Toda mi vida, me han insistido en que debería bajar de peso. Mi familia siempre tenía un comentario inoportuno con mi cuerpo que soltar cada vez que había una reunión. Pero eso no me definía, de hecho, jamás me sentí gorda. Pero en esa época dejé que esos comentarios afloraran en mí. Sentía que tenía que hacer un cambio cuanto antes, traté de hacer dietas y de esforzarme en las clases de gimnasia, pero sólo conseguía acabar más estresada. Con el tiempo lo dejé, hasta que volví a planteármelo como un objetivo para el año nuevo, de esas metas que nunca se cumplen, pero ahí están. Sin embargo, yo decidí poner un poco de mi parte y no dejarlo de lado, así fue como me apunté al gimnasio. Afortunadamente, había uno que habían abierto recientemente al otro lado de mi calle. Pregunté cuál

