Miré de reojo a la chica, la que ahora se alejaba de mí, caminando con una furia palpable en cada paso que daba. Gruñía entre dientes, molesta por lo que acababa de suceder, y no pude evitar notar cómo sus puños estaban apretados con fuerza, como si estuviera a punto de estallar. Era extraño, ver cómo esa rabia, esa frustración, se reflejaba en su rostro. No entendía qué la hacía tan vulnerable a mis provocaciones. Quizás nunca lo haría, pero eso solo incrementaba mi curiosidad. Cuando vi que desaparecía entre la multitud, dejé que el silencio se apoderara del momento. Mi mente estaba llena de preguntas, pero ninguna respuesta clara. Sin embargo, algo en su declaración me dejó intrigado. Esas palabras cargadas de veneno, esa fuerza con la que me golpeó… ¿qué había detrás de todo eso? No e

