Anita tiró a un lado varios sujetadores y bragas bastante cutres; finalmente exclamó: "¡Ahí está! ¡Vale, sí! ¡Oye, Clea, tienes que cerrar los ojos!". ¡Guau! Y cuando me dijo que abriera los ojos, estaba allí con algo que seguro no la había visto comprar. Como fuera, era n***o, vaporoso y se ceñía provocativamente a sus sensuales curvas. Supongo que tendría que llamarse un body, bueno, ¡al menos lo que quedaba! No solo no tenía entrepierna, sino que estaba cortado, dejando también sus pechos al descubierto. Y, como si no fuera ya una pasada, estaba adornado con una cadena de plata que conectaba con un collar de gargantilla monísimo. Bueno, sí, tenía una idea bastante clara del efecto que ese atuendo tan asqueroso causaría en un pobre chico desprevenido. ¡Oye, claro que sabía el efecto que

