La rubia me clava los ojos grises y aprieto mi cejo aclarando mi garganta. Doy un paso atrás mientras que ella se inclina para firmar los papeles preparados encima del escritorio, no me pregunta nada cosa que me desconcierta. Le doy trabajo a mi mente en cuanto mis pupilas se toman el descaro de mirarle de forma detallada, su nariz pequeña, labios gruesos y rosados, cabellera rubia cayendo en cascada y…su escote pronunciado, tiene un par de buenas tetas que me suavizan la respiración. Es un delito federal que una abogada sea tan joven y sensual. De repente, la imagen de ella con un vestidito cortito pegado a sus curvas invade la mente. Ladeo una sonrisa «Sabía que había visto antes ese escote» acomodo los puños de mi saco y la señorita Jhons se coloca erguida arqueando una ceja inquisido

