Capitulo 1

4998 Words
— Lo siento mucho Ámbar. — lo escuché decir. —Has venido sola verdad. ¿Quieres que los llamé? — ¿Como? — Eso fue lo único que pude pronunciar. — Siempre que lleves el embarazo lo más tranquilo que puedas, podrás terminarlo. Aunque ya sabes cuál es mi posición y aún estás a tiempo de tomar la decisión. — ¿Jesús que puedo hacer? Este embarazo no estaba planificado, tu mejor que nadie sabes mi caso, no quiero... No pude terminar, sentía como mis ojos se llenaban poco a poco de lágrimas. — Verás Ámbar, me parece increíble, muy maduro y sobre todo valiente que desees tener a este bebé. Pero, si decides no abortar estás poniendo en peligro tu vida y la del bebé. El embarazo presiona el corazón ya que aumenta el volumen de sangre para poder nutrir al bebé... En palabras sencillas Ámbar, tu corazón bombeara mucho más sangre por minuto lo que hace que aumente la presión y si ahora no puedes hacer esfuerzo, menos podrás hacerlo durante el embarazo. Es extremadamente delicado y aunque consigas llegar a dar a luz ¿Ya has considerado lo que viene después? Quiero que entiendas la gravedad de continuar con el embarazo y... — Jesus, solo dime qué puedo hacer para poder tener a mi bebé. — no lo deje terminar, no quiero escuchar lo que ya sé, que sufro de insuficiencia cardíaca, que no puedo hacer ningún esfuerzo porque entonces no respiro, que soy una muchacha de 23 años y que a mi edad puedo programar un embarazo más adelante «con el papá de la criatura sería estupendo» que mi embarazo conlleva un gran riesgo y pare de contar... — ¿Ámbar? Estoy tan sumida en mis pensamientos que no he escuchado cuando me llama — Hey Ámbar. — Si dígame — notando claramente su preocupación. Pero ¿Que puedo hacer? Ahora tengo muchas cosas que pensar y no, no tengo mucho tiempo para eso. — Ámbar, yo pertenezco a una asociación de cardiólogos-obstetra/ginecólogos. Tu caso como bien sabes es bastante particular, por eso te voy a recomendar con un colega. El es especialista en el área y seguro que asistirá tu embarazo. Pero no dejes pasar mucho tiempo. Tomando la tarjeta que este me indica leo Doctor Étienne Di' Maggio Especialista ginecobstetra. — Gracias doctor. — Ámbar, soy tu médico de años, quiero que sepas que lo que vendrá ahora no será fácil pero te ayudaré en lo que pueda. — Gracias — estoy flotando en el aire, no me siento, no me puedo parar, no siento mi cuerpo, estoy totalmente ida — ¿Cu- Cuánto es la consulta? Mientras me volteo para agarrar mi bolso, lo escucho descolgar el teléfono para hablar con su secretaria. — Ámbar ya sabes que no necesitas cancelar nada. “Si Annette, la señorita Ámbar ya cancelo la consulta. Por favor le entrega a la salida los medicamentos que le estoy recetando en el informe". — Gracias Jesús, no sabe cuánto te lo agradezco. — No me agradezcas nada Ámbar, creeme si pudiera hacer más lo haría, pero por ahora esto es lo único. Toma, estás indicaciones debes seguirlas al pie de la letra, por lo menos hasta que tengas la cita con el doctor Di' Maggio. Mantenme informado sobre todo y cuando digo todo es TODO. — Si, cuenta con eso. Agarro el bolso para salir pero freno el paso cuando lo escucho decir — Ah y Ámbar, mientras más rápido hables con la familia sobre esto mejor. Ahora no te puedes dar el lujo de ataques de nervios, ansiedad, estrés, incluído tristeza o miedo. Todo eso influye por poco que sea. Debes estar tranquila, de ahora en adelante debes tomar las cosas con calma, cero agite ya lo sabés. Disculpa que te hable así, pero es la única manera. — No te preocupes — no llores Ámbar no llores no te hace bien. Eso es lo que me vengo repitiendo todos estos días — hoy mismo hablaré con ellos. — Si me necesitas allí estaré. —Gracias. Ehh creo que mi padre te llamará cuando lo sepa. Se molestará porque no le contarás antes, eres su amigo y —Tranquila, el es mi mejor amigo pero tú eres mi paciente y además ahijada. Lo sabré llevar. Una vez salgo por la puerta, bajo las escaleras y voy directo al puesto de la secretaría, está me mira y sonríe. No es una sonrisa falsa, la verdad me agrada, me sube un poquito mi ánimo decaído. — Aquí está el informe Annette. — se lo doy y me hace señas al mueble para que espere mientras ella se dirige al almacén. ¿Que voy a hacer?... Mi familia me quiere eso no lo dudo pero se sentirán decepcionados ¿Y mis hermanos? Oh dios los voy a matar de la tristeza... No, ellos me matarán a mi por saber quién me embarazó. — Señora Ámbar aquí tiene sus medicinas. — la voz de la secretaria me saca de mis pensamientos. “Señora" hoy cuando entré era señorita, ahora soy Señora. Definitivamente el que ahora este embarazada cambia hasta la manera de referirse a mi. — Gracias Annette. Feliz día. — Igualmente. — dice ella sin prestar mas atención de la debida. Toca el botón para que se abra la puerta y tilín. Cuando escucho ese sonidito nada dulce, abro la puerta y salgo del edificio. Es un día cálido, Checo mi reloj y muestra las 15:46 he estado 2 horas en la consulta... ¿Ahora que hago? Por un momento lo pienso, hasta que decido irme caminando, total mi casa no queda lejos apenas unas 10 cuadras y así me da tiempo para pensar. Paso las primeras 6 caminando tranquilamente, sin agite ni apuro por la acera hasta que veo el parque, ese que mi padre me traía cuando estaba pequeña y al que los chicos y yo vinimos la tarde que supimos de mi situación de salud, recuerdo ese día «digo como olvidar cuando te dicen que tienes un corazón delicado que con cualquier maldito sustico se debilita y que te prohíbe hacer cualquier actividad física con la que soñaste hacer» si bueno como olvidar ese día. Ellos me sacaron de casa, me trajeron aquí y nos sentamos justo en este mismo banco al que ahora me siento hoy. Supongo que recordar me llevo inconscientemente hasta aquí, me siento y veo alrededor, hay pocos niños en los columpios acompañados de sus familiares, dos niñas riendo montón y un joven que parece ser el hermano mayor de ellas ayudándolas en el tobogán, veo el barco que me parecía enorme cuando estaba en esa edad y ahora se ven tan pequeño lleno de pelotas por dentro, un niño que está jugando con el timón diciendo que se dirigen al fondo del mar y nada más mirarlo me hace sonreír, me saca de mis pensamientos. Así estoy por un largo rato sumida en lo que observo a tantos niños jugando, están en su propio mundo y yo deseando volver a sentir eso, las caídas, los gritos de sorpresas, todo eso. Alguien se ha sentado junto a mi, mas no le prestó atención. Debo pensar en cómo decirle a mi familia tal vez... “Hey familia ya llegué de la consulta, la razón por la que no deje que nadie me acompañará hoy es porque no quería que se enteraran por otro, resulta que — Mmm ¡Hola! No esa no es la manera, piensa Ámbar piensa. ¡Ya! Primero llama al doctor pide una cita y ahí sí cuando tengas todas las indicaciones se los dices. Mejor presentar el problema y la solución al mismo tiempo. — Holaaa... Cojo el teléfono de mi bolso y busco la tarjeta que me dió Jesús... Estoy tan nerviosa que me tiemblan las manos cuando marcó el número. Tuuu, tuuuuu, tuuuuuu — Consultorio del doctor Étienne Di Maggio ¡Buenas tardes! Huy hasta que porfin. — Buenas tardes señorita para programar una cita con el doctor Di' Maggio. — Me indica su nombre por favor. — Si, claro. Mi nombre es Ámbar Cabano, soy paciente del doctor Jesús Mcquouid el me está recomendado. ¿Que día tendrá disponible el doctor? — Listo señora, el doctor la atenderá el día jueves a las 10 AM. Si necesita reprogramar la cita por favor indique con tiempo. El jueves, perfecto, pasado mañana. — Gracias señorita, el jueves es perfecto. ¡Lista la primera parte del plan! Pero me sabe mal no decirle a mis padres. Al fin y al cabo siempre han respetado mis decisiones... Claro, está es que si decido tenerlo existe la gran probabilidad de que muera... ¿Y si decido abortarlo?.. Nooo, no pienses en eso, no, tu no le harías eso al bebé que está dentro de tí, pobre pequeño que no tiene la culpa. — Ejemm holaaa ¿Mmm? Será para mi... Cuando volteo mi mirada hacia donde proviene el saludo, me encuentro con un par de ojos color miel que me observan detalladamente. OHHH demonios, estoy tan metida en mis pensamientos que el saludo iba para mí. — Hola, si ¿Necesitas ayuda? — es lo único que se me ocurrió decirle, ese par de ojos siguen fijos en mí y están logrando ponerme más nerviosa de lo que ya estoy. — Creo que la que necesita ayuda es otra. — me dice este chico, no tan chico. Se ve un poco mayor que yo pero muy guapo, cabello castaño, largo y rizado lo tiene sujeto con una goma tipo man-bun degradado, la camisa azul que tiene lo hace ver más de piel canela, lo detallo y pareciera como si hubiera ido a la playa recientemente con ese bronceado que tiene, anda con pantalón n***o y zapatos deportivos. Se nota que entrena o hará algo para que se le marquen los músculos así como los tiene. Nada más mirarlo ya intuyo como es “Casanova al cien, que digo al cien al mil porciento" — Mm no, creo que te equivocas. — al decir esto, agarro mi bolso y me voy parando del banco. — Espera, no lo dije a mal. Es que te veo desde hace un momento y te he llamado varias veces pero estabas como perdida. «Pérdida» ... Si, supongo que así es como me siento, perdida en un mar de dudas. — Si, disculpe tengo que irme ya. — debo llegar pronto a casa, si me tardo más empezarán a llamar y no les quiero mentir por teléfono. — Espera, solo quería preguntarte una cosa. ¿Estás bien? Que hechizo me causa su voz, denotaba una sincera preocupación en esas dos palabras. Pero ¿Por que? si es un completo extraño, no entiendo. Suspiré — Sí, estoy bien. No sé si fue mi suspiro, mi mirada baja o solo su empatía la que hizo que ese hombre se parará del asiento, caminara los pocos pasos que nos separaban, pararse justo en frente de mi hasta estar su cara en dirección a la mía y decirme — Hey no mientas — su tono de voz es dulce, suave y la tranquilidad con la que me habla me inspira confianza. — Llevo un rato observando y no creas que es porque soy un psicópata obsesionado — dijo guiñándome un ojo — No, es que te veo y tu mirada me dice que estás triste y tengo la necesidad de poner una sonrisa en esa cara tan bonita que tienes. No me toca, ni siquiera me roza pero siento como si me estuviera sujetando con fuerza. Es un magnetismo que me tiene aferrada al piso. — La verdad es que no, recientemente me enteré de una noticia que cambia por completo mi vida y la de mi familia. Woohaoo... ¿De dónde salió esa sinceridad tan repentina?.. Este completo extraño está haciendo que hable y si mucho esfuerzo. — ¿Quieres contarme? Tal vez pueda ser un simple extraño, pero puedo ser el extraño que necesites para desahogarte. No es solo su voz, es su mirada la que me hace confíar, hablar, desahogarme sin penas. — Que te parece si empiezo yo — me dice antes de que siquiera logrará abrir mi boca para hablar — Me llamo Jean Pierre De Lucca. — mi mirada extrañada hace que responda la pregunta que no hice — Si, lo sé. Mi familia es italiana pero yo nací aquí, aunque en ocasiones «dice en tono bajo acercándose a mi oído como si fuera un secreto» voy y los visito. — y colocándose en su misma posición anterior lo veo y vuelve a guiñar su ojo. — Bien ahora te toca a tí — me mira y sonríe. Es una sonrisa hermosa digna de ser la propaganda de la pasta dental. — Yo soy Ámbar Cabano — digo con una medio sonrisa. — Bien Ámbar es un placer conocerte. — Dice él encantado. — Lo mismo Jeeann... — Pierre — complementa — Vaya, tienes muy mala memoria Ámbar — comenta con una mirada entre dulce y socarrona. —Lo siento Jean Pierre, hoy tengo muchas cosas en mi mente y — Tranquila Ámbar ¿Que te parece? Ya no somos tan desconocidos. — dice mirándome alegremente — Dejarías que este hombre de 30 años, bien portado, de excelentes modales y buen dotado te invite un café allá — soltó haciendo señas con el pulgar al pequeño local que tiene detrás sin dejar de mirarme. — Lo siento, muchas gracias por tu invitación pero ya debo marcharme. Quizás otro día. — Vamos Ámbar, es solo un café. Así puedes contarme lo que quieras y no sé.. quizás... Sacarte más de una media sonrisa tal vez. Me quede perpleja, que tiene este hombre que quiera pasar un rato más con el. No, más bien, lo que quiero es posponer lo más que pueda mi regreso a casa. Si, es éso. — ¡Vale! ... Pero te lo cambio por un jugo. Su sonrisa fue más que esplendorosa, creo que me está gustando su manera de sonreírme. Quizás es su manera de sonreír pero hoy estoy muy sentimental y me hace sentir bien pensar que es por mí. Mientras vamos caminando hacia el local de jhon «el dueño» me va contando un poco más de él. Divorciado hace un año, trabaja en la WR1 el canal de radio aunque no me especificó su cargo y yo tampoco se lo pregunté, digo si me lo hubiera querido decir ya lo habría hecho ¿No? Sin hijos aunque quisiera, el resto de su familia vive en Italia específicamente en Florencia. — Jean, disculpa mi atrevimiento al preguntarte esto, pero si tú familia vive en Italia. ¿Por que sigues aquí? El se me quedó mirando por un rato, luego bajó su mirada hacia un lado sonrió y después regreso a mí. — Sigo aquí porque me gusta, aquí tengo una vida, amigos, personas importantes para mi, además, me fascina la cultura de este lugar y por supuesto ¡Las latinas me encantan! La cara de guasa que puso al decir esto último lo dejaba todo claro. Sin embargo, me sorprendí cuando agrego — Si soy completamente honesto contigo Ámbar, no me llevo muy bien con mi familia en Italia. Ellos abandonaron a mi madre a su suerte solo porque salió embarazada de mí cuando estaban de vacaciones aquí. Mi padre estuvo por un tiempo con ella antes de que naciera, aunque después dejó a mi madre por otra mujer, desde luego esa mujer le quito todo lo que podía hasta que mi padre murió. Luego de eso, sólo eramos mi madre y yo, ella lucho por mí estando sola, me dió su apellido y trabajo todo lo que pudo para que creciera sin que me faltará nada. Parecía que estaba rememorando su pasado tras su mirada al cielo. — cuando cumplí 4 años llegó un hombre que amo a mi madre, se enamoraron y se casaron. Hicimos una vida y de aquí ya no me voy. Es irónico, ahora que ella no está tienen sentimiento de culpa y quieren arreglar el problema que tuvieron con mi madre acercándose a mí, aunque eso ya no sirve de nada, por lo menos para mí no. Me miró al decir esto último, sus ojos se mostraron serios por un instante. — Soy unido a la familia de mi padrastro, son pocos pero los amo, esa si es mi verdadera familia. Al nombrarlos se le intensificó la sonrisa en su cara, dejándome totalmente descolocada al mirarla. Caminamos unos pasos más y siento que ahora me toca a mí hablar — Nosotros somos una familia de seis, mis padres, mis tres hermanos y yo que soy la más pequeña de los cuatro, el mayor es Connor, luego siguen Christian, Christopher y yo. Todos somos distintos pero cuando se trata de la familia somos muy unidos. Mi mamá es ama de casa y mi papá es contador. Nuestra conversación hizo que el camino se hiciera más corto al local, y cuando llegamos Jean Pierre me llevó a sentarme en una de las mesitas redondas que están situadas afuera. Mientras el iba por las bebidas yo me quede observando todo como si fuera la primera vez, me encanta este lugar siento que es algo mágico. Veo la puerta de vidrio que da entrada a la luz adentro, el minibar y el chico que atiende muestra su experiencia al hacer varios pedidos al mismo tiempo. En las paredes hay 3 mini pantalla plana que nos enseñan todas las bebidas, postres y demás que preparan ahí. Alrededor hay más mesitas redondas ocupadas por parejas y unas mesas más grandes que ocupan algunas familias, pero todos haciendo lo mismo, perdidos en sus conversaciones, se les ven felices pasando el rato aquí. Ojalá yo pudiera estar así en uno cuántos años, quizás celebrar el cumpleaños de mi hijo aquí, picar su torta rodeado de la familia y sus amigos... Darle todo mi amor y verlo crecer, ese sería mi mayor sueño en la vida. De repente siento como unas manos que ya se han despojado de las bebidas toman las mías que están reposadas en la mesa, sin apuro levanto mi mirada y busco al dueño de estas manos que se sienten tan protectoras tomando las mías. Es Jean Pierre, está parado justo a mi lado quien me toma, busca mi mirada y con una de sus manos limpia mis lágrimas, esas que no notaba que habían abandonado mis ojos. — Hey shhh no llores, no, no llores. — lo dice tan calmado que siento que me da fuerza. — Lo siento Jean, es que.. — No me pidas disculpas Ámbar, no tienes que. Solo es que no soporto verte llorar. — Pero porque me dices todas estas cosas si apenas me conocés. — le suelto tan bajito que no se si me habrá escuchado. — Te conozco, te llamas Ámbar Cabano, tienes la voz más dulce y la sonrisa más bonita que he visto en toda mi vida. —Je' Estás equivocado. No creo que te haya sonreído hoy ni una sola vez y mi voz... Bueno una voz común. Tardó un rato en responder, solo me miraba. Una mirada penetrante, intensa y desarmadora. Su dedo pulgar me acariciaba en dulces círculos la mejilla mientras su otra mano abandonaba mis manos para así ahora ambas sujetar mi cara. — Ámbar... No sé cómo pero, cuando te ví allí sentada en el banco no pude no ir hasta allá. Y cuando me acerque vi en tu mirada algo que llamó más mi atención. — ¿Que será? ¿Soledad? ¿Desilusión? — solté en tono agrio y burlón — Es solo que eres un hombre muy amable y empático que no puede dejar a una chica así. — le dije al cabo de un rato, al menos eso es lo que pienso ahora, a veces la primera impresión no es la correcta supongo. — No, no fué eso. — contesto y nos quedamos en silencio. Los dos volteamos la mirada y luego el se sentó en la silla al frente de mi. Pasaron dos mujeres cerca de donde estamos nosotros y una de ellas se le queda mirando con demasiado descaro digo yo, casi que desnudandolo con la mirada para ser exactos. Luego me ve y su cara es de mayor desagrado. Yo por mi parte no le hago ni el más mínimo caso la verdad hoy tengo otras cosas en mente, pero él parece si darse cuenta porque se acercó a mí y colocando sus codos en la mesita en modo de apoyo con una de sus manos me acaricia la cara y hace que lo vea directamente a él, ignorando todo lo demás. Me tiene totalmente descolocada, ese brillo en su mirada y su manera de actuar me confunden totalmente. No pasa mucho tiempo hasta que suelta mi cara y pasamos a tomarnos nuestras bebidas en un cómodo silencio. — Ámbar, quieres contarme que te pasa, puedo ser lo que necesites en este momento. Talvez un amigo, un confidente, un abrazo... — me mira de manera tierna y sonríe incluso mas bonito aún. — Mira que puedo seguir, puedo ser un aliado, un... — Siiiiii ya entendí. — respondo interrumpiendo sus palabras logrando mi primera sonrisa completa — Jean, no se que quieres lograr con esto. ¿Porque te empeñas en hacerme sentir bien? No me debes nada, hasta hace media hora eramos unos completos desconocidos. — Si, dijiste bien. Eramos unos desconocidos. Ya no. Y no es lo que crees, no intento sobrepasarme contigo. No me llamás la atención de esa manera. No sé si fue tranquilidad, asombro, tristeza o decepción lo que sentí al escuchar eso, pero como pude le pregunté. — ¿Ah no? Y de que forma llame tu atención. Si se puede saber. — este hombre me está enredando, que forma de mirarme, ¿Que es lo que quiere?... —Digo porque es que no entiendo que viste. — concluyo mostrándole una sonrisa sincera pero desganada. — A tí ... Te vi a ti. Te vi e inmediatamente mis pies tuvieron vida propia. Me encamine hacia donde estabas sin apenas darme cuenta. Hasta que te saludé y me ignoraste por completo. — contesto con honestidad. — Ohh.. No te ignore a propósito, la verdad es que no sabía que era para mí. Estaba pensando en... — y un completo silencio me tomo por sorpresa, de repente me quedé solo viendo su expresión que me inspiraba a continuar. — Sigue, anda. No me ignorabas, solo pensabas en... Oh diablos. Un suspiro de nuevo. Bueno al final no tengo nada que perder si se lo cuento. Que más da, luego de que le cuente no lo volveré a ver en mi vida. — Es una historia un poco larga y no te quiero aburrir. — Tranquila, nos quedan dos bebidas más y una torta de chocolate por comer así que toma todo el tiempo que necesites. — dice de la manera más natural, mientras la camarera nos trae una enorme torta de chocolate, la deposita en nuestra mesa y junto a ella dos cucharas, servilletas y dos batidos tipo frappé con fresas y crema. Esperamos a que la dependiente terminará de colocar todas las cosas que traía en la bandeja sobre nuestra mesa para empezar a hablar. En todo momento Jean Pierre no dejo de mirarme, solo se volteo para decirle a la muchacha un “Gracias" y regresar a nuestra conversación pendiente. Empiezo yo, tomando un pequeño trozo de la torta de chocolate que se ve riquísima, nada más verla se me hace agua la boca. Pocas veces me permito comer una de estas divinidades culinarias y hoy es uno de esos días, no porque este acompañada de este hombre corpulento, cara definida con una barba en forma de candado de lo más sexi y sonriéndome como si fuera para el lo más importante del mundo. No, si no porque en realidad necesito algo dulce en estos momentos. Meto el pedacito, que termina siendo un pedazote de pastel en mi boca y me deleitó con su sabor ¡Es demasiado rico! Me hace hasta cerrar los ojos y saborearlo lentamente hasta se me sale una especie de jadeo mientras lo pruebo. — Ámbar — es Jean Pierre quien me habla — si cada vez que vayas a probar el pastel haces eso, creo que te compraré más de uno con tal de escucharlo nuevamente. — vuelve su mirada penetrante en mí. Su comentario hace que habrá los ojos y me pierda en esa mirada seductora. Pero es hora de volver a la realidad, me pongo entre sería y nerviosa al mismo tiempo, hasta que no puedo más. — Jean Pierre... — volteo la mirada hacia un lado, esquivando así sus ojos color miel. — Estoy... Estoy embarazada. — listo lo dije y devuelvo mi vista a él para ver su expresión, pero no muestra nada, ni sorpresa, ni desconcierto. Nada. Sólo me escucha con atención y no dice nada. Bueno y que más podía esperar — Tengo unas 8 semanas más o menos, aún no he ido al ginecólogo. Lo puedo saber porque mi vida no es tan alocada como puede que lo creas tu. Pero ese no es el problema porque yo quiero a mi bebé aunque sea producto de.. de.. En fin, ese no es el problema. Su mirada, la misma que me estaba empezando a gustar ya. Me decía que estaba buscando la manera de hacer su siguiente pregunta. — Y... Mmm.. — tosió un poco buscando tiempo para hablar — ¿Cuál es el problema entonces? — me dijo sin más. — El problema es que desde que nací tengo una dificultad en mi corazón. — deje escapar una especie de suspiro para poder continuar — Sufro de insuficiencia cardíaca de clase funcional II. Jean Pierre se le notaba que no entendía nada de lo que le estaba diciendo, o lo tomo tan desprevenido mi declaración que parecía que estaba en shock. — No he tenido una vida común como otros, siempre he tenido que alejarme casi por completo de las... Emociones por así decirlo. Los sustos, las sorpresas, todo lo que pueda de alguna manera alterar mi corazón. Toda mi vida he estado distanciada de cualquier actividad física porque mi corazón no aguanta el ritmo. Me he visto limitada de hacer actividades con mi familia por eso mismo y lo odio. Aunque no puedo permitirme sentir esa clase de cosas pues me perjudica y es peor. Pero es así, lo odio. Odio no poder correr como una personal normalmente lo haría, no poder gritar hasta quedarme sin aire, no saltar la cuerda ni escalar la montaña, manejar bicicleta o ir a un concierto. Mi voz fue de la tristeza, a la ira y luego a la derrota. — Si sigo con mi embarazo existe la gran posibilidad que muera. Mi doctor dice que si tomo la decisión ahora puedo interrumpirlo, que soy joven y que puedo programar un embarazo con mayor cuidado más adelante que total soy joven. Pero es muy poco probable de que eso suceda. Y sabes que, la verdad no quiero. No quiero interrumpir mi embarazo, no puedo hacer eso. Desde que supe que estoy embarazada lo amo, amo a mi bebé. Pero no puedo negar que hay días en los que pienso que soy una egoísta irresponsable por tomar esa decisión. ¿Y si muero? igual no podré verlo, no podré criarlo, darle todo el amor que se merece. ¿Quien se ocupará de mi bebé si yo no estoy? Decir todas esas verdades me había dejado sin aire y tardé un rato en calmar mis ansias. Aunque fueron las palabras de aquel extraño las que me dieron la fuerza que me faltaba. — Ámbar no eres una egoísta irresponsable. Eres una mujer maravillosa con una vida injusta. — sentenció él, sintiendo en ese momento tener ante sus ojos, a la mujer más hermosa que jamás había visto. Hermosa tanto por dentro como por fuera, el la veía y se quedaba embelesado por su dulzura. Su carita redonda, labios pequeños y ojos color n***o profundo, su piel color canela, era una morena de pequeñas curvas y cabello liso que le llegaba a la mitad de la espalda. Esa mujer era digna de su admiración y su cuerpo lo atraía. Deseaba poseerla en más de una manera. Sin embargo, sus pensamientos pecaminosos fueron a segundo plano tras escucharla. — Jean Pierre no hace falta. — ¿No hace falta? — repitió el sacándolo de su ensoñación. — No, no hace falta que me digas cosas como esas solo para que me sienta bien. Silencio por un momento, aunque alrededor había bullicio. Conversaciones. Música de fondo. Para ellos solo existían los dos en ese momento. — Lo que te estoy diciendo Ámbar, es que eres la mujer más hermosa que he visto en la vida. Al decirlo en voz alta, Ámbar se quedó sorprendida por esa confesión. Tanto que no supo que decir, jamás en la vida le había dedicado palabras tan bonitas, bueno si, las veces que estuvo con el ese único mes, con un hombre del cual ya no sabía nada. Pero que este extraño le diga las cosas de frente, la desconcertaba en la misma medida que la conmovía. Por segunda vez se permitió ceder ante sus emociones, en su interior sintió cosquilleo, ese que te quema por dentro. Una sensación atmosférica que hace todo tu mundo de vueltas. Agarro sus manos y cerro los ojos atesorando las palabras que este le había dicho. No decía nada, pero sus acciones lo dijeron todo. Pureza Temor Ilusión Para Jean Pierre, más que confesión, fue una revelación. No quería dañar el momento, viéndola así, tan pequeña, sensible, tan llena de inocencia. En ese pequeño momento sintió tanto amor, que no pudo más y se levantó.
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