Se tropezó Elisa en el trayecto. Escuchó al hermanito levantarse. —¡Hermana! —exclamó. Elisa se puso de pie y continuó caminando hacia afuera. No logró llegar. Un líquido espeso y abastecido de numerosos colores pastel salió de su boca. La puerta recibió el primer disparo. La arcada lastimó la garganta de Elisa. Trató de recomponerse; una segunda arcada le sobrevino. Esta vez logró depositar el vómito en una maceta cercana a la entrada. La planta aromática quizás tendría nutrientes extra que provenían del vómito, o quizás esta se secaría a causa de tanta inmundicia que cayó sobre ella. Nunca se sabía cómo reaccionarían algunas plantas. El hermanito llegó hasta ella y la tomó de la cintura y la espalda para sostenerla. Elisa apenas se daba cuenta de que tambaleaba. Y poco después, en la

