En la Isla de Mykonos, Aquiles con la firme idea de llevar a cabo su plan de buscarle un prometido, y consecuente esposo a su hija, Léa, además de haberle encomendado tal labor a Adere, su otra hija, a diario, en la mañana y al final de la tarde, comenzó a asistir a las principales cafeterías de la localidad con el fin de observar desde la distancia entre los asistentes cuál de los jóvenes pudiera reunir físicamente el perfil que él ha dispuesto debe cumplir el hombre que ha de encargarse de cuidar de Léa y de sus bienes de fortuna. Desde hace un mes que Léa estuvo de visita en la Isla para la apertura del testamento de su madre, no la ha vuelto a ver, más que por video-llamadas que eventualmente Léa le hace en las noches que no se deja absorber por las responsabilidades del último semest

