Por Rodolfo Me acerqué a la impresora y saqué las dos copias del testamento que imprimí, me lo habían mandado a mi correo electrónico. Le entregué un juego de copias a ella. -Dejame estudiar bien los papeles, algo se debe poder hacer, alguna falla tiene que haber para anular esto. -Hacelo, el miércoles, cuando salga de rendir, veo a un amigo que es abogado. -Acordate que nos exigieron discreción. -Quedate tranquilo, aunque creas que soy estúpida, no lo soy. -Vos sos el que me llamaste estúpido. -Pero vos pensás eso de mí. Me callé la boca, dándole la razón. -Al parecer tengo que estar prisionera hasta el lunes, pensaba pasar todo el fin de semana estudiando y no tengo ni un solo libro, me voy a la que era mi habitación, si es que está disponible. -Supongo, no lo sé. Digo con in

