— Presente — Lloraba, sollozando de manera que ni siquiera mi garganta podía soportarlo. Los recuerdos, esos malditos recuerdos, llegaban a mi mente como una ola brutal, arrasando con todo a su paso. No podía escapar de ellos, no podía dejar de revivir esa imagen, esa imagen tan aterradora, tan grotesca de mi tía. Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro mutilado, las marcas de los cortes en su piel, esas heridas crueles que formaban palabras denigrantes sobre ella. La idea de que alguien pudiera hacerle algo tan horrible a una mujer que me había dado tanto amor, una mujer que había sido como una segunda madre para mí, era algo tan profundamente devastador que me dejaba sin aliento. El dolor no solo era físico, era emocional, psicológico, y sentía como si me estuviera desmoronando po

