No había sido fácil dormir durante las noches y es que a cada momento a mi mente venía un recuerdo junto a Alexander. Había pasado tres meses desde mi llegada aquí y aún no me atrevía contarle a mi madre lo sucedido con Alex y agradecía que tampoco me preguntase por ello. Había cambiado de número telefónico y solo le había dado mi número nuevo a Fanny e Ivan con la condición de guardarlo con otro nombre para que ni Fernando ni Alexander lo descubran. —Cariño, ¿Lista para ir a la clínica? —Si mamá, la doctora Michells nos atenderá a eso de las dos de la tarde. —Pues andando porque se nos hace tarde. Subo a la camioneta y sube conduciendo con una gran sonrisa mientras canta. Acarició mí vientre, observando el paisaje. Mi abultado vientre ya es notable y es que mi pequeño retoño ha cr

