Anaia D'Angele
Me desperté con un punzón en la cabeza y me encuentro a cara con un kol, él me empuja contra la pared e hizo el intento de quemarme pero traté de usar mi poder contra el, logré salir por la ventana, siento el ardor en la espalda y supe que ya no podría escapar, en este momento desearía tanto que Jeremy estuviera conmigo.
Trato de pararme pero me dejo muy débil, lo peor es que no entiendo como, siento que alguien me carga pero estoy bastante mal para fijarme en eso.
Rian Nariot
Subo a la habitación de Anaia para ver si va a bajar a desayunar pero no la encuentro, veo la ventana abierta y me asomo que tampoco está ahí.
—No está, Anaia no está. — Todos me miran como si estuviera loco, empezamos a buscar por el patio y las demás habitaciones y nada, la única opción que nos queda es hablar con sus padres.
Suenan muy enojados al saber que descuidamos a su hija, nos indican dónde encontrar a sus hermanos y nos dirigimos a esa casa.
—¿No saben más nada? ¿Algún sonido o algo roto? — todos negamos.
—Yo creo saber algo, pero no estoy totalmente seguro. — Todos esperamos la respuesta de Leix. —No puedo decir nada. — Comimos en la casa de sus hermanos mientras pensábamos que íbamos a hacer.
Cuando volvimos a la casa nos encontramos un tipo de estatua de cristal de Anaia. Parece hacer estado corriendo con una expresión de miedo y desesperación.
Anaia D'Angele
Al despertar me veo con las manos pegadas con imanes q una silla. Aunque estos no me parecen del todo normal, parecen de acero y por más que intento soltarme no pasa nada. Al inspeccionar el lugar comprendo donde y con quien estoy.
—¡Ya puedes dar la cara, maldito! — Kiran sale de su escondite. Me dirige una mirada de decepción. Kiran es bastante alto, sus ojos son azul marino, pero de una forma que cuando los vez te quedas impactado. Su cabello es un combate entre el rubio y blanco.
Sus expresiones, en lo que más me fijé la primera vez que lo vi. Pues bien, en este momento Kiran me tiene atada a una silla totalmente de acero, mientras me mira decepcionó, supongamos que es porque no me defendí del kol.
Antes de poder decir otra cosa, por el pasillo se escucha la voz de Kala; chillona, fina y melodiosa. Así se podría decir que suena su voz. Pero a mi me estresa bastante.
—¡Hola, Anaí! Que gusto verte por aquí.— su voz hace que me zumben los oídos. Al ver a Kiran su sonrisa va disminuyendo hasta dar con su molestia de estar en la misma habitación que el. Son ex, y se que les duele porque estuvieron bastantes años juntos.
—Solo preguntaré algo ¿Porque mierda los kol están en la tierra?— Kiran da un largo suspiro pensando una respuesta.
—Escaparon de la galaxia.—dice casi en un susurro— Dudamos que los que habitaban allí estén vivos. —estamos en peligro. Todos los planetas por cierto. En eso me llega otra duda.
—¿Tú conoces a Leix Nariot? —él asiente y yo sonrío ilusionada— Ay, es un dominante. —susurró más para mi.
—Entonces... ¿Qué se supone que hagamos para mandarlos de nuevo a la galaxia? —cuestiona Kala con preocupación.
—Tenemos que encontrar a la persona que está al mando de la galaxia para devolver a todas esas cosas que andan rondando. Tú... —me señala— Tienes que mantener a tus compatibles fuera de esto. Y solo nos faltaría reunir a los supremos, fácil.
—¿Fácil? —pregunto mirándolo como si estuviera loco.
—No tenemos otra opción.
—¿Pero si me puedes soltar? —le digo con desesperación. El uso su poder para desatarme.—Otra cosa. Ya que nos estamos quedando sin energía... ¿Que haremos? —él piensa por unos minutos y dice:
—Eso si está difícil. Tendremos que encontrar la fuente de energía. —estiró mi cuerpo ya que después de estar horas sin moverme me molesta. Pienso en lo que dice Kiran y llegue a pensar que tres cosas que parecen simples, se nos va a complicar.
Kiran nos llevo con unos veinte iguales que nosotros, los reconozco porque son de los más poderosos. Por lo que nos contó Kiran, son un grupo llamado...
Mis ojos se encuentran con los de Jerem. De un momento a otro estamos fuera de la central. Estando aquí cualquier humano moriría, porque no hay oxígeno.
—¿Sabes que tus compatibles están vueltos locos buscándote? —me dice alterado.
—¿Si piensas en mi? —preguntó con emoción. Jerem pone los ojos en blanco y me da la espalda mirando hacia arriba. Lo escucho maldecir varias veces y respirar profundo para volver a darme la cara.
—Tenemos que volver en dos días para no das sospechas. —esta vez no digo. Damos una caminata por las estrellas que ahora al estar en el espacio brillan a nuestro lado con una luz radiante que cualquiera quedaría embobado.
Puedo desmentir algunos mitos, como que la luna es de queso. Una vez cuando era pequeña intenté arrancar un pedazo y al no poder la lamí. Dure una semana vomitando y sin comer nada.
Al día siguiente Kiran nos obligó a levantarnos temprano para tener peleas cuerpo a cuerpo contra robots. Cada robot está programado para nuestra capacidad, el mío está al máximo.
Esquivo todos los ataques, me pone los brazos a la espalda para inmovilizarme pero le asestó un golpe con mi cabeza a la suya. Evitó el dolor que es como un segundo latido pero en la cabeza, antes de que se levante tomo su cabeza y la despegó de su cuello de metal.
Los cables que sobresalen de su cabeza y saltan pequeñas chispas mientras mayor parte de la central grita mi nombre. Los ingenieros en robótica recogieron las partes del robot para arreglarlo.
—Después de tantos años sigues peleando muy bien, pero tienes que mejorar. —las palabras de Kiran son un pinchazo en el corazón. Según yo había mejorado. Cuando llego el medio día comimos algo y nos fuimos a la arquería. Esta es una de mis lugares favoritos del cuartel.
Principalmente porque no tiene techo y así entra la luz del día, en Jake si hay día y noche pero en los otros no totalmente. En Dominio dura más la hermosa noche con estrellas fugaces cada semana. Tomo un arco y la flecha, doy un tiro preciso y así todos los demás.
¿Otro mito? La luna y el sol llevan años intentado estar juntos pero solo tienen acercamiento en los eclipses, por eso me gustan mucho. Al ver a las estrellas reunirse en susurros se que ya es hora de la cena. Esta vez si pude toparme con Kala a lo que le conté de mis compatibles.
—¿Porque es obligatorio estar con unas personas que en algunos casos no conoces? Tener compatibles es una ridiculez, cada quien debe estar con la persona que ame. —sus palabras salen con un aire de tristeza.
—Así es el mundo humano. Muchas cosas son injustas, pero tengo que pasar desapercibida. —pienso en que solo me queda un día aquí, y no se que excusa le pondré a mis compatibles de porque desaparecí.
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Desperté con el corazón palpitando como loco. Miro a mi alrededor y noto que es mi habitación en la casa de los Nariot. Me pongo de pie y doy vueltas alrededor de la cama pensando ¿Cuando volví? Y qué excusa le pondré a mis compatibles.
Trago grueso y hice a un lado la cortina para ver que todavía no había salido el sol, así que volví a retomar mi sueño.
Al confirmar que ya era de día me aseé, voy al primer piso y le doy uso a mi plan.
—Buenos días Anaia. —saluda Mikhael con una taza del café en la mano y los otros me ofrecen sonrisas cálidas.
—Buenos días chicos. —tomó asiento en la mesa y desayunamos como una familia perfecta. Después de un rato Liam me pidió que lo acompañara a una habitación y al entrar también me encontré con Leix.
—¿Por qué? —me pregunta Liam y yo lo miro confusa.— Le manipulaste la mente a nuestros hermanos. —el peso de la culpa me cae encima.
—Es que yo...
—Cariño, nos podías decir a nosotros. Nosotros fuimos a buscarte. —dice Liam acunando mi cara en sus manos. —Solo queremos un poco de tu confianza.
—Pues si quieren mi confianza tendrán que ganársela. —ellos me miran dudosos y les cuento lo que hablé con Kiran.
—¿Eso es fácil? —pregunta Leix.
—¡Eso mismo le dije!
—Loan desapareció. —dice Liam repentinamente. Leix se hace una bolita en el piso y en mi mente solo cabe que es mi culpa.
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Después de cenar los tres esperamos que todos estuvieran durmiendo para volver a Dominio después de tantos años.