Era obvio que aquel acto tan pervertido y lujurioso que hizo el rubio, hicieron que los sentidos de la jovencita también se inquietaran un poco. Y gracias a la penetrante e intimidante mirada del rubio, sumado a su físico, hicieron que el corazón de la chica se acelerara, logrando tener en Sabrina sentimientos encontrados: nervios, atracción y un poco de miedo. Por lo tanto, en ese instante, cruzando miradas con aquel hombre, tragando grueso se dijo en pensamientos: «¡Se nota que es todo un pervertido, debo tener más cuidado… pobre de mi ahora, encerrada con un depravado!» De inmediato, la joven apartó su mirada de él, se aisló un poco, y algo encogida de hombros empezó a limpiar su mano. —Oiga, me llenó sus dedos de saliva, que asqueroso… —murmuró. Mientras tanto, Nathan reaccionando

