María sonrió y se quedó pensativa. —Ya veremos —dijo María finalmente. Y entonces, Alex se vio envuelto en un abrazo inesperado. María estaba sobre él rodeando su cuerpo con sus brazos. Ella era más alta que él y de cuerpo más robusto, por lo que Alex tenía la sensación de estar envuelto. —Gracias por querer ayudarme. Ahora comencemos —dijo María separándose de Alex. María arrastró una de las cajas más grandes hacia las faldas de la cama. —Ven acá —dijo María—. Siéntate del otro lado de la caja. —¿No es más rápido que cada quien busca en una caja? —preguntó Alex. —No, no lo es —aseguró María con una sonrisa. Alex no pareció turbado por la declaración de María, tan solo se encogió de hombros y metió una de sus manos en la caja que, enseguida, descubrió que contenía tanto libros como

