Al finalizar mi día en el colegio, me encaminé a la estación de autobuses, mi próximo destino no era mi casa, iría en busca de lo que yo creía que era mejor para todos. Llegué al lugar, donde estaba segura que lo iba a encontrar. El sol se había ocultado y di gracias porque las gradas donde me iba a sentar no tenían techo, no quería broncearme más de lo que lo había hecho el día anterior, miré al campo de fútbol americano, donde estaban alrededor de veinte personas con sus respectivos uniformes, excepto el entrenador, que llevaba un short deportivo, camiseta blanca y una gorra negra. Entonces, después de observar todos y cada uno de los uniformados pude verlo con el numero veintitrés en su camiseta, su rubio cabello se alborotó al sacarse el casco, ahí estaba, era obvio, jamás faltaría

