La primera vez que sucedió Elisa no supo cómo reaccionar, simplemente se quedó callada. Luego dedujo que lo mejor era no hacer nada. Después empezaron ciertos toqueteos. Primero Jorge le tocaba el hombro a Elisa, de manera casi paternal. A veces, al darse los buenos días, Jorge le repartía algunas palmadas en la espalda y la «sobaba». En esas circunstancias Elisa se movía para romper el contacto. Lo mismo hizo en una ocasión particularmente incómoda. Aquella vez el jefe intentó cruzar un límite al tomarla de la cintura antes de entrar a una reunión con personas importantes. Elisa se zafó, pero ya no pudo reclamarle porque de otro modo se crearía un problema de imagen ante aquellas personas y se arruinaría el negocio. Entonces a Elisa pensó en soluciones para el problema que se le present

