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1012 Words
La señora salió y cerro la puerta, Azucena se tocó el corazón por el susto, se asomó por la ventana para ver si su héroe se había marchado, y en efecto ya no estaba por los alrededores. Se apresuró a salir de la habitación, miro para todos lados y corrió hasta llegar a las escaleras, se recompuso y bajo con mucha elegancia disimulando cualquier nerviosismo. —Donde estabas mocosa. —Leticia salió a su encuentro— —¡Que te importa! —Azucena camino con dirección a la fiesta, miro a Reyna tomándose fotos con sus allegados— —Ven aquí Azucena. —Dijo Reyna al verla parada observándola— —No te preocupes, estoy bien, no soy buena con las fotos. Reyna sé salió del grupo de sus amigos y la jalo de la mano arrastrándola hacia sus amigos, a los cuales le presento uno por uno, se reían de las loqueras que hicieron en el pasado, contándole a Azucena muchas anécdotas. Cenaron y el momento de las despedidas llego, su hermano y su cuñada fueron los primeros en irse en su auto, después su otro hermano al final solo quedaron ella y su padre, quienes se fueron juntos. —Te gusto la reunión, hija —Si padre, la chica agasajada es muy simpática. —Si son unas personas agradables, a quien no mire fue a su hijo, de seguro tenía otro pendiente. —La señora tiene un hijo varón, ¡¡oh!! Ahora comprendo la habitación. —¿Qué habitación? —Azucena metió la pata— —Dije habitación, ¡No! Quise decir cuadro, vi un cuadro de un hombre y no lo mire en la fiesta. —Ya me estabas asustando, si el muchacho no estuvo en la fiesta. Ambos guardaron silencio durante el resto del camino, Azucena buscaba el momento y las palabras para decirle a su padre que le diera trabajo a su héroe, aunque pensándolo bien ella no sabía ni su nombre, ni su número de celular, eso sí que es un problema, maldecía en sus adentros por no habérselo pedido. Ricardo, llego tarde a la reunión, no quiso entrar en por la puerta principal, por su vestimenta así que decidió escalar por unas ramas hasta llegar a la ventana que lleva al pasillo, cuando esta a punto de entrar, sus ojos se clavaron en unos preciosos ojos gris, fue en ese instante que supo quien era, pero no se explicaba que hacia ella en su casa. Ella le ayudo a subir, lo guio hasta su propia habitación, él solo la observaba hasta que supo que ella lo ha confundido con un ladrón, trato de explicarle que no es un ladrón, pero esta chiquilla es difícil de persuadir, no dejaba de dar vueltas pensando y hablando como ayudarme, trate de decirle que no estoy robando, pero ella sacó sus propias conclusiones. En eso me tomo de la mano, cuando escuchamos una voz y unos toques en la puerta, es su madre que viene por mí, Ricardo esta por contestar cuando ella lo empuja con fuerza que pierde el equilibrio, se quiso sujetar de las cortinas, pero le fue imposible alcanzarlas, así que amortiguó la caída en las ramas de uno de los árboles de la propiedad. —¡Maldición! Creo que me quebré alguna costilla, esta mujer me va a terminar matando, es un tornado en acción. —Uno de los empleados lo ayudo, llevándolo a la cocina, para que lo atendieran, se limitó a no aparecer en la fiesta. —Esa chica es un imán para mi mala suerte. ¡Demonios me duelen las costillas! —Señor la reunión terminó, ya los invitados se han ido. —Después de cuatro agobiantes horas— — ¡Gracias! Subiré a mi habitación.  —Le aconsejo que mañana vaya al doctor.  —No es para  tanto solo es un rasguño  Ricardo con una mano en su costado se marchó a su dormitorio, le dolían demacrado las costillas, como pudo se quitó la ropa, se miró en el espejo realmente se ha lastimado. Esta por darse una ducha cuando su hermana entra sin pedir permiso. —Demonios Ricardo que te pasó, no me digas que te caíste, pero ese fue madrazo y medio que te diste. — ¡Cállate, no hagas tanto escándalo! ¡Mírate! Toda una señorita. —Ricardo le guiñó el ojo— —No me cambies la plática, buscaré con curarte, aunque te lo mereces por no estar en mi fiesta de bienvenida. —Lo siento mi c*****o, me agarro la tarde, pero te recompensaré. —Me darás lo que te pida. —No abuses. —Jajaja sabes que no soy muy escrupulosa —¡Está bien!  ¿Qué quieres? —Los chicos hablan de un club nocturno que esta de pelos. —¡¡De pelos!! ¿Eso que significa? —Eres tan anticuado, ósea que esta muy de moda, tuanis, masiso, nice. ¡¡¡Comprendes!!! —¡Comprendo! Jajajaja ¿Cómo se llama? —”El amanecer” no te muevas. —¡Ten cuidado, me duele! —Reyna no es la mejor enfermera que se diga— —Eres un niño para llorar, aguanta eres un hombre. —Eres tan despiadada, ¡¡Aush!! Hazlo con delicadeza. —Como ordene, su majestad —Jajajaja quien te oyera pensarían que soy un ogro. —Pero eres un niño chillón. ¡¡Entonces me vas a llevar!! —Si, solo termina, no soporto el ardor. —Termine, entonces tenemos una cita guapo este sábado. —¡Este sábado! Yo te aviso, tengo compromiso. —Cancela hermanito, tu hermana es prioridad. —¡Carajo! Está bien quiero que estés lista a la nueve. —Gracias hermanito. —Besándole la mejilla— Ricardo se acostó, ya que el dolor es insoportable, sonreía al recordar como aquella chiquilla lo tiro por la ventana, si ni siquiera escucharlo, nunca se había topado con una mujer como ella. —¿Quién eres? Solo espero volver a verte otra vez y cuando eso suceda no te me escaparas tan fácilmente.
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