Escándalo

Extrañamente perturbada

“Andy, perdóname por no haber llegado, tuve un percance. Por favor, dame la oportunidad de una nueva cita”

Las disculpas y cancelación del reencuentro llegaron tres horas después.

Inicialmente Andrea trató de ser una mujer comprensiva. Creyó que quizá no había asistido porque sufrió un accidente o tuvo algún problema de gran magnitud. Intentó comunicarse con él por llamadas tras casi media hora esperando, sin embargo nunca contestó.

Por su mente pasaron mil y un maneras en las que Sebastian podría accidentarse. Quizá un choque en moto, un asalto o hasta encontrarse parado en el momento equivocado en medio de un tiroteo.

Rezó internamente para que nada malo le hubiese ocurrido y tras cuarenta minutos de espera decidió volver a casa. No quería pensar que la había dejado plantada, pero cuando escuchó aquel mensaje de voz excusándose con simpleza, trató de respirar para no dejarse llevar por las emociones.

“Eso me pasa por meterme con chiquillos, ni siquiera pueden comportarse a la altura”

Él estaba bien, nada malo le había ocurrido y ni siquiera fue capaz de llamar o avisar que no podría ir. ¡Malditos mocosos carentes de educación!

Optó por dejarlo todo ahí

No respondió ningún mensaje más, desvió todas las llamadas y se dedicó a trabajar.

Cerca del mediodía, la cumbre de sus problemas llegó. El jefe del departamento, Ashton Levin, llegó hasta la oficina con la prisa de siempre y esa mirada lasciva que parecía tener solo para ella.

Más de uno en la oficina notaba que el hombre empleaba un tono más dulce y educado con ella. No habían tenido la oportunidad de estar a solas (para suerte de Andy), pero estaba segura de que en cualquier momento pasaría y justo era ese.

–Andrea –llamó personalmente desde su oficina– ¿Podrías venir y traer tu informe de la semana?

Ella suspiró mientras tomaba lo necesario de su escritorio y obviando todas las miradas juzgadoras de su alrededor se dijo a sí misma que debía ser breve. No quería alargar la extraña privacidad con ese tipo en un espacio cerrado.

Cuando ingresó a la oficina y cerró la puerta tras su ingreso, halló a Ashton tecleando algo urgente en su laptop. Al notar su presencia dejó todo de lado y le sonrió afable, la invitó a sentarse para que se relajara.

–Andrea Rivera… –suspiró coqueto y metió la mano a sus bolsillos para darse un aire de familiaridad y desenfado– o debería decir, nuestra estrella en ascenso. Tus diseños de novia han sido un revuelo durante estas últimas semanas.

De algo así estaba enterada, sin embargo hasta ese momento nunca le habían dado algún detalle específico sobre donde acababan sus creaciones.

–Anda, no seas tan modesta. ¿Sabías que uno de tus vestidos fue el más peleado? –ella no entendió– Si… Lo querían para el vídeo de un proyecto musical y a la vez para el matrimonio de una cantante de moda en estos últimos días.

–¿Qué? –Preguntó sorprendida–

–Si… ¿Conoces a Greta Ludwin? –claro que sabía quien era. Una cantante de pop en ascenso– Bueno, ella vio el vestido y se enamoró de él a primera vista. Pagó varios millones como capricho por él.

–Wow… Eso me sorprende.

–Tranquila, me aseguraré de que recibas el porcentaje que mereces por eso. –Andy estaba francamente sorprendida, su actitud era muy noble y justa– Después de todo, en esa cabeza tuya está nuestra mina de oro.

–Gracias… –susurró algo incómoda–

–Cuéntame un poco sobre ti, me gustaría conocer a la mente maestra tras estas obras de arte. –ella intentó no sonrojarte, el hombre se acercó sentándose cerca–

–Creo que sería mejor que hiciera la pregunta directa señor Levin ¿Qué es lo que quiere saber exactamente?

Él sonrió complacido al comprobar que era como ya le habían dicho, una mujer directa.

–Me gustaría invitarte a cenar.

Andy sintió un vuelco en el estómago.

Ashton Levin no era un tipo feo o poco agraciado. Sus ojos miel y porte alto lo hacían aún más atractivo, no obstante, algo en él no terminaba de cuadrar del todo y ella siempre hacía caso a su instinto.

–Esta noche –continuó con la invitación como todo un galán– Tómalo como una pequeña celebración por tu gran logro.

Ella carraspeó para interrumpirlo.

–Señor Levin, estoy muy agradecida y honrada por su invitación. También debo confesar que me pone muy feliz que tenga tanta confianza en mis habilidades pero hoy tengo un compromiso impostergable.

Sonrió suave, sin esperar la insistencia de la otra parte.

–Entiendo ¿Entonces lo agendamos para mañana?

Ella respiró hondo antes de darle la negativa rotunda.

–Perdone, es que mi novio tenía planes para nosotros en estos días. Espero que no lo tome como un desaire de mi parte…

A Asthon no le quedó más que sonreír hipócritamente.

–Tranquila, no hay cuidado. De igual forma la invitación queda extendida por si decides tomarla.

Cuando Andy miró su reloj de mano notó que ya habían pasado casi veinte minutos más de la hora de salida. Sabía que aquella tardanza en la oficina del jefe le costaría comentarios equivocados y rumores falsos por parte de sus compañeros al día siguiente.

Salió de allí extrañamente perturbada, sintiendo que era observada en todo momento por el hombre que dejó atrás.

Salió del edificio por la puerta principal para no encontrarselo en el estacionamiento, aunque se sorprendió al notar que la miraba desde la ventana de su oficina.

Caminó hasta la acera tratando de huir de allí, iba a parar un taxi pero la imagen que menos esperaba la sorprendió.

Sebastian estaba parado ahí junto a su moto.

–¿Andy? –consultó como si no pudiese creer que la encontró–

–¿Sebastian? –Y nunca sintió más alivio se verlo– ¡Cariño! ¡Qué bueno que estás aquí!

Sebastian no entendió y Andy tampoco se lo iba a explicar (al menos no en ese momento), pero corrió hasta él para darle un abrazo y un beso en la mejilla que lo tomó inesperadamente. Él sintió el bulto en sus pantalones endurecerse de inmediato, así de poderosa era esa rubia con un solo toque.

–Andy yo…

–Sh… Calla. Ya sé que querías sorprenderme… –miró su moto con cierta chispa de travesura en los ojos– ¿Nos vamos?