En ese momento, Joe supo por fin qué quería decir eso de no enfadar a todo el mundo. Los hombres le dieron puñetazos y patadas, y las mujeres le arañaron y golpearon. Joe gritó mientras se agarraba la cabeza y parecía extremadamente aterrado. Especialmente Chad, que convirtió la derrota en victoria con la ayuda de esta gente, golpeó la cara de Joe con una patada, casi arrancándole los dientes. —Bastardo, me gustaría ver si te atreves a ser arrogante a partir de ahora. ¡Vamos, todos! Golpeadle con fuerza. A ver si se atreve a intimidar a la señorita de nuevo. —¡Grande, Chad! —Que se le caiga la boca de la boca. Todos estaban muy enfadados, golpeando y regañando a Joe, y no pararían hasta llevarle a bocados al hospital. Joe no tenía escapatoria y quería pedir clemencia, de lo contrari

