12 Sydney despertó de su sueño profundo cuando alguien golpeó con fuerza la puerta. Gruñó y se volteó para ver el reloj. Decía que eran las nueve y treinta de la mañana. ¿Qué? Se arrastró fuera de la cama y se puso sus pantuflas para ir a la puerta. Jessie estaba en el porche con dos cafés grandes para llevar. —Lo siento, Jess. Me quedé dormida. Jessie le entregó una taza y la siguió de vuelta al interior. —No me sorprende. Ayer llevamos muchas cosas a la casa de la granja. Pero todavía tenemos tiempo de sacarte de aquí y llegar a tiempo para la entrega de los muebles a las once de la mañana. Sydney se enrolló en el sillón y sorbió su café. —Me alegra haber podido conseguir casi todo el mobiliario en una sola tienda. Todo lo que necesito es el comedor adecuado para los clientes

