JULIAN
–Entonces, ¿Qué vas a hacer? – pregunta Tyler, con una sonrisa presumida.
El muy cabrón está teniendo un momento de gloria. Hace solo unos meses me contó sobre el matrimonio concertado que proponía el testamento de su padre, y yo fui quién se burló de él y le dijo que nunca funcionaría.
En serio, ¿Cuáles son las probabilidades de que dos amigos se encuentren en una situación de “cásate o si no”? Estamos en el siglo XXI, ¿no?
–De ninguna manera voy a dejar ir millones de dólares. Voy a hacer lo cualquier hombre normal haría. Me voy a casar, mierda– le digo.
Tyler se ríe entre dientes. Estamos sentados en el bistró cerca del juzgado, donde acabo de terminar de disolver el matrimonio de dos desagradables clientes involucrados en una intensa batalla por la custodia. Es perturbador que dos personas que juraron amarse por toda la eternidad, que produjeron tres humanos juntos, pueden volverse tan cruelmente el uno contra el otro. Por otra parte, también sé todo esto por experiencia personal, lo que lo hace aún más doloroso.
Tomo otro sorbo de té tibio e intento dejarlo ir. pero, maldita sea, con mi propio matrimonio acechando en el horizonte como una sentencia de muerte, es difícil imaginar cómo podría someterme a algo similar. Solo tengo que recordar la razón por lo que hago esto, hacer un plan, concentrarme en él y no dejar que nada se interponga, ni siquiera mis propios deseos.
–Estarás bien– Tyler toma un sorbo y asiente hacia mí por encima del borde de su taza. –Mírame a mí y a Ximena–
Son más felices que dos soldados borrachos en un burdel. Pero son la excepción, no la regla. Se conocen desde niños, y sus padres contribuyeron a unirlos, tanto en los negocios, al nombrarlos codirectores ejecutivos, como también en el amor. Mi situación es totalmente diferente. Me van a obligar a casarme con una virtual extraña o perder millones, todo porque mi bisabuelo era anticuado y pensaba que un hombre de mi edad necesita una esposa y una familia.
–¿Cómo le va a Ximena? – pregunto, necesitando un cambio de tema.
Una sonrisa sentimental adorna los labios de Tyler, y el bastardo deja escapar un suspiro soñador. Es mejor centrarse en su vida feliz que en la mía, que es terrible.
EMILIA
–¿Y si me niego? – Me pongo las manos en las caderas.
Después de esa desastrosa reunión de esta mañana, me he plantado en la oficina de Ximena y no me moveré hasta obtener algunas respuestas. No importa que tenga seis meses de embarazo; no me iré de esta oficina hasta que haya dejado claro mi punto.
–No te vas a negar– dice ella, poniendo los ojos en blanco. –En primer lugar, te conozco y nunca en tu vida te has echado atrás ante un desafío. Y, en segundo lugar, porque te pido que hagas esto, Emi. Como tu amiga– se encoge de hombros. –Y como tu jefa–
Niego con la cabeza. –Así que voy a cuidar a Julián durante los próximos seis meses, ayudándolo a… ¿tener citas? Esto es ridículo. No creo que pueda hacerlo–
–¿Mencioné que el cliente ha prometido una bonificación de diez mil dólares si logras esto? – añade dulcemente.
Diez mil dólares podrían cambiarlo todo para mí. no me he sincerado con Ximena sobre todo el asunto porque es un poco incómodo cuando tu mejor amiga es multimillonaria, pero cuando mi último novio se fue, me dejó con una pequeña montaña de deudas. Me estremezco cada vez que suena mi teléfono, sin saber si será otra llamada de una compañía de tarjeta de crédito. Y ahora llevo dos meses de retraso en el alquiler, solo tratando de pagar el mínimo de mis facturas de tarjeta de crédito.
Nunca imaginé que estaría viviendo así, con el estómago revuelto cuando pienso en mi panorama financiero. ¿peor aún? No tengo ninguna de las cosas brillantes que mostrar por el dinero gastado. Mi ex desapareció con mi corazón y todo lo demás. Una bonificación de diez mil dólares podría pagarlo todo. Podría empezar a dormir de verdad por la noche de nuevo en lugar de preocuparme por cómo voy a apagar la deuda de tarjeta de crédito que me dejó el imbécil de mi ex.
–Te escucho– Me dejo caer en el firme sillón de cuero frente a su escritorio.
Ximena apoya los codos en el escritorio y se inclina más cerca. –Sabía que cambiarias de opinión–
–Pero en serio, ¿Cómo voy a hacer esto? No tengo ni idea de lo que Julián quiere en una esposa, y todavía tengo otros clientes y proyectos que gestionar–
Ximena se inclina hacia atrás y coloca una mano sobre el firme y redondo bulto de su vientre, acariciando ligeramente. Dios, ¿Por qué tiene que ser tan adorable? Es difícil seguir enfadada con ella.
–Cierto. Bueno supongo que tendrás que pasar más tiempo con Julián, averiguar qué quiere. Y te diré una cosa: con lo que están pagando el administrador de la fortuna, a la empresa, creo que incluso puedo cubrir el costo de un asistente para ti. ¿Eso te ayudaría a administrarlo? –
–¿Mi propia asistente? – una pequeña sonrisa adorna mis labios. –Me gusta la idea. Pero la idea de buscar candidatas y entrevistarlas…– suspiro.
–Problema resuelto. La empresa de Anna está reduciendo su personal. Ella sería perfecta–
Anna ha sido una amiga cercana desde cuarto grado. Es alguien a quién adoro y en quién confío. Además, es super trabajadora.
–No tenía ni idea–
Ximena asiente. –Me envío su curriculum por correo electrónico esta mañana. Se acaba de enterar de la reducción de personal de la empresa–
–¡Vaya! Mala suerte– Se que Anna le encanta su trabajo; lleva años ahí. –De acuerdo. Hagámoslo–
Regreso a mi oficina, con la intención de terminar algo de trabajo, pero primero le envió un correo electrónico rápido a Anna para programar una reunión para después del trabajo esta noche.
Justo cuando empiezo a editar los últimos gráficos de la campaña mediática, un mensaje de texto en mi teléfono capta mi atención y lo agarro para comprobar el identificador de llamadas. Es un número desconocido y estoy a punto de guardarlo en mi bolso sin contestar. Probablemente otro maldito cobrador. A mi ex le deberían de cortar las pelotas con un cuchillo de mantequilla oxidado.
Entonces recuerdo que Julián y yo intercambiamos números después de la reunión de esta mañana.
Julián: ¿Cuándo empezamos?
Sin cumplidos, sin hola, ¿Cómo estás? Y encima, simplemente asume que voy a aceptar su trabajo. Lo cual haré, pero, aún así. Antes de que pueda pensar en una respuesta ingeniosa, me envía otro mensaje.
Julián: Estoy libre esta noche después del trabajo.
Peor que el asumiendo que voy a dejarlo todo y trabajar para él, asume que no tengo vida y que podemos reunirnos en un abrir y cerrar los ojos. El imbécil engreído.
Emilia: Tengo planes esta noche, lo siento.
***
En cuanto abro la puerta. Anna me abraza.
–¡Emi! Me alegra mucho verte. Cuando se aparta y se encuentra con mi mirada, frunce el ceño. –Te ves cansada, cariño– Me da una palmadita en la espalda.
–¿Gracias? Me río y niego con la cabeza. –No solo es trabajo. Pero por eso estas aquí–
Anna se pone cómoda, dejándose caer en el lujoso sofá de Pottery Barn para el que ahorré y finalmente compré el año pasado. Pero ahora, con el dinero tan escaso, me siento culpable cada vez que me hundo en la tela de microfibra azul.
–Lo sé, y estoy muy emocionada de que vayamos a trabajar juntas. Tú y Ximena me están salvando el pellejo-
Me siento a su lado. –Me estás salvando el pellejo; confía en mí. Esta no va a ser una tarea típica, ni fácil–
Sonríe ampliamente, el pequeño espacio entre sus dientes frontales es adorablemente adorable.
–Ximena ya me contó. ¡Esto va a ser divertido! –
Hay una cosa que debes saber sobre Anna. Es increíblemente adorable. Un metro y medio con ondas elásticas color n***o y una actitud contagiosa y feliz. En serio, es la mejor. Y tengo la sensación de que, si sobrevivo los próximos seis meses, ella será la razón principal.
Anna agarra su bolso, que esta tirado en el suelo cerca de sus pies, y saca una pila de DVD.
Cuando veo que son de la primera a la sexta temporada de la sexta temporada de la serie "Citas Millonarias”, suelto una carcajada.
–¡Dios mío! No lo hiciste–
Anna sonríe radiante. –Oh, sí que lo hice. Vamos a aprender de la mejor, cariño–
Estoy a punto de dar la noticia de que no tengo reproductor de DVD cuando de repente recuerdo que el montón de trastos de Matthew en el armario del pasillo incluye una consola de videojuegos que estoy bastante segura de que reproduce DVD.
–¡Un segundo! – Unos minutos después vuelvo corriendo con el artilugio. Cortesía de Matthew el imbécil.
–Uf. ¿Por qué no has quemado esto? ¿O mejor aún, lo has vendido? – gruñe Anna.
–No tengo ni idea–
Enchufo la cosa al enchufe cerca de mi televisor de pantalla plana. Esta pequeña caja negra solía ser un gran punto de discordia en nuestra relación. El pasaba más tiempo jugueteando con esto que conmigo, un punto en el que me niego a pensar ahora mismo. Esta noche se trata de nuevos comienzos. Voy a trabajar con una de mis mejores amigas en todo el mundo, y si esta noche es una indicación, va a ser muy divertida.
Compartimos una pizza y una botella de merlot, solo llegamos a la mitad de la primera temporada, pero ya tengo un bloc de notas lleno de ideas.
–Nada de sexo antes de la monogamia. La regla del genio– Anna muerde un trozo de masa de pizza, asintiendo con la cabeza siguiendo el mantra de la presentadora del programa y nuestra nueva chica favorita. Patty Stranger.
–Amén, hermana– levanto mi copa de vino en señal de saludo. –Esta señora es una genio–
Aunque esta lección no es para mí, también estoy aprendiendo muchos consejos útiles. Por ejemplo, ¿sabías que un hombre quiere una mujer que sea elegante, educada y respetuosa? Suena anticuado, pero aparentemente es cierto. Creo que fue Ludacris quién dijo que una dama en la calle y una sucia en la cama. Así que, además de tomar notas para mi reunión con Julián mañana, escribo algunos recordatorios para mí. “No lo llames ni lo persigas excesivamente, y recuerda decir por favor y gracias”
–Creo que estoy lista para mañana– Revisando el bloc de notas, me recuesto y me hundo en el sofá.
Está lleno de cosas como.
Beso en la primera cita: aceptable
Nada de fotos de p***s, nunca. Ni siquiera estando borracho. Esa debería ser otra regla: nada de mensajes de texto borracho.
Nada de sexo en la primera cita o segunda cita. ¡Y eso incluye sexo oral, señor!
Me gustaría ver a Julián intentar seguir con eso.
–Vas a arrasar– Anna asiente.
–Entonces, ¿Cuándo empiezas a trabajar conmigo oficialmente? – pregunto, poniendo el cuaderno a un lado.
–Soy toda tuya el lunes–
Asiento. –Genial. No puedo esperar–
–Yo tampoco–
Después de acompañarla a la puerta, nos abrazamos de nuevo. –¿Cuándo te reunirás con Julián? –
Mi mirada se dirige a la pare de atrás de ella. –Me invito a cenar mañana por la noche. En La Brasso–
Anna frunce el ceño. –Mmm–
–¿Qué? –
Negando con la cabeza, se ajusta la correa del bolso más arriba en el hombro. –Nada. Es solo un restaurante muy romántico e íntimo. O sea, he oído hablar de él, pero nunca ha estado allí. Demasiado rico para mi sangre–
–Estoy segura de que no se da cuenta de eso–
No tengo ni idea de por qué dije eso, porque defendí a Julián y le resté importancia. La verdad es que no tengo ni idea de por qué me invitó a cenar. Podemos manejar todo esto por correo electrónico si realmente queremos.
Anna frunce los labios, estudiándome, y luego asiente. –Tienes razón. Estoy segura de que no es nada–
La conciencia me hormiguea en la nuca. –Te lo contaré todo. Hablamos pronto–
Y entonces estoy allí de pie, achispada y un poco confundida, sola en mi apartamento. Es casi medianoche, pero no estoy cansada. Agarro la última rebanada de pizza y mi portátil, y me apresuro a ir a la cama, deslizándome bajo el edredón suave como el polvo con un suspiro.
Con la boca llena de pepperoni picante, abro mi red social favorita y escribo el nombre de Julián.
Su brillante y magnética sonrisa me devuelve la sonrisa. A pesar de que nuestros amigos cercanos estan casados, él y yo no somos tan cercanos. Somos conocidos, en el mejor de los casos. Nunca lo he agregado como amigo, y él nunca me ha agregado como amiga. Lo que significa que mi acceso para ver su perfil personal es limitado. Solo hay un puñado de fotos que puedo ver. Al revisarlas, decido que esto no es técnicamente acoso desde que me contrataron para trabajar en la gestión de sus asuntos personales. Hay una foto de él y Tyler, abrazados en un evento de golf benéfico el verano pasado. Una de la boda de Ximena y Tyler.
Maldita sea, Julián se veía jodidamente sexy con ese esmoquin, pero eso ya lo sabía. Me pregunté brevemente en la boda cuando me trajo una copa de champán y coqueteó sutilmente de esa manera tímida que tiene, si seríamos el estereotipo de dama de honor y padrino que se enrollaron en el boda de nuestros amigos. Pero no fue así. Julián se fue temprano esa noche, con aspecto de tener algo en mente.
Es extraño como puedes conocer a alguien durante años, pero en realidad no conocerlo en absoluto. No tengo ni idea de cuáles son sus dulces favoritos, que tipo de ropa interior usa, o si es que usa alguna, o que tipo de películas le gustan. No conozco sus esperanzas ni sus sueños. Pero algo me dice que estoy a punto de aprender de todo eso y mucho más. Simplemente no se si eso es bueno o no.
Decidiendo que es hora de dormir para estar fresca para mi cita de mañana, cierro mi portátil y salgo del cálido c*****o de mi edredón para levarme la cara y prepararme para la cama. Con el cepillo de dientes a medio camino de mi boca, hago una pausa, mis ojos se dirigen al espejo tocador.
Mañana no es una cita. No habrá citas con Julián Waltham. Esa pequeña punzada de arrepentimiento en mi estómago tendrá que irse a la mierda.