Llegamos a casa de Jeffrey a última hora de la tarde. De inmediato me pide una sopa, lo que suena increíble, y me cambio a unos leggins cómodos y una camiseta sin mangas, luego regreso a mi caballete. Como ayer, me da de comer y se sienta en el sofá, quitándose la camisa antes de hacerlo. Con una sonrisa, sigo pintando. —¿Quieres ser pintora, como en lo más profundo de tu corazón? —pregunta mientras se recuesta. Me enderezo, con el pincel suspendido sobre el lienzo. —¿Quieres decir si quiero vender los cuadros que he hecho?
—Sí. —Siempre he pensado que no podría. Que nadie los compraría porque no son lo suficientemente buenos, o que no tengo los contactos para lograrlo.
—Me muevo mientras me muerdo el labio—. Pero, si hablamos de lo más profundo de mi corazón, no estoy segura de querer v
