Amber consultó unas notas. —Necesitamos aprender defensa personal para lidiar con los tipos rudos. Deberíamos llevar gas pimienta, por ejemplo, y saber usarlo. Necesitamos a un tipo, preferiblemente grande y amenazante, que parezca nuestro protector y ejecutor. Necesitamos un peinado impecable y cuerpos tonificados. También necesitamos poder caminar kilómetros en tacones, no solo desde la limusina hasta la habitación del hotel. —
Continuó. —Necesitamos estudiar a los hombres y aprender qué les atrae y qué no, sobre todo a los que queremos como clientes. Necesitamos ser cosmopolitas, urbanas y elocuentes, aunque probablemente no nos importe eso último. Tenemos que dejar de ser tímidas; necesitamos ser extrovertidas; ya sabes, fingir hasta que lo consigamos. Eso será difícil para mí; soy tímida por naturaleza. Necesitamos aprender mucho sobre la parte más exclusiva de esta geografía, en particular el centro de Tampa y las zonas de playa de lujo: clubes, restaurantes, bares, comidas, vinos, licores y todo eso. También necesitamos conocer los lugares sórdidos: clubes de striptease, sitios de encuentro para gays y lesbianas, burdeles y quién sabe qué más. Necesitamos aprender a coquetear, a coquetear de verdad, y no a la versión universitaria de lo que se hace pasar por eso. Todo eso es mucho pedir. —
Kat dijo. —Mira, no tenemos que ser expertos para empezar, solo necesitamos aparentar un poco. Propongo que diseñemos un plan para adquirir todas estas habilidades y completemos los detalles que necesitaremos, como cómo encontrar clientes. Mientras tanto, podemos ver si podemos conseguir a otras personas que necesitaremos. —
Edie dijo. —Estoy de acuerdo. Creo que cada uno debería dedicarle un día o más a esto a la semana. Antes de comprometernos, ¿estamos todos de acuerdo con esta idea? Es un cambio de vida. —
—Estoy dentro.—
Amber suspiró. —Yo también, aunque necesitaré que me tomen la mano muchas veces. —
* * * * *
Me duelen los pies. Nunca pensé que caminaría con tacones desde Osgood Hall hasta Colburn Hall. Parece que son treinta kilómetros. Kat se detuvo junto a un árbol, se apoyó en él, se quitó un zapato y se frotó el pie.
Edie se rió. —Deja de quejarte. No es ni media milla. Además, te ves muy bien con esos pantalones grises y tacones de aguja, incluso sexy. Apuesto a que alguno de tus profesores se te insinuará. —
—Eso sería un lujo. Tienen menos dinero que la mayoría de los estudiantes. Mira qué mal están los coches en el aparcamiento de la facultad. —
—Todavía puedes cambiar de opinión.—
—No. Esto es para siempre. Esta es mi nueva imagen para el resto de mi vida. Lo que no me mata, me hace más fuerte.—
Amber llegó cojeando. —Creo que mis ampollas tienen ampollas. Tengo que volver a buscar mis Keds. —
Edie insistió. —No. Sé más dura. Te ves sexy con ese vestido tan bonito. Las zapatillas arruinarán la imagen. —
—Estaba pensando en ponerme unos pantalones deportivos también.—
* * * * *
Aquí tenéis una lista parcial de los clubes, bares y lugares a los que debemos acudir para conocer a nuestros clientes potenciales. La reduje a cien. También he creado lo que llamo líneas puente: las frases que podemos usar para explicar lo que hacemos sin sobrepasar los límites de la cortesía.
Kat y Amber revisaron la lista mecanografiada de Edie.
Kat preguntó. —Fue mucho trabajo. Es genial. ¿Qué son los pequeños códigos después del nombre del lugar?—
Edie dijo. —Ah, eso explica qué noche es la Noche de Damas, cuando podemos entrar gratis y sin mínimo. Los chicos también lo saben, así que aparecen a ver a quién pueden ligar. El segundo código es una clasificación según el nivel de ingresos de los chicos del club, pero es pura suposición. El tercero es mi suposición sobre la probabilidad de una conexión. —
Amber preguntó. —¿Por qué los clubes de campo tienen tan mala calificación?—
—Los hombres suelen asistir con sus esposas, aunque algunas parejas podrían querer venir con una de nosotras para pasar una noche divertida. —
—¿Lo harían?—
—Sí. Semper Paratus... siempre preparado.—
Amber dijo lentamente. —Todavía no sé qué hacerle a un hombre, y ciertamente no sé qué hacer con las mujeres. —
Kat la bromeó. —¿Te masturbas?—
—Todo el mundo se masturba.—
Haz lo mismo con la mujer. Usa juguetes si tiene alguno.
—¿Juguetes?—
Vibradores. Consoladores. Arneses. Cuentas. Huevos. Mariposas. Pinzas para pezones. Tapones anales. Cosas así.
—En serio. Nunca... bueno, una vez usé un pepino. Ni siquiera sé qué son algunas de esas cosas.
Kat se acercó a Amber y la abrazó. —Cariño, voy a hacerte el amor ahora mismo, y Edie puede acompañarme si quiere. —
Edie sonrió y asintió. Amber parecía preocupada.
—Vamos a follarte y darte un montón de orgasmos que te harán hervir de gratitud al final del día. —
—Pero, bueno, no estoy... no he...—
Los labios de Kat cubrieron los de Amber, y el beso continuó desde entonces. La alta rubia retiró la blusa del cuerpo de duendecillo de Amber y la colocó con cuidado sobre una silla de escritorio. Mientras apartaba el sostén de encaje y acariciaba los pezones erectos de la pequeña mujer, Edie le desabrochaba la falda y la ayudaba a quitarse los tacones. Segundos después, apareció la tanga a juego con el sostén.
Amber jadeó ante el beso de Kat. —Oh, mierda. Edie acaba de meterme los dedos. —
—Bien. Quiero mi lengua ahí también.—
—Oh, Dios, ¿en serio? ¿Tienes que hacerlo? Sé amable. Esto cambia mucho...—
Kat asintió y volvió a besar a Amber. Amber le devolvió el beso en lugar de quedarse estoicamente esperando lo siguiente. Tras un beso apasionado, Amber dijo. —Me avergüenza ser la única persona desnuda en la habitación. Si vamos a hacer esto, ¿podrían quitarse la ropa, por favor?—
Cuando la última prenda reveló los cuerpos núbiles de sus compañeras de piso, Amber se sonrojó, pero se quedó mirando las tetas y los coños de Kat y Edie, partes de los cuerpos que solo había vislumbrado brevemente desde que las tres compartían habitación. Notó que Kat salivaba de lujuria por su cuerpo, algo que la impactó al comprender las implicaciones sáficas.
Edie se lamió los dedos, ya húmedos con los fluidos lubricantes de Amber. La miró. —Ven a bésame. —dijo suavemente, en un tono que invitaba a la nueva intimidad.
Amber dio tres pasos, pero se detuvo justo delante de Edie, sin saber qué hacer. Edie atrajo el cuerpo desnudo de Amber contra el suyo, apretándolas desde el muslo hasta el pecho. Sus pechos se apretaron y ambas sintieron la electricidad en sus duros pezones al rozarse. Edie levantó la barbilla de Amber y la besó con tanta sensualidad que la temperatura de la habitación subió diez grados. Si estaban jugando a los roles, seguro que lo estaban haciendo muy bien.
Kat se acercó por detrás de la duendecilla y presionó su cuerpo contra la espalda de Amber. Sus pezones erectos marcaron el momento en la piel mientras la apretaba con más fuerza contra Edie. Amber, encajada entre las otras dos bellezas, gimió y, con una pasión encantadora y conflictiva, soportó los besos lésbicos de sus mejores amigas.
En un abrir y cerrar de ojos, estaban en la cama de Amber. La boca de Edie succionó la lengua de Amber en un erótico beso francés que envió impulsos eléctricos por ambas. Los besos recorrieron su cuello, orejas y clavícula, y luego más abajo. Y entonces, cuando Amber se puso rígida por primera vez, sus pezones fueron succionados, creando una experiencia deliciosa que se sintió no solo en sus pezones, sino también en lo más profundo de su ingle.
En las extremidades inferiores de Amber, Kat acarició y lamió desde las rodillas hacia arriba, a lo largo de cada muslo. Sus esfuerzos se centraron en lamer el borde del vello púbico, despeinado y enmarañado, y luego sus dedos y besos se acercaron lentamente a la v****a y el clítoris de Amber.
Mágicamente, un vibrador largo color carne apareció en las manos de Kat, y segundos después, el extremo del dispositivo se hundió lentamente en el coño de Amber hasta que apenas quedó rastro. Minuto a minuto, Kat aumentó la frecuencia vibratoria y la intensidad del dispositivo hasta que Amber gimió, se sacudió y retorció el cuerpo sin parar para evitar el dispositivo, pero sin que este se adentrara aún más en su cuerpo. Kat bombeó el dispositivo de un lado a otro como una polla larga que penetrara a la joven.
Mientras la lengua de Kat rozaba el clítoris de Amber, todo su cuerpo se tensó y se quedó inmóvil durante medio minuto. La pixie estaba tan excitada y expectante que se erizó con el más mínimo roce en sus partes más íntimas.
El esfuerzo de Kat no se detuvo ahí, ni hablar. Extrajo el vibrador y sus dedos entraron en acción, jugueteando con los labios de Amber, y luego, lentamente, dos dedos se deslizaron en la zona apretada pero húmeda donde ningún hombre había pisado aún. Amber gimió aún más fuerte, y eso animó a Kat a usar más la lengua en el clítoris que asomaba entre los deliciosos pliegues de piel.
—Sabes a néctar. —le dijo Kat a Amber. —Me encanta. Puede que nunca me vaya. Nos has estado ocultando algo, quedándote este delicioso coño solo para ti. Hay hombres que pagarían una fortuna por chupar estos jugos.— Volvió a sumergirse en el coño, haciendo largos movimientos con la lengua.