La impotencia que siento en este momento no se compara con la rabia que me domina. Charly es la representación de todo lo que he superado. Y, de todo lo que aborrezco. El hombre es tan miserable que ha expuesto a mi hijo en sus negocios sucios y lo odio todavía más. — Entonces, Eric salto de la barda… — ¡¿Qué?! — Miro a mi padre que está sentado frente a mí en uno de los taburetes de la cocina, después de que Eric se fuera a su habitación. — Tengo media hora hablándote de como nos fue y no estás prestando atención. — Lo siento— susurro, algo avergonzada. — Sabes que puedes contarme lo que sea. — Lo se suspiró Y, por eso… Meto la mano en el bolsillo de mis pantalones cortos y pongo sobre la encimera lo que Charly me dejo en la mesa del café. Los ojos de mi padre se clavan en la b

