—Honestamente, me alegra bastante que lo tomes así. Y la verdad no había pensado demasiado en eso de las clases, no es que lo haya olvidado, pero un día lo comprenderás cuando algo te quite tu tiempo tanto que dejes de lado muchas cosas que te importan. No le daré más vueltas hermanito, pienso que debemos de tener un horario fijo para las clases. ¿Qué piensas? —Por mí está bien, hermana —admitió Alex. —Lo del horario lo hablamos ya después de la clase de hoy, todavía no tengo muy claro que horario sería el mejor, pero probablemente sea por las noches, y no será tampoco todos los días. Ya que me desocupe un poco, ya veríamos la posibilidad de practicar todos los días. —¿Todos los días? —preguntó sorprendido Alex, y el pene se le puso duro solo por escuchar esas palabras tan definitorias.

