—Deberíamos convertirnos en acompañantes de alto precio, eso resolvería nuestros problemas de dinero. —
La idea de Edie cayó al suelo de la habitación compartida por los tres estudiantes universitarios como un libro pesado que dio un golpe sordo. Se hizo un largo silencio. Kat y Amber ni siquiera estaban seguras de si hablaba en serio. Estaban desesperadas, pero ¿tan desesperadas estaban?
Kat preguntó con vacilación. —¿Cómo llegaste a esa conclusión?— La rubia alta se giró en su escritorio para mirar a sus dos compañeras de cuarto.
Amber dijo con un tono de incredulidad en su voz aguda. —¿Estás bromeando, verdad?— Levantó la vista de su incómoda postura en la cama y cerró el pesado libro de texto que estaba estudiando, con el título de Economía impreso en la portada.
Las tres chicas se habían hecho amigas desde el principio, unidas por varias características de la vida. Cada una estaba sola; estaban sin blanca y tenían que pedir grandes préstamos estudiantiles para ir a la universidad; y eran dos jóvenes de una belleza deslumbrante.
Edie habló lentamente mientras repasaba su lógica, su acento sureño, impregnado de miel, alargaba algunas palabras. —Bueno, necesitamos dinero para seguir estudiando y después empezar a trabajar de forma permanente. Las tres queremos conocer hombres ricos, tener mejor ropa y coches, tener vidas más emocionantes y disfrutar de más sexo con hombres con más experiencia, e incluso probar cosas más atrevidas. Ambas han dicho que quieren mejorar su vida social con algo más que fiestas de fraternidades y barriles de cerveza, y también han dicho que quieren viajar por el mundo. —
—Así que, por lo poco que sé sobre acompañantes, tienen todas esas ventajas, además de poder elegir a sus clientes, establecer sus horarios, posiblemente intercambiar un buen cliente con amigos cercanos con ideas afines y cobrar un dineral. Recuerdo una conversación hace solo una semana sobre también querer pagar los préstamos estudiantiles rápidamente, por muy improbable que parezca. Al ritmo que pido prestado, me jubilaré con préstamos estudiantiles y seguiré viviendo aquí con ustedes dos.— Edie señaló con el brazo su apartamento abarrotado y destartalado para enfatizar su último punto.
Amber se incorporó al darse cuenta de que Edie hablaba en serio sobre su propuesta. —Pero hay un gran paso entre esas metas y convertirme en prostituta. No puedo creer que siquiera digas eso. Pensé que eras una santurrona, además, todas seríamos arrestadas y terminaríamos en la cárcel. —
Edie se echó hacia atrás el pelo rojo oscuro, y sus largos mechones volvieron a caer tras ella. —Bueno, no me gusta la palabra prostituta ni la palabra que empieza con 'P', pero tarde o temprano seremos así, solo que con lo que propongo también conseguiremos sexo y ganaremos dinero para terminar la universidad. Si no, acabaremos haciendo lo que no queremos hacer por otra persona solo para ganarnos la vida; eso es prostitución, tenga sexo o no. Y yo no soy la señorita mojigata.— Cruzó los brazos sobre su generoso pecho, como para añadir. —Y punto. —
Kat dijo pensativa. —No descarto la idea de plano. Creo que necesita estudio, ya sabes, investigación, como hacemos cuando hacemos los deberes de clase.—Extendió la mano hacia atrás y palmeó su vieja y abierta computadora portátil, indicando que había estado estudiando en línea. Añadió. —Además, me vendría bien un poco de sexo ahora mismo. Estoy excitada otra vez. —
Amber suspiró mientras abrazaba sus piernas contra su pecho. —Siempre estás cachonda. Ni siquiera sé qué es el sexo todavía. Ustedes pueden tener sexo cuando quieran. —
Edie le dio un codazo a su amiga. —Eso es porque eres una reticente. Tarde o temprano tendrás que renunciar a tu virginidad. Tienes veinte años y eso puede ser un récord en esta escuela. —
Amber respondió con remordimiento. —No. Graduarme virgen sería un récord y una tragedia a la vez. Significaría que nunca conocería a un hombre digno. Ese es el dicho de siempre "el noventa y nueve por ciento de los hombres son guapos, ricos y dignos, y el otro uno por ciento estudia aquí" . —
Kat se rió entre dientes.—Quizás tus estándares son demasiado altos. Yo perdí los míos la noche del baile de graduación. Ahora, soy exigente. Sí, hay una docena de chicos con los que podría acostarme, pero no me gusta ninguno... demasiado ego, testosterona y gente de clase media por aquí.—
Amber dijo. —Estoy de acuerdo. Este lugar no tiene hombres elegibles; son niños, pero no hombres. Cuando ves a alguien elegible, ya está comprometido. —
Kat volvió a su idea original. —Estoy muy interesada en investigar tu idea. Me gusta. Me dará algo con qué fantasear. ¿Podríamos dividir el trabajo y analizarla?—
Amber respondió rápidamente. —Haré mi parte, pero soy escéptica. —
Edie dijo con entusiasmo. —Claro, es idea mía. ¿Podríamos dedicar cuatro horas cada uno durante el fin de semana a explorar la idea desde diferentes perspectivas y luego reunirnos el domingo por la noche para intercambiar ideas y ver si queremos profundizar?—
Las otras dos cabezas en la sala asintieron.
El domingo por la noche, las tres chicas volvieron a sentarse en su habitación compartida para discutir la idea de convertirse en acompañantes.
Edie empezó. —Yo voy primero, si les parece bien. —Los demás asintieron, y ella continuó. —Me fijé en el precio. Hay mucha información en internet sobre lo que pagan los chicos por distintos niveles de servicio, desde pajas hasta mamadas, pasando por todo el asunto. Si estamos desnudos, parece que cuesta 100, 200 y 400 dólares, pero a partir de ahí puede subir o bajar, al parecer, dependiendo de la sofisticación de la chica, supongo. —
Kat dijo. —No me gustan esos números. Son demasiado bajos para lo que necesito. Creí que las acompañantes cobraban miles. —
La voz chillona de Amber dijo. —Sí. Mis cifras empezaron en torno a mil, pero un par de miles parecían el promedio, y eso era para una noche entera. Supongo que eso significa que nos follarían a lo bestia parte del tiempo. —
Edie dijo. —Lo haríamos. Se me adelantaron. Creo que deberíamos aspirar a los dos mil dólares; de lo contrario, no somos mucho más que prostitutas callejeras de baja estofa, y esa idea no nos entusiasma a ninguna. —
Kat y Amber asintieron.
Edie dijo. —Hay un gran 'pero' que tenemos que sortear. Necesitamos ser mucho más sofisticadas y elegantes. Admítelo, somos muy toscas comparadas con las chicas que cobran tanto. —
Kat preguntó. —¿Qué quieres decir?—
Edie dijo. —Mírennos y cómo vestimos; por ejemplo, Amber: pantalones de chándal, zapatillas Keds rosas con cordones verde fluorescente, una camiseta desgastada de Dave Matthews Band con un agujero en el lateral, sin maquillaje, sin joyas, salvo las seis pulseras de cuero conmemorativas atadas con nudos en la muñeca izquierda, y por último, el pelo recogido en una coleta con una goma elástica. ¿Acaso alguna de nosotras cree que le atrae un hombre adinerado con una cartera abultada?—
Se giró y dijo. —Y Kat, tú no eres mucho mejor. Nos vestimos como si no nos importara lo que piensen los demás, como si no quisiéramos que nos reconocieran como chicas guays de la alta sociedad, y desde luego no nos interesan ninguno de los objetivos que mencionamos la semana pasada, como la riqueza, el amor, el sexo y una vida emocionante. Nuestra apariencia es solo una de las cosas que tendríamos que cambiar de nosotras mismas. —
Kat dijo. —Tienes razón. Soy vaga y no me cuesta nada pensar en este atuendo en el campus. —
Ámbar dijo con cautela. —¿Qué más?—
Edie dijo riendo. —Los chicos a los que queremos atraer no están en este campus, a menos que acaben aquí por error al tomar la salida equivocada de la autopista. Buscamos chicos prometedores con buenos trabajos y dinero, del tipo que va al club de campo, con una empresa emergente y con un fondo fiduciario. Necesitan estar excitados, pero demasiado ocupados para cortejar a una mujer de verdad, así que nos pagan para estar del brazo en algún evento y en su cama una noche. Si les gustamos, repetiremos. Si nos gustan, encendemos la luz del amor y vemos adónde nos lleva, como en la película Mujer Bonita . ¿Recuerdas lo guapa que estaba Julia Roberts?—
Amber interrumpió. —Hablando de Pretty Woman , déjame contarte el lado negativo de esta idea y, para suavizar el lenguaje para nosotros, usaré el término "escorts". —Las acompañantes sufren palizas de sus clientes, aunque eso puede ser más problemático en el segmento más bajo del mercado. Pueden ser arrestadas igual que las prostitutas, aunque quienes cometen delitos sin antecedentes suelen salir con libertad condicional y no con cárcel; sí que te dejan antecedentes penales, lo que te impide acceder a algunos trabajos. Existe el riesgo de contraer ETS y VIH. También hay un alto consumo de drogas en la profesión, pero sabemos que es algo personal. No queremos guardar mucho dinero, ya que la policía puede confiscarlo si nos arresta, y también drogas, así que ya no hay alijos de marihuana aquí. Algunos jugadores son absorbidos por un proxeneta que luego quiere su parte, y no estaríamos en posición de luchar contra eso. Por último, algunos hombres quieren mujeres con mucha experiencia que los dejen en libertad, y yo, por mi parte, no tengo tanta experiencia. Eso es solo una parte de mi lista. Tengo mucho más.
Tras un largo silencio, Kat dijo. —Amber tiene razón. Tenemos que analizar esto con los ojos bien abiertos. ¿Quieres oír el resumen de mi reseña?—
Amber y Edie asintieron.
Kat dijo con tono seco. —Lo abordé desde una perspectiva empresarial. Tendremos que pensar como pequeños empresarios o emprendedores. Tendremos que promocionar nuestros servicios, dirigidos de forma precisa a las personas a las que queremos llegar. Quizás también necesitemos asociarnos con otros para gestionar nuestro negocio. Por ejemplo, necesitaremos un buen lugar adonde ir si nuestras "citas" no nos llevan a su casa, necesitaremos transporte; se recomienda una limusina para los clientes más exclusivos. Necesitamos vestuario especial: ropa de alta gama de todo tipo: formal, semiformal, de cóctel e informal de alta gama. Necesitaremos maquillaje caro, manicuras y pedicuras, tarjetas de visita, chequeos médicos constantes y probablemente un montón de otros gastos que no he considerado. —
Amber se rió. —Y no tenemos dinero para hacer nada de esto. —
—Pero tenemos nuestros cuerpos como moneda para comprar algo de lo que nos gustaría. —
—¿A qué te refieres con un paseo en limusina para una mamada?—
—Exactamente.—
—Dios mío, esto va a ser más difícil de lo que pensaba. —se rió Amber ante la idiotez de la idea.
Kat dijo. —Mira, para comprar ropa y zapatos, podemos ir a las tiendas de segunda mano al principio. Para el maquillaje, podemos juntar recursos y también ir a una tienda del centro comercial y que nos arreglen gratis justo antes de una cita. ¡Vamos, podemos ser muy creativas con todo esto!—
Edie le dijo con dulzura a Amber. —Piensa a largo plazo. Si somos discretas y complacientes, y nos esforzamos por conseguir clientes, no nos pillarán. Podemos usar nuestros primeros pagos para conseguir lo que necesitamos. Además, podemos seguir con este negocio después de graduarnos, quizás incluso expandiéndonos geográficamente y asociándonos con otras chicas del mismo sector. —
Kat dijo. —Mira, tengo algo de efectivo que se supone me durará el resto del año. Lo usaré para financiar nuestros inicios. No es mucho, pero cubrirá algunas cosas básicas.—
Amber dijo. —Yo también podría aportar algo, pero hay cosas que no hacemos o no sabemos cómo hacer. Necesitamos más que dinero para empezar. —
—¿Cómo qué?—