Por Kelly El contador comenzó a enumerar todas las empresas de las que éramos dueños. Yo estaba asombrada, había marcas muy conocidas que yo no sabía que esas empresas me pertenecían. El campo era mucho más grande de lo que pensaba, o a lo mejor fueron comprando campos vecinos. Nuevamente me sentí destituida. El escribano estaba allí para dar fe sobre la veracidad de las cláusulas que los difuntos habían dispuesto. -Llegó la hora, tengo dos cartas, una para cada uno de ustedes, escritas de puño y letra por sus respectivos padres y también el listado de sus deberes para acceder a la herencia. Me moví inquieta en mi silla. -Si primero la quieren leer en silencio, no hay problema, luego las tengo que leer en voz alta para que el otro sepa, con seguridad, a qué atenerse. -Es una locur

