Pensó un momento y dijo: "¿Podrías conseguirnos un anillo que coincida con su talla sin que ella sepa lo que está pasando?"
Sonreí: «Pensé que nunca me lo preguntarías». Lo abracé. Era un hombre encantador que estaba aprendiendo a vivir en relaciones muy complejas con muchas parejas cargadas de estrógeno. Todos aprendíamos sobre la marcha.
"Lo entiendo", le dije, "pero tienes que hacer la presentación junto con Cindy y conmigo. Recuerda la ceremonia y recuerda que también la amamos. El próximo anillo tiene que ser de los tres para ella".
La vida no se desarrollaba para nosotros según un modelo hombre-mujer. Teníamos un cuarteto hombre-mujer-mujer-mujer, con todas las permutaciones y combinaciones posibles: uno contra tres, dos contra dos, tres contra uno, y todos contra todos. Era marav
