Al descender del avión Emma sonríe —Se me olvidaba lo hermoso que era mi país.
—No tan precioso como tú —Deje un tierno beso en sus labios, Ericka duerme en mis brazos y Zaid camina a nuestro lado. —Vamos a comer antes de ir a casa.
—Yo puedo hacer de cenar cielo —Exclama Emma.
—Me opongo a que cocines, nos encontramos agotados, fueron nueve largas horas en un avión.
—Sé que no cambiarás de parecer, así que vamos —Sonríe, me conoce a la perfección, aunque su rostro denota un poco de temor, también observó en su mirada tranquilidad, debemos ir paso a paso. Con ello nos subimos al coche, de camino a casa nos adentramos en un restaurante acogedor, privado y poco concurrido. Todos cenamos hamburguesas acompañadas de papas, eso no son alimentos para una comida familiar, pero Zaid y Emma se
