— ¡Buenos días! — canturreo la mañana siguiente, cuando bajo a la cocina y me encuentro a mi padre y Eric. Dejo un beso en la cabeza de este último y me acerco a mi padre quien tiene una enorme sonrisa. — Estoy feliz por ti — murmura, antes de deja un beso en mi mejilla. — Aún no me lo creo — admito. — Hudson y yo queremos algo sencillo e íntimo — le cuento algunos de los planes que hicimos anoche durante la cena. Porque, lo que hicimos después no es acto para divulgarlo. Levanto la mano y le enseño el anillo. Sus ojos se abren y parece complacido por la joya. — Debo admitir que tiene buen gusto. Doy un paso atrás, hasta la estufa. — Obvio. Está conmigo — digo con mofa — Tiene un excelente gusto. — Eso, no lo voy a discutir, Speedy — dice Hudson, entrando a la cocina con una sonr

