Capítulo 2: Unión fallida.

1274 Words
Una marca de unión fallida es algo que todos intentan ocultar, ya sea con maquillaje o ropa. Daisy la recibió hace meses cuando Christian llegó a casa después de la despedida de soltero de un amigo y le arrancó los pantalones. Toda la experiencia dejó a Daisy abrazando una almohada mientras sollozaba. Fue el momento más bajo de su vida. Se dio cuenta de lo fácil que un alfa podía dominarla porque era una omega, y ahora está atrapada con un recordatorio físico todos los días. Daisy se aleja de Matthew y despliega su cuello para que quede levantado. Podrá arreglarlo más tarde. —¿Matthew?— una tercera voz llama. Cuando Daisy se voltea para ver de dónde viene la voz, su boca se abre de par en par. Un hombre se asoma al balcón desde la puerta y se parece casi idéntico a Matthew. La única diferencia notable es que su cabello es aproximadamente un centímetro más corto. También está vestido con un traje n***o sólido. Daisy aprovecha la oportunidad y se disculpa con el hombre mientras se dirige de regreso adentro. Se toma el resto de su bebida antes de apoyarla en una superficie aleatoria. Daisy baja rápidamente por la escalera. Quiere terminar la noche y volver a casa a dormir. —Christian —, insta Daisy mientras tira de su codo, —¿podemos irnos a casa, por favor? Muerde su labio y echa un vistazo hacia las escaleras para ver que Matthew no la ha seguido. —Por favor.— Daisy puede ver que Christian le da una mirada extraña por su comportamiento inusual, pero no presiona para obtener una explicación. ☆ Las luces se encienden cuando Daisy entra en el apartamento de mil cien pies cuadrados. Está equipado con dos dormitorios, dos baños y medio, y un concepto abierto que combina la cocina y la sala de estar. Inhala la mezcla de sus olores y los hombros se le relajan. Daisy voltea la cabeza para ver la puerta cerrarse tras de sí, seguida de Christian caminando directamente hacia su dormitorio principal compartido. Daisy sigue a Christian hacia el dormitorio para verlo quitarse los zapatos y quitarse la chaqueta. Por lo que Daisy puede ver, ninguno de ellos ha traído barro a la alfombra blanca. Se acerca al lado de la cama que mira hacia la ventana y enciende la lámpara que está en la mesa auxiliar. Daisy se inclina y frota sus manos a lo largo de la suave tela que cubre la cama tamaño king. Es la cama más cómoda en la que ha dormido en su vida y a pesar de los problemas que tiene con el sueño, se despierta renovada. Una vez que comienza a quitarse el blazer, Christian le ordena que limpie. Daisy no dice nada a cambio y recoge la ropa que ha logrado esparcirse por la habitación en poco tiempo. Pone el traje, los calcetines y la camiseta interior en el cesto de la ropa sucia. Tendrá que lavar y planchar todo en cuanto se despierte a menos que Christian esté despierto y quiera desayunar. Daisy se quita los zapatos de vestir antes de recoger los suyos y los de Christian. Entra en el vestidor que tiene estantes hechos a medida y coloca ambos pares de zapatos en sus lugares designados. Todo en su armario tiene su lugar. Daisy se quedaba en casa casi todos los días, así que tenía tiempo para organizar la ropa de Christian por ocasión y color. No tenía tantas prendas de vestir como Christian, pero las organizaba de la misma manera. La puerta del baño se cierra, así que Daisy comienza a quitarse la ropa. Se asegura de guardar todo en su propio cesto de la ropa sucia, que tiene un borde de color rosa bebé en lugar de ser todo n***o. Daisy encontraba más fácil hacer la lavandería cuando separaba su ropa de antemano. No se vería obligada a intentar ordenarlo todo antes de doblarlo y guardarlo. Daisy se queda en sus bragas negras y rebusca en los cajones de su lado del armario. La ropa de Christian estaba a la izquierda y la de ella a la derecha. Saca una camiseta básica y se la pone sobre la cabeza, luego se pone unos pantalones de pijama a cuadros sobre la prominencia de su trasero. Daisy se coloca frente al espejo de cuerpo entero y empieza a arreglarse el pelo. Parte de ella quería lavarse el cabello para quitarse los productos que le ayudaban a mantener el peinado, pero estaba lista para meterse en la cama y dormir todo el fin de semana. —Solo cepíllate los dientes y podrás dormir el resto de tu vida—, se dice a sí misma. El baño ya le parece demasiado lejos y está dentro de la suite. Daisy apaga la luz del vestidor y se dirige al baño. Se estremece ante el cambio a una iluminación más fluorescente que le ayuda a detectar cualquier imperfección con facilidad cada vez que se mira en el espejo. Aunque era perfecta para las fotos (aunque no tuviera teléfono ni cámara de ningún tipo). Christian está solo en calzoncillos mientras se cepilla los dientes. Ni siquiera reconoce que Daisy ha entrado en la habitación. Daisy toma su cepillo de dientes rosa del porta cepillos de dientes cuadrado que está entre cada uno de sus lavabos. Esa era una característica que ella prefería en el apartamento. Tenía su propio lavabo y tres cajones debajo que le pertenecían. Daisy pasa las cerdas por agua fría antes de sacudir el exceso de agua. Exprime una línea de pasta de dientes y comienza a cepillarse los dientes, el aroma a menta llena su nariz. —Los copropietarios de Evans Realty vienen a las doce, así que espero que el lugar esté impecable y que les sirvas—, dice Christian. Christian escupe en el lavabo y tira su cepillo de dientes al soporte, luego regresa a su habitación. Por supuesto, Christian le dice esto la noche anterior. Daisy sacude la cabeza para sí misma mientras sigue cepillando sus dientes para eliminar cualquier placa. Era habitual que Christian exigiera algo de ella incluso si estaba haciendo malabarismos con cuchillos en llamas. Todavía no ha descubierto si Christian no valoraba su tiempo y la veía como otro sirviente o si era una solicitud razonable para él. Daisy escupe en el lavabo mientras abre el grifo y baja la cabeza para atrapar el agua en su boca. El sabor de la pasta de dientes era horrendo y se niega a tragarla. Hace gárgaras con el agua antes de escupir por segunda vez. Daisy coloca su cepillo de dientes junto al de Christian y enjuaga ambos lavabos para que no quede ningún residuo. Era una manía y una cosa asquerosa que Christian dejara su saliva en el lavabo. Por lo que Daisy puede ver, no queda nada más que limpiar o ordenar. Los lavabos están impecables. Los cepillos de dientes están en el soporte. Las toallas de mano están colgadas sin una arruga. Se aleja del tocador y se sienta en el borde de la bañera. Es lo suficientemente profunda como para cubrir sus pezones cuando se baña con burbujas, lo cual es una característica importante. Cuando Christian está de viaje de negocios, piensa que pasa al menos la mitad del tiempo disfrutando de los chorros de agua y la variedad de bombas de baño. Daisy mira directamente hacia adelante y se ve a sí misma en el espejo. Lleva las yemas de los dedos para rozar las bolsas bajo sus ojos mientras frunce el ceño. Parece un desastre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD