En las siguientes dos horas, me había encargado de ir a las autoridades a denunciar al padrastro de Maddie, me importaba un pepino las veces que ella me pidió que no lo hiciera, no iba a permitir que ese desgraciado estuviera libre por las calles y actuando de lo más normal después de todo el daño que causó, ni siquiera me importó que seguía con mi uniforme de porristas, salí del hospital hecha una furia y los chicos entraron a la habitación, sabía muy bien que Maddie no pronunciaría palabra alguna estando ellos presentes. El policía que recibió mi denuncia, debía escuchar la declaración de la víctima, o sea de Maddie y para este momento tenía miedo que ella cerrara su boca y esta vez para siempre, pero yo me encargaría de hacer justicia, por Maddie y quizá por muchas víctimas más. Al vo

