Caminamos de la mano en un claro del bosque, rodeado de altos pinos cuyas ramas estaban cubiertas de una capa de nieve blanca y brillante. El suelo estaba cubierto de un manto de nieve que crujía suavemente bajo nuestros pies con cada paso. El aire era frío y llevaba consigo el aroma fresco y limpio de la nieve recién caída.
El susurro del viento entre los árboles, creando una sinfonía natural que llenaba el ambiente de una calma invernal. El cielo, despejado y oscuro, estaba salpicado de estrellas que brillaban con intensidad, mientras los copos de nieve caían lentamente, añadiendo un toque mágico al paisaje, asi lo veia yo tan magico, todo esto me parecia tan irreal.
La luz de las estrellas se reflejaba en la nieve, creando un resplandor etéreo que hacía que todo pareciera sacado de un sueño, mire a mi lado y si estaba en un sueño con el a mi lado.
Los árboles cubiertos, un paisaje invernal, Reflejan mi alma, nuestras almas, en un duelo sin final, mi duelo por un amor que no seria. Aunque mi amor por Julien sea para siempre, nuestro tiempo juntos ya había tenido un fin. Pero en la fría brisa, siento su calor, ese que me transmite al sostener mi mano con firmeza.
Un rayo de esperanza, un destello de amor, que llena mi corazón de calidez, puede haber algo que pueda hacer para que esta historia no termine aquí.
Anhelo tanto que nuestra historia amor dure por años, encontrare la forma de estar de nuevo contigo— prometo, con firmeza y fe.
«En la nieve de Montmartre, su amor renacerá. Porque en cada copo, en cada rincón, Vive la promesa de su corazón.»
Nuestros pasos crujen en el manto blanco, cada copo de nieve, un recuerdo franco. “No te vayas, mi amor”, susurro en mi mente, aferrándome a su mano con desesperación, como si así pudiera detener esa inevitable despedida.
El me observó con una hermosa sonrisa, en sus ojos veía su amor hacia mi, no quería irse y yo no quería que lo hicier, me abracé fuerte a su cuerpo, hundí mi rostro en su pecho, respire aroma, su mano acarició mi espalda.
—Es inevitable pequitas —dijo.
—Lo sé mi amor...
—Sonríe para mi Amelie —pidió —ese es mi deseo.
Levanté mi rostro y le sonreí, seguimos nuestro camino, mientras hablamos de nuestras aventuras, sus risas me llenaban de alegría, que hermoso era escucharlo reír, disfruto cada sonido de su voz, lo guardo en mi mente, abrazados caímos sobre la nieve entre risas y juegos, tratábamos de olvidar lo que se aproxima.
Nos encontrábamos sentados sobre la fría nieve cuando a lo lejos distinguí una figura, era la mujer aquella que me dio el collar y como si de un aviso se tratase la estrella de mi collar se iluminó, los ojos de Julien se fijaron en mi.
Julien deslizó sus dedos suavemente sobre mis pequitas, como si estuviera trazando un mapa de recuerdos en mi piel.
—Siempre me han encantado tus pequitas — murmuró, su voz llena de ternura.
Sonreí, sintiendo el calor de su amor en cada caricia.
—Son como pequeñas estrellas —continuó Julien —y cada una de ellas me recuerda por qué te amo tanto.— cerre mis ojos, dejando que las lágrimas de felicidad rodaran por mis mejillas, si así es, estaba feliz por sus palabras, feliz por que estaba conmigo aunque sea en ese momento me encontraba feliz.
—Julien te amo y siempre lo haré, gracias por venir a mi hoy. Mi corazón, mi amor te pertenecen —le dije —Si existe otra vida quiero conocerte y enamorarme de nuevo de ti.
–Amelie, mi bella Amelie, esta es nuestra despedida, una en la que si puedo decirte que te amo, antes me fui sin decir adiós —me abrazo con calidez —Recuerda Amelie, mi corazón, te pertenece si yo no te recuerdo el si lo hará, no importa lo que pase, mi corazón será tuyo —susurro.
—Julien —dije entre lágrimas, él se alejó de mí, acarició mi mejilla.
—Siempre estaré aquí —toco mi pecho, justo donde mi corazón latía con prisa.
—Te amo —susurré, su rostro se acercó al mío, sus labios se unieron a los míos, un cálido beso, lleno de amor, un último beso.
Un brillo intenso me hizo abrir los ojos, sus manos ya no estaban sobre mi piel, el ya no estaba había desaparecido, sentía paz por esa despedida, pero ese vacío seguía dentro de mi.
Caí de rodillas con las lágrimas bajando por mis mejillas, miré al cielo y sonreí.
La mujer apareció ante mis ojos, se veía hermosa no como la mujer mayor que antes vi, pero la reconocí por sus ojos.
—Es mágica la Navidad ¿no? —se sentó sobre la nieve —A veces la vida es injusta Amelie.
—Demasiado injusta –murmure.
—Veo tu dolor y esto te dio paz —aseguró.
—¿Por qué se tuvo que ir? Solo quiero vivir mi vida a su lado —ella se puso de pie y yo igual, limpie mis lágrimas —Tú hiciste realidad mi deseo ¿Puedes hacer que vuelva para siempre?.
—Tu deseaste verlo una última vez —dijo ella.
—¡Por favor! Has que vuelva, él merece vivir, podría darte lo que quieras, todo —supliqué.
—No puedo –dijo.
—Si puedes...
—Tú deseo fue cumplido y yo debo de irme —dio un paso y la detuve.
—¡Por favor! —supliqué.
—Tú amor es grande, tu alma es pura, fuiste beneficiada por eso, pero tu deseo ya se cumplió —dijo —pero podría hacer algo.
—¿De verdad? —me llene de alegría.
—Hay cosas que no puedo decir, pero en el mundo hay gente que solo se oculta y vive queriendo ver sufrir a otros, llenos de odio y tu Amelie eres de las pocas personas con una gran corazón. El no debía morir, pero algo ocurrió.
—¡¿Cómo!?
—Irás un año atrás, meses antes de ese accidente, todo tiene un precio —informó —el no te recordará, nunca has existido en su vida.
—¿Qué? Pero si yo lo conocí hace tres años..
—Para el eso no habrá pasado, solo serás una desconocida, demuéstrame que tan grande es tu amor ¿Estás dispuesta?.
—Si con eso puedo verlo vivo y feliz, estaré bien, solo quiero verlo, él puede enamorarse de mi.
—Puede que sí, puede que no. Todo podría pasar, nada es seguro. Tu le darás la oportunidad de vivir, haz que valga la pena, no puedo decir más, pero vive atenta a tu alrededor, no todo es lo que parece, no todos son lo que aparentan —la mire con confusión.
—¿A qué te refieres?...
—No puedo decirlo, suerte Amelie y no lo olvides, cree con el corazón, los milagros existen... Se fuerte...
Dijo y desapareció, mi respiración se volvió lenta, mis latidos se detuvieron un frío me invadió y todo se volvió negro....