El Refugio
Wen pulsó la contraseña del refugio de cazadores y sonrió cuando sonó el clic. Soltó una risa cuando Björn alzó una ceja divertido.
- Todas tienen la misma clave - le explicó - Es más fácil para que los que vienen no la olviden.
- Ya veo - dijo el hombre siguiéndole al interior recorriendo el lugar con la mirada. Había una litera con un colchón enrollado, dos baúles metálicos a un costado, una estufa pequeña a leña para calentar comida, una repisa que, al abrirla, tenía varias latas de comida y unos cubiertos - ¿Nadie se lleva las cosas? - le preguntó con curiosidad.
- No - le dijo al tiempo que creaba una esfera y la depositaba en el área donde iba la leña en la estufa y creó otras de menor intensidad para iluminar el lugar - Los lugareños saben que estas cabañas son necesarias debido al clima. Sirven cómo estaciones de descanso. Sólo usas lo que necesitas. Una vez a la semana los guardabosques traen latas de comida que deberían durar ese tiempo. Si uno tiene extras, se las deja a los demás - se giró - ¿Puedes sacar algo para comer? - le preguntó cuando lo vio soltar la mochila - Ábrelas y las calentaré.
El joven asintió buscando entre las latas.
- Estofado o frijoles con chile - le dijo mostrándoselas.
- Estofado - le dijo rebuscando en uno de los baúles concentrada sacando las mantas hasta que pudo tocar el fondo metálico y sonrió.
- ¿Qué haces? - le preguntó Björn después de abrir las latas y dejarlas en una repisa acercándose a ella para observar sus movimientos.
- Venía con unos de los novios de mamá que era guardabosques. A veces lo acompañaba a hacer su ruta. Comida gratis y aire libre - le dijo presionando la base hasta que se escuchó un chasquido y la levantó - Sólo ellos saben que hay un fondo falso en estos baúles - Sacó una botella de licor, una camisa a cuadros de franela y una primera capa térmica lo suficientemente grande para el guía - ¡Bingo! - le dijo con una sonrisa de triunfo - Para ti, ese uniforme esta hecho un desastre y destacarás mucho en la ciudad - le entregó las cosas en tanto estiraba el colchón arrojando tres mantas sobre la litera. Vio con Björn la miraba perplejo, pero recibió las ropas.
Wen tomó un balde y se dirigió a la salida.
- Traeré nieve para calentarla y tendremos agua para asearnos. Podrás cambiarte y lavaremos la que traemos que aun se pueda usar. Dormiremos aquí y saldremos al amanecer. Estaremos en la carretera cerca de medio día.
- ¿No crees que eres un poco mandona? - le dijo sarcástico.
- Tengo la ventaja de conocer el territorio. - argumentó - Mientras más rápido vea a mi madre, más rápido podrás regresar a tu casa.
- ¿Cómo lo sabes? - le preguntó sorprendido.
- Lo dijiste cuando nos conocimos. - le dijo sin darle opción a contestar cerrando la puerta tras ella.
Llamada
Björn dormía en la litera mientras Wen disfrutaba del calor de la estufa. El joven se había aseado con el agua que había calentado mientras ella había lavado las ropas o por lo menos sacándoles gran parte de las manchas y tierra pegada. Habían comido por lo que podían descansar unas horas. Cuando regresó con la ropa para secarla, lo había encontrado al guía profundamente dormido por lo que decidió no molestarlo y se sentó junto a la estufa, aunque la noche avanzaba, debía asearse y lavar la suya.
Se giró a mirar a Björn, quien estaba con los ojos cerrados, respirando rítmicamente, cubierto con una manta. Si se movía con sigilo no lo despertaría. Tocó el agua del balde y chasqueó los dedos para crear una flama, sumergiendo la mano en el agua para entibiarla. Una vez que estuvo a temperatura, se sacó la camiseta y los jeans, quedándose sólo con el sujetador y las bragas de color blanco para comenzar a pasar un paño mojado por su piel lentamente para no hacer ruido. Disfrutó la sensación de frescura en el ambiente calefaccionado por sus esferas dibujando una sonrisa en los labios hasta olvidarse del entorno. Tanto que no advirtió que unos ojos grises la observaron desde la cama.
El hombre pestañeó varias veces al escuchar el sonido de agua y cuando enfocó la vista se puso rígido ante la imagen que tenía delante de él. Wen deslizaba un paño sobre su cuerpo con una lentitud espeluznante y el brillo de la piel mojada en contraste con la luz tenue de las esferas era casi hipnótico. Estaba de espaldas a él, pero su cuerpo torneado y firme, se recortaba a contraluz jugando con las sombras. La piel tersa bronceada por el aire libre, cintura estrecha, caderas anchas y cuando se giró hacia un lado pudo ver senos abundantes que pensó, cabrían de manera perfecta en sus manos. Le llegaba a la altura de la clavícula, pero era ágil y flexible.
Sus pensamientos divagaron en varias ideas traviesas y se puso duro en un instante. Eso era malo. Muy malo. Su cuerpo estaba reaccionando a ella con demasiada intensidad. Trató de respirar con calma, inhalando y exhalando para tranquilizarse, pero su deseo viajó hasta ella con las estelas de energía, la estaba llamando, las estelas de llamada la estaban guiando y la guiaban hacia él, aumentando sus sensaciones y la necesidad de estabilizarse con él. La vio detenerse y quedarse inmóvil por un momento reconociendo su energía y luego lo miró. En silencio se incorporó y no dejó de mirarlo a los ojos dejándose apreciar.
- ¿Qué haces? - le preguntó desde su lugar con los ojos brillando por la energía de Björn a su alrededor.
- ¿La verdad?
- Sería lo mejor para generar confianza entre nosotros – acotó.
- Quiero tomarte - le dijo sentándose en la litera sólo con la camiseta y los boxers con una erección que forzaba la tela - Estoy excitado.
- Eso puedo verlo. - se burló Wen viendo su erección.
Wen lo miró escrutadora.
- ¿Si me acuesto contigo me sentiría como cuando me guiaste en el río?
- Si quieres que te guie, será aun mejor - le dijo consciente de que la consumación de la conexión los sincronizaría a niveles inimaginables, pero no se lo iba a decir.