Oh, no hablaba de él, yo lo decía por mi padre adoptivo, él me enseñó todo lo que sé. ―Se oye asombroso. ― Gabriela notó que algunas parejas licantropas quedaban mirando a la castaña por lo que decidió caminar al auto.― Lo siento por eso, casi nunca se ven humanos por estos lados. ―Me es indiferente sus miradas. ―se encogió de hombros de manera tranquila, sorprendiendo a la rubia. ― Al final, yo no vivo a base de sus comentarios. Gabriela no dijo nada al respecto, teniendo muy en claro que Dahlia para su edad era muy madura. El pequeño Anthony miraba con atención a la joven, si bien su olor era muy extraño (ya que era humana), no sabía cómo expresarse, nunca había estado cerca de un humano. Por otro lado, Myles entraba a la casa del Alfa, miró por varios lados y al verificar que nadie se encontraba cerca, se dispuso a ir al segundo piso. Hasta que paró en una puerta específica, tocó dos veces y esperó que la persona adentro le diera el pase. —¿Myles? —preguntó la mujer detrás de la puerta, sorprendida por ver al moreno en aquella habitación. —Me alegra verte de nuevo. Myles se acercó a ella al ver que tenía los brazos abiertos, esperando que se acerca para poder saludarla. Ambos se fundieron en un gran abrazo, puesto que tenían mucho tiempo sin verse, solo había comunicación a través de cartas para evitar que Silas pudiera encontrar a madre e hija. —Conocí a tu hija, debo decir que se parece mucho a ti pero con el carácter de su padre. —Myles se sentó a un lado de ella, esperando no lastimarla en el proceso. —No tienes ni idea. —ella soltó un suspiro recordando a su pequeña.— Aunque debo decir que se debe todo a su padrastro, prefiere tener siempre el control. —Como un verdadero Alfa—hizo una mueca al recordar aquel detalle—, es su naturaleza, Camila. Lamentablemente eso no podrás cambiar de ella. —Ella no nació como licántropo, Myles. Nació como humana, se desarrolló como una, ni si quiera tuvo su transformación al cumplir la mayoría de edad. — Camila pasó sus manos por su cara recordando a su vez el desarrollo de su hija. — Se me es difícil asimilar esto... —Te entiendo... pero ahora lo único que puedes hacer es dejar que ella se enfrente a los Alfas para ver si será Alfa de la manada o que Kendall sea su reemplazo. —¿Kendall? —preguntó con confusión al no captar el nombre de la otra persona. —La hija de Regina. —Camila rodó los ojos ante la mención de la nueva esposa de Silas. —No me sorprende, de seguro Regina no se conforma con ser la Luna de la manada, sino también que su hija ocupe el cargo de su padre. —ante la sólo idea sintió un absoluta pena de Regina, lo único que le importaba a esa mujer era el poder, y si su hija se aseguraba eso, ella estaría encantada. —No hay muchas probabilidades, lo único es que falta es que se determine que haya una pelea entre ellas para el puesto. — Myles pensó que por un momento Camila se preocuparía por lo que podría pasar a su hija, sin embargo, ella se mantenía tranquila ante esa idea. — ¿Por qué no estás preocupada? —¿Debería? — respondió con calma ante la mirada confundida de su mejor amigo. —Kendall es licántropo y Dahlia es humana, su hermana le supera en fuerza. —Myles... si algo aprendí de mi hija es que no hay que subestimarla por su apariencia, Dahlia conoce la manera perfecta de defenderse, ya me lo ha demostrado al enfrentarse a un licántropo en la feria. —el moreno se quedo confundido ante lo dicho por su amiga. —¿Ya se enfrentó a un licántropo antes? —Antes de que apareciera su padre con algunos guerreros... pensé que Silas lo había enviado. —dijo con duda eso último pero la mirada de Myles decía todo lo contrario —Es imposible, Silas ordenó que las atrapemos en la carretera al ver que ustedes estaban huyendo, no ordenó ni un ataque. —Camila se enderezó en su lugar, preocupada por saber aquel dato. — Significa que alguien iba detrás de Dahlia antes que nosotros. —Myles, ¿Estás seguro que no fue Silas? —Muy seguro, la orden era atraparlas, no atacar, Silas a pesar de todo no te haría daño de esa manera, Camila. —la castaña hizo una mueca y miró a otro, pensando en aquel dato. — Eso no quita que sea un idiota al haberte engañado. —Gracias Myles. —él se alegró de haberle hecho sonreír aquella mujer que consideraba su hermana. —Por favor, averigua quién estaba detrás de mi hija. —Haré lo que pueda, lo mejor será que descanses, veré si ya es posible de que mañana te instales en mi casa. —ante la incertidumbre de ella, se dispuso aclarar.— Dahlia pedirá permiso para que ella y tú vivan por las dos semanas en mi casa, no quiere toparse con Regina y su hija. —Al parecer no soy la única que le cae mal. —No muchos aprecian a Regina. —se encogió de hombros. — Descansa, volveré mañana. Ambos se despidieron prometiendo que hablarían más al día siguiente, Myles apenas salió de la habitación se aseguró con un guardia y unas mucamas para que Camila estuviera cómoda. Al salir de aquella casa, se dirigió a la suya para ver si su esposa e hijo ya habían llegado de la escuela. Sin embargo, cuando entró a su hogar se sorprendió de ver a Dahlia y a su hijo formar una torre de cartas en su sala, la primera intentando con calma colocar dos últimas cartas. No obstante, cuando cerró la puerta, la torre de diez pisos se cayó causando frustración entre los dos. —¡Papá! —gritó su hijo, quien al ver a su padre fue corriendo hacia él para saludarlo. Myles lo alzó y abrazó a su pequeño. —¡Estábamos tan cerca! —Dahlia frustrada por su derrota se tiró en el sofá. —Hasta que llegaste. — habló con calma el niño mirando las cartas en el suelo. — Gracias papá. Dahlia aguantó la carcajada al ver que el hijo de Myles habló sarcástico con él. El moreno alzó una ceja, incrédulo ante lo que había escuchado. Lo bajó de sus brazos y miró nuevamente las cartas. —Estoy seguro que podrán hacerlo de nuevo. —Ni me metas en esto, tú solito lo harás. —La castaña lo señaló, no dispuesta hacer la torre de cartas otra vez. De repente, Gabriela apareció por el pasillo y saludar a su esposo, quien gustoso de ver a su esposa, la besó. Dahlia frunció su nariz, no acostumbrada a ver las muestras de amor. —¿Cómo han estado? —preguntó el Beta de la manada a las dos mujeres, esperando que cualquiera respondiera. —Excelente, llevé a Dahlia a recoger a Anthony. —Sí... ¿Cómo lograste hablar con él? —preguntó esta vez a Dahlia, quien frunció el ceño, confundida ante su pregunta.—Anthony es tímido, con todos... —Es fácil, solo tienes que buscar algo en común , no es así ¿Tony? —el niño ante su pregunta, asintió efusivamente. —¿Tony? —Diminutivo de Anthony, así como Tony Stark. —Myles miró confundido a la hija del alfa. — ¿Iron Man? —Es un súper héroe de un cómic —aclaró su hijo, al ver la confusión en el rostro de su padre. — Él tiene una armadura y es parte de un equipo. —Suena muy interesante, después te compraré más cómics de él, ¿De acuerdo? —Él asintió y se fue con su madre a la cocina, para terminar con el almuerzo. —Hoy hablé con tu madre. —Y yo hablé con Silas. —¿Qué? ¿Te dijo algo? —se acercó y se sentó frente a ella, esperando que le contara. —Quiere presentarme con la manada, desea que todos me reconozcan como la hija del Alfa Silas. —Respondió con fingida alegría ante eso último. —Obviamente que también le dije que yo quería vivir con mi madre con ustedes, y no enfrentarme con su actual familia. —¿Tienen autorización para que ambas vengan?— Dahlia asintió y agarró una revista de la mesa y lo leyó por un momento, buscando algo con que distraerse —Entonces, vayamos por tus cosas y por tu madre. —¿Qué? ¿En serio? — al escuchar la noticia, dejó la revista a un lado y miró fijamente a Myles. —Sí, vamos antes de que Gabriela termine el almuerzo. —se levantó del sofá caminando directo a la salida. —¡Los escuchamos! —gritó la rubia desde la cocina.— ¡No se demoren mucho! Tanto Dahlia como Myles, salieron rápidamente de la casa caminando directo a la casa del Alfa, dispuestos a sacar a Camila de aquel lugar y evitar cualquier enfrentamiento con la esposa actual de Silas e hija.
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