EL PRINCIPIO DEL CAOS

690 Words
{JACK} Por fin. Hora de salir del instituto. Estoy en el último curso. Me he inclinado por la rama de las ciencias, que es lo que a mí verdaderamente me apasiona y el año que viene tengo pensado coger la carrera de medicina si me llega la nota. Me cuelgo la mochila en los hombros y salgo del instituto. Voy hacia la parada de autobús donde ya hay una pequeña multitud. Cojo mi móvil y mis cascos y escucho música mientras espero al bus. Tengo unas ganas tremendas de llegar a mi casa. Estoy muy cansado y tengo mucho sueño. Pasa un cuarto de hora y todavía no ha llegado el autobús. Algunas personas empiezan a impacientarse y deciden ir andando a sus casas. Yo espero otro cuarto de hora, pero es en vano, no viene ningún autobús. Se habrá estropeado, es lo más probable. Soy el único que queda esperando al transporte público. Suspiro. No tengo ganas de ir andando hasta mi casa que está más lejos que las de ningún otro. Pero tengo que hacerlo. No me queda otra. No va a venir ningún autobús. Camino ligero, esta vez por las calles y no por el sendero por el que fui esta mañana, no quiero volver a ver intestinos. Las calles siguen igual de ajetreadas que siempre, puede que incluso más. Voy escuchando música a todo volumen, absorto de todo lo que pasa a mi alrededor, pensando en mis cosas. Cuando empiezo a caminar por las afueras y una vez que me quito los auriculares, el silencio me abruma. Solo silencio, solo interrumpido por los cántaros de los pájaros. Hoy no veo que ningún coche pase por aquí. Cada día que pasa, maldigo vivir tan lejos de todo, aunque, por otra parte, me gusta. Me proporciona una tranquilidad que es imposible tener en el pueblo en sí. Veo mi casa a lo lejos. Ya casi estoy. De repente, me paro. Tengo un mal presentimiento. No se escucha el ruido de los animales de la granja. Me estoy volviendo demasiado paranoico. Sigo adelante y llego a mi casa. La puerta está abierta, no me hace falta coger la llave que llevo colgada de un collar alrededor del cuello. Entro y cierro la puerta. - ¡Ya estoy aquí!- saludo como cada día y subo a mi cuarto sin esperar a que mis padres me respondan. Recuerdo que esta tarde iba a venir mi prima a traerle algo a mis padres. Aprovecharé y le preguntaré si pasa algo entre ella y el niñato ese en el que tanto se fija. No me cae bien y creo que no es bueno para mi prima. Es un chulo, un prepotente y tiene el ego muy subido. Ella se merece alguien mejor. Aunque no creo que estén saliendo. Eso espero. Dejo la mochila en el suelo y me dejo caer en la cama, agotado. Hoy he tenido que caminar bastante. Me ruge la tripa. Tengo hambre. Bajo las escaleras y voy a la cocina. No hay nadie. Peor. No hay nadie y la cocina está patas arriba. Una sartén en el suelo, platos y vasos rotos. Un horror. ¿Dónde se han metido mis padres? Si se hubieran ido me habrían dejado una nota y me habrían dejado la comida. Parece que no me equivocaba al tener un mal presentimiento. Sigo sin escuchar el sonido de los animales. Salgo por la puerta trasera para dirigirme al granero. Lo que veo me deja sin respiración. Sangre. Es lo primero que pienso. Sangre y muchos órganos. Me llevo las manos a la boca totalmente desconcertado. ¿Pero quién puede haberle hecho esto? ¿Quién puede haber matado a todos estos animales? No puedo moverme. Estoy demasiado acojonado. En lo primero que pienso es en un asesino. Solo un asesino ha podido hacer esto. Y llevarse a mis padres... Me doy cuenta de que estoy llorando. Tengo lágrimas por toda la cara. Jamás había visto algo tan espantoso. Órganos de las gallinas, de los cerdos, por todos lados. Mi precioso caballo, tumbado en el suelo, con los órganos fuera de su cuerpo. No doy crédito a lo que ven mis ojos. Simplemente, es imposible... Y el asesino que haya hecho esto aún puede estar cerca. Reacciono y empiezo a correr hacia mi casa. Cierro la puerta trasera y echo a correr, pero de pronto...
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