Capítulo 2 - El chico

1557 Words
—¿Pizza? —cuestioné en dirección a Kayler, quién se encontraba frente a mí. El mesero nos había traído una pizza familiar solo para los dos. Él asintió. —Es tu favorita, ¿no? La verdad lo era, pero justo en este momento no quiero. Sin embargo, quizás él tenía razón. Debía comer, ya que mi apetito deseaba otras cosas. Y tengo que llenarme de pizza, aunque no quiera, para detener el hambre. Kayler empezó a comer, así que lo imité. Al probar la pizza sentí un sabor raro, era obvio, no la sentía igual. Pero haciendo toda mi fuerza de voluntad logré tragar. Escuché una risa de Kayler. —Debes ver tu cara, cualquiera diría que estás sufriendo. Elevé mis cejas y puse mis labios en una sola línea. —Kayler, ¿alguna vez has... Comido... humanos? —murmuré a lo bajo. Lo miré atento. Él me dio una mirada extraña, dejó su pizza en el plato. —Nunca —respondió seguro—. Comer humanos está prohibido para nosotros. Al menos para nuestra manada. Bajé mi vista a mi plato. Kayler no puede saber esto. Querrá que nos regresemos. —Y cuando tenían necesidad de comerlos ¿que hacían? —empecé a jugar con la pajilla de mi jugo. Pude notar que su mandíbula se desencajó, también tensándose en el momento. —Para eso están los animales, venados y eso. Eso mata nuestra sed. Son nuestra comida. —dijo—. Carolina, ¿acaso tienes esa necesidad? Me miraba atento. —Pff, no —respondí con obviedad—. Solamente era curiosidad. Achicó los ojos un momento. —La etapa no dura —añadió—. Es pasajera, suele pasar cada año. Por eso cuando nos llega el momento tenemos las presas en un lugar seguro. Asentí. Lastima que aquí no hay presas de ese tipo, quedaron en el pueblo. Y ahora no sé qué hacer, no quiero asesinar personas. Seguí comiendo la pizza. —Carolina, sabes que puedes contarme lo que sea, estoy aquí para ayudarte. Te amo y nunca te dejaré sola. —me tomó la mano. Le sonreí. —También te amo, tontito. Se acercó a darme un beso en la boca. El resto de la tarde la pasamos en ese restaurante, platicando o riendo por cualquier cosa, a veces miraba que se quedaba ido, también observaba que sus ojos se ponían negros, algo que me sacó de onda porque no estaba enojado ni nada. Es como si no lo pudiera controlar. Intenté preguntarle pero me dijo que solo era por la luna azul que pasará este año. Y él tendrá que ascender. Al llegar a la residencia me senté en el sofá y encendí la tele. Kayler había pasado comprando algunas cosas en el supermercado y estaba llenando la nevera. Al terminar se sentó a la par mía. —Oye, ¿qué pasará cuando asciendas? No me miró. —Mi padre dijo que sería más fuerte. Elevé las cejas. —¿Te dieron tu horario? —me preguntó. En realidad me cambió el tema. —No, iré mañana temprano. Las clases comienzan en la tarde. —A mi me lo enviaron por correo, tengo clases en la mañana. Pero si quieres que me quede contigo... —Kayler, sabes que no puedes hacer esto, es el primer día. Rió. Hizo un rápido movimiento en el que quedé sentada ahorcadas en su cintura. Sonreí. —Sabes que eso no me importa, te sorprendería saber que quizás sea como cuando estábamos en la preparatoria. Me besó. —¿Popular y faltar a clases? —lo miré. —Ujum —me empezó a besar el cuello. Afuera ya era de noche. —Me pregunto cómo hiciste para graduarte. —gemí. —¿Recuerdas lo que te dije cuando fuimos a la preparatoria Jhonson? —No. —Que no solo en nuestra preparatoria teníamos influencias. Me miró. —Algún día me contarás qué es lo que haces. —Otro día, ahorita tengo otras cosas en mente. Me besó, puse mis manos atrás de su cuello, sobándole el cabello. Él bajaba y subía sus manos por mi espalda. Se puso de pie, cargándome, y empezó a caminar a la habitación. Nuestros labios no se despegaban, empecé a quitarle los botones de la camisa. Pude notar que abrió la puerta de la habitación y luego la cerró estando adentro. Me dejó caer en la cama, soltándome, para después quitarse la camisa frente a mí, dejando ver su plano abdomen. Me quité la mía, quedando en brazier. Se abalanzó a mí, besándome, acariciando mis muslos y espalda. Kayler es impresionante.  ***  Al abrir los ojos me sentí pesada y cansada. Noté que Kayler no estaba en la cama, luego escuché la ducha, supuse que estaba ahí. Todavía no era hora de ir a la universidad, la que quedaba en la parte de atrás. Me sentía llena, demasiado. Toqué mi panza, sintiéndola grandecita. Quité la sábana y me levanté de repente, llevándome una mano a la cabeza. ¿Qué había pasado? ¿Había comido? ¿Será que estuve sonámbula anoche y comí? Corrí a la cocina, abriendo la nevera, sorprendiéndome que toda la comida y la carne estaba ahí. Intacta. ¿Entonces? Al tragar sentí un sabor extraño en mi boca, pero no me dio asco ni nada, al contrario, me gustó. —¿Carolina? —escuché la voz de Kayler, luego lo vi venir por el pasillo, secándose su cabello con una toalla, también traía una en la cintura. Uh, se mira super sexy. Concentrate, Carolina. —Estoy aquí. —le dije, apoyándome en la encimera de esta para parecer casual. Él atravesó el umbral y me miró ceñudo. —¿Estás bien? Te levantaste temprano y eso es raro en ti —se acercó. j***r, su cabello mojado le da un aire tan ardiente. Es como esos modelos de revistas. Y es mi novio. —Sí, es solo que quise... prepararte el desayuno —mentí, pude percibir que ni yo misma me lo creía por mi expresión. Arqueó una ceja divertido. —Eso es nuevo, —me besó. Le devolví el beso—. Solo prefiero café, amor. —me miró. Lo abracé. —Está bien.  ***  Dos horas después de que Kayler se haya ido, me había bañado y vestido para ir a la dirección en busca de mi horario, no seguí pensando en lo de la mañana. Decidí ignorarlo y pensar en que ya se había ido el hambre feroz. Salí de la residencia en busca de las aulas. Bajé el ascensor, caminé hacia el campo, era enorme. Más adelante pude ver la universidad. Era enorme. Habían chicos afuera y los demás me imagino que están en clases. Detrás de la universidad había solo bosque, eso fue lo que me dijo Kayler, y estaba bien. Atravesé las puertas de la universidad, subí escaleras hasta llegar al último piso. Pasé por aulas, escuchando los murmullos de los estudiantes y a los profesores impartiendo su clase. Al fondo había una puerta en la que decía dirección. Toqué dos veces. —Adelante, —se escuchó decir. Abrí la puerta y pasé. No sé porqué pero esta escena me parece muy familiar. Estaba una señora sentada tecleando en su computadora, su mirada cayó en mi. —Hola, soy Carolina Lane, estudiante de primer año de la carrera hoteleria, mi horario no fue enviado a mi correo así que decidí venir. —¿No lo enviaron? —cuestionó a la hora que buscaba algo en unas carpetas. —No. —Le pedimos disculpas —sacó unos papeles y elogió uno—. Suerte que teníamos algunos imprimidos por ahí. —me entrego la hoja. La tomé. —Gracias. Salí de inmediato revisando mi horario. La primera clase era a las dos y luego la otra a las cuatro, al parecer hoy solo recibiríamos dos clases. La salida sería a las seis. Bajé las escaleras para volver a mi residencia, al estar afuera, en el campo, las palabras de una chica llamaron mi atención. —Lo encontraron muerto detrás de la universidad. Ahí están todos los de la clase en este momento. Sí, iré a ver. —la chica iba hablando por teléfono, al decir eso último cortó. ¿A quién encontrarían muerto? Ella se apresuró a caminar al punto dado. La seguí sin pensar. Al llegar pude observar a un grupo de personas rodeando el cuerpo. Me acerqué a ellos, pero antes unos brazos me tomaron por la cintura. Me giré a él exaltada. Mi corazón latía a mucha prisa. —Kayler, —le dije llevándome una mano al pecho—. Me asustaste. —¿Qué haces aquí? —cuestionó. —Vine por mi horario. —me giré a las personas, tenía que ver quién era. —¿Qué le pasó? —le pregunté sin mirarlo. —Algo lo atacó —respondió a lo bajo—. No veas, está deforme, bueno, solo el cuerpo porque la cara está intacta. Es como si se lo hubieran comido. Debió de ser un animal muy hambriento. Sentí que la piel se me erizó en ese momento. Los chicos se empezaron a despejar de ahí, hasta el punto en que pude ver su cuerpo con claridad. Estaba asustada, mi pulso iba rápido. Tenía miedo. Abrí los ojos del asombro al mirar el rostro del chico, era el mismo al quién estaba observando ayer. El mismo a quién deseaba comer. Mierda. No puede ser. Él está muerto. La mitad de su cuerpo no está. Es decir, si está pero está vacío. Como si un animal lo estuviera comiendo. —¿Carolina? —Kayler se puso a la par mía. Supongo que la sorpresa en mi cara es evidente. —¡Encontramos algo! —gritó alguien, apareciendo donde nosotros. Todos giramos en su dirección. El chico traía ropa hecha pedazos en sus manos. No puede ser. —Esto estaba detrás de unos arbustos. Supongo que ese chico estaba con una chica. —le dijo a un profesor. Miré a Kayler horrorizada. Él me miraba sorprendido, atento y serio. Sin decir nada. Le di una mirada triste. Esa ropa era la misma que yo llevaba ayer. Y él lo notó. ¿Qué mierdas hice anoche? —Pero la pregunta es —siguió el profesor—. ¿Quién es esa chica? La mirada de Kayler era de decepción, eso me parte el corazón. Pero lo pero es que me había convertido en una asesina, y lo más peor, es que ni siquiera me acordaba de nada. Y esto me traerá muchos problemas, en especial con Kayler.
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