—Mi princesa Antonella, estás grandota. Mira, te traje este vestido porque hoy cumples diez meses —dijo Sindy, acariciando el cabello de la bebé.
—Gracias, comadre… estoy agotada —respondió Belinda, dejando caer su cuerpo en el sofá—. Mi madre no deja de llamarme. Le he ocultado a mi bebé… y me duele. Pero es porque…
—Porque quieres verla feliz, lo sé —interrumpió Sindy con dulzura—. Pero, ¿qué harás cuando se entere?
—No lo sé…
Suena el teléfono.
—¿Tan temprano están llamando? Seguro es Coll…
—No… es Bastian– murmuré —¿Por qué tengo un presentimiento?
—Contesta. Debe ser importante —dijo Sindy, preocupada.
—¿Papá?
—¿Por qué lo hiciste, Belinda? ¡Dime por qué! —gritó Bastián al otro lado de la línea.
—¿Qué hice, papá? ¡Cálmate!
—No mientas. ¿Acaso tratas de proteger a ese mal
