No quiero que seas su amiga

1082 Words
—Hola, cariño —dice mientras se sienta a mi lado en la mesa. No se me escapa la mirada que le lanza a Kate—. ¡No la mires así, joder! —le espeto—. Y no vamos a repetir esto. Ya te dije que se acabó lo de ser rollo de una noche y que puedes ir a buscarte a otra. —¿De qué hablas? Ah, ya veo. Sigues con tu berrinche —dice con tono condescendiente, como si tuviera algún poder. Que lo sepa esta zorra: aquí el que manda soy yo. Puede conseguir que los demás imbéciles de esta escuela hagan lo que quiera, pero conmigo no va a funcionar. —Vete a la mierda con ese gilipollas con el que te has estado acostando. No me gustan las segundas partes —le digo, sonriéndole mientras su cara se pone roja como un tomate. Probablemente él le está dando órdenes, mientras que ella, sin duda, no le hará caso a ninguna. Esa es su dinámica. Él le dice qué hacer y ella lo ignora. ̶¿Estás bien, hermano?, pregunta Adam, desviando la mirada de Kate hacia mí mientras regreso a nuestra mesa. Supongo que debió haber visto la expresión de confusión y enfado que aún tenía en la cara y se puso a investigar. ̶ Sí, tenía que ocuparme de algo, les digo. Todas las miradas en la mesa se centran ahora en mí. ̶ Apuesto a que ese algo tenía que ver con cierta pelirroja, dice Charlie, sonriendo. ̶ No. Odio a esa chica, digo. ̶ ¡Y quítense esa sonrisa de sus feas caras!. ̶ ¡Ahí viene!, dice Nick con cara de asco. Cuando me giro, veo a Lily entrar por la puerta de la cafetería con una enorme sonrisa. Dejo escapar un gemido. Joder. Esta chica parece no entender las palabras. Ya no la soporto. —Hola, cariño —dice mientras se sienta a mi lado en la mesa. No se me escapa la mirada que le lanza a Kate—. ¡No la mires así, joder! —le espeto—. Y no vamos a repetir esto. Ya te dije que se acabó lo de ser rollo de una noche y que puedes ir a buscarte a otra. —¿De qué hablas? Ah, ya veo. Sigues con tu berrinche —dice con tono condescendiente, como si tuviera algún poder. Que lo sepa esta zorra: aquí el que manda soy yo. Puede conseguir que los demás imbéciles de esta escuela hagan lo que quiera, pero conmigo no va a funcionar. —Vete a la mierda con ese gilipollas con el que te has estado acostando. No me gustan las segundas partes —le digo, sonriéndole mientras su cara se pone roja como un tomate.—Y no vamos a repetir esto. Ya te dije que se acabó lo de ser amantes y que puedes ir a buscarte a otra. —¿De qué hablas? Ah, ya veo. Sigues con tu berrinche —dice con tono condescendiente, como si tuviera poder. Que lo sepa esta zorra: aquí el que manda soy yo. Puede conseguir que los demás imbéciles de la escuela hagan lo que quiera, pero conmigo no va a funcionar. —Vete a la mierda con ese idiota con el que te has estado acostando. No me gustan las segundas partes —le digo, sonriéndole mientras su cara se pone roja como si fuera a explotar.—Y no vamos a repetir esto. Ya te dije que se acabó lo de ser amantes y que puedes ir a buscarte a otra. —¿De qué hablas? Ah, ya veo. Sigues con tu berrinche —dice con tono condescendiente, como si tuviera poder. Que lo sepa esta zorra: aquí el que manda soy yo. Puede conseguir que los demás imbéciles de la escuela hagan lo que quiera, pero conmigo no va a funcionar. —Vete a la mierda con ese idiota con el que te has estado acostando. No me gustan las segundas partes —le digo, sonriéndole mientras su cara se pone roja como si fuera a explotar. —¿Qué demonios, Rayan? Eres un verdadero imbécil, ¿lo sabes? No creas que puedes volver conmigo la próxima vez que te sientas solo. Los dos sabemos que siempre vuelves —suelta antes de suspirar y marcharse—. ¡No lo haré! —le digo con voz alegre—. Sabes que está completamente loca, ¿verdad? —dice Kate desde su asiento—. ¿Siempre ha estado así de chiflada? Puedo con ella. —Sí, siempre lo ha estado —responde Kate con voz venenosa—. Tranquila, asesina. No te hará daño, o tendrá que vérselas conmigo —le digo—. No me preocupo por mí —creo oírla murmurar, pero no estoy seguro—. ¿Qué hacemos ahora? ¿Vamos a clase o...? —dice Adam y luego se queda callado, dejándome la decisión a mí. ̶Vamos al campo a fumar hierba. No tengo ganas de ir a más clases hoy y necesito algo para relajarme, les digo. Todos recogen sus cosas y vamos a las taquillas a buscar nuestras mochilas. Una vez que tenemos todo lo necesario, salimos al campo y nos dirigimos a la parte de atrás. La parte del campo donde nos reunimos está junto a la valla, donde nadie de la oficina puede vernos. No es que vayamos a meternos en problemas por estar aquí, ya que mi padre es el dueño y los padres de los chicos también son miembros prominentes de este pueblo. Tenemos un estatus intocable en este pueblo y en esta escuela. En cuanto a Kate, nadie se atreverá a tocarla. Ningún m*****o del personal se mete con ella desde que está conmigo y se lo he hecho saber a la escuela. Es la única de nosotros que no tiene estatus, pero no se lo reprochamos. Ahora que es m*****o de nuestro grupito, todos los demás tienen que acatar las normas o arriesgarse a nuestra ira. Cuando llegamos a nuestro sitio, todos tiramos nuestras mochilas en el césped y nos sentamos en fila, con la espalda contra la valla. Este es nuestro sitio habitual cuando queremos estar solos y pasar el rato. Saco un porro de la mochila, lo enciendo, le doy una calada y se lo paso a Kate. «¡Ni hablar!», gruñe Adam al quitárselo. Pongo los ojos en blanco.
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