Llegaba a clases arrastrando los pies por el suelo, sin ganas, mientras intentaba sacar de una vez la deplorable condición de mi tía de mi cabeza. —Ash— me sonrió Karol al llegar a mí. La miré algo decaída, y ella me miró preocupada. —¿Estás bien? ¿Por qué estás así?— preguntó, tomándome de los hombros para examinarme. Le sonreí débilmente, sin muchas ganas. Los recuerdos me atacaron y no supe cómo defenderme. —Confesé triste y sin ganas. Ella suspiró pesadamente y me abrazó con fuerza, como si necesitara asegurarse de que estaba bien. Devolví el abrazo, pero de manera ligera, pues no tenía ganas de nada. —Princesa— me habló esa voz, y un escalofrío recorrió mi espalda. Karol miró con desdén a Rusther, que estaba detrás de mí. Me pareció curioso, ya que siempre le había encantado él,

