Introducción

1327 Words
Las zapatillas femeninas sonaron en las baldosas mientras caminaba insegura, nerviosa y sobre todo intranquila, ansiosa a la vez no sabía bien en lo que se metia solo quería cumplir lo que su padre la obligó a hacer siempre ha detestado que su padre tratará de emparejarla con alguien pero no se puede negar, ama a la persona que ofreció un contrato por ella.   Su único amor de secundaria del cual pensaba que fuera un cliché sí un día llegaban a tener un tipo de relación aparte de la que tenían, donde solo era ignorada, se siente indefensa al estar en la casa de esa persona, nerviosa sintiendo el sudor resbalar en su frente, un frío sudor, vuelve a morder su labio tratando de no sonar tonta cuando lo tenga enfrente.   Detalla la sala principal en donde se encuentra mirando lo oscura que es al ver los grandes ventanales cubiertos por unas inmensas cortinas que no dejan que el sol radiante decore la sala, oscura sin vida eso le da miedo, su mente solo le da a saber que hacer esto y estar allí esta mal, pero aunque quiera salir huyendo no puede algo la deja atrapada en esas cuatro paredes, el sonido de alguien hace que se asuste pero aún voltea notándose neutra, no quiere demostrar que está asustada de estar ahí, de ver a esa persona que pensó nunca ver.   Vio sin algún disimulo al sujeto el cual tanto amaba y soñaba como la examinaba sin ninguna discreción sintiéndose pequeña notando que hace lo mismo que el pero por una extraña razón ella se siente intimidada por la presencia del chico que era el solitario de la secundaria que no quería ser popular aunque sin su consentimiento lo era, no era el chico que siempre se mostraba en las películas más bien era él distante el amigo del popular pero ese no era el caso para el, solo le llamó la atención al notar que él apenas le hacía caso era el chico malo pero a la vez era un chico bueno aunque no lo dejara ver.   Todo lo que siempre quería en alguien él lo tenía, él solo la hacía suspirar y lograr ponerla nerviosa hasta el punto de acabarse las uñas.   Su gran valentía se fue al borde del abismo, repasó su lengua por sus labios sintiendo sus nervios que la carcomían por dentro. Su aire se fue de su sistema al momento que él empezó a avanzar hacia ella, logrando que su alma se fuera de su cuerpo.   Cada paso que daba hacia atrás cada paso que él avanzaba hasta dejarla sin escapatoria, la tenía acorralada y eso a él le gustaba de alguna manera su corazón cobró vida al verla indefensa ante él.   La joven tragó duro antes de mirarlo a los ojos notando lo oscuros que estaban, algo que le encanto al no tener los ojos azules o verdes como todos los chicos que conoció, no, él los tenía de un color avellana llegando a dejarla con el corazón completamente frenético cuando apenas los posaba en ella y ahora que esos claros ojos están atentamente mirándola a ella con el punto de que su corazón esté a punto de salirse de su pecho la vuelve un manojo de nervios.   Nunca había sentido una mirada así sobre ella, nunca permitió que un hombre estuviera así de cerca de ella a como él lo está, a excepción de su antiguo novio, sintió la respiración tranquila de él mientras la de ella estaba acelerada, encontrándose nerviosa a cada segundo que los ojos de él la miran devorandola. La falta de aire la llega a intranquilizar impidiéndole al sujeto que siga con su cercanía poniendo sus manos en su pecho alejandolo de ella para tratar de recuperar todo su aire perdido.   El toque sobre la tela hace que queme en la piel del hombre logrando que algo de ella le llamara la atención al provocar que su piel se encienda de esa forma por esa simple razón aún y cuando ella no a tocado su piel sino el saco que trae puesto. Una respuesta lógica no logra estar en su mente permitiendo que él mismo se pregunte el: ¿porqué ella provoca eso en él aún sin tocarlo directamente?.   Un aire frío lo invadió logrando que reflexionara y diera pasos hacia atrás alejándose de su nuevo juguete, el silencio se vuelve más espeso logrando una incomodidad ante las dos personas.    Los dos tratan de decir algo pero sus mentes no los dejaban salir de sus pensamientos, los dos se habían sentido extraños por esas sensaciones.   Matthew aclara su garganta dignandose a hablar llamando la atención de su juguete la cual levanta su visita nerviosa; — Que bueno que hayas llegado, ya estaba perdiendo la cordura...tus cosas ya están en nuestra habitación —. Al decir esas palabras la chica se queda algo pensativa, notando que no tendrá su privacidad como pensaba siente la mirada de él sobre ella y se mueve incómoda en su lugar bajando su mirada al sentirlo tan espeso.   — ¿No tendré una habitación para mí sola? —. Levanta la vista y se encuentra con la sonrisa de Matthew algo malévola sintiéndose aún más intimidada y pequeña.   — No, eres mi esposa legalmente... —. Las palabras que dicen caen sobre ella sin condolencia sintiéndose mal por ello hasta ser capaz de interrumpirlo.   — Yo no he firmado nada  —. El hombre enojado por el comportamiento agarra su cabeza sobando sus sienes, no le encanta que lo interrumpan y ella lo a hecho, la agarra de la cintura invadiendo su espacio personal, las manos de ella sudán ante eso y sus mejillas se tornan rosaceas, él se acerca aún más a su rostro provocando que su aliento choque en su mejilla, sonríe sin mostrar sus dientes al ver el gesto de sus mejillas tierno pero borra su media sonrisa al notar su comportamiento raro. La agarra con aún más firmeza.   Mientras las piernas de ella flanquean provocando que se agarre con fuerza de él sintiendo una oleada de cosquillas en el estómago.   — Creo que sabes muy bien en qué consistía esto como para estar preguntando algo absurdo, desde el día en que firmaste el contrato, desde ese día estamos casados, deja de hacer ese tipo de preguntas y deja de interrumpirme cuando habló —. Dura unos minutos admirando el cuello de su joven esposa para después dejar un beso en este, sonriendo ante lo hecho al sentir como se tensa y se aleja para ver las mejillas encendidas en un rojo explosivo, sonríe de medio lado al notar lo que provoca ella en él y mete sus manos en sus bolsillos ocultando lo que le ha provocado en cuestión de pocos segundos. — La cena estará lista a las ocho en punto ni un minuto más, Ágata se hará cargo de ti pídele lo que quieras a ella y no me interrumpas mientras estoy trabajando —. Sus palabras le calan al sentirlas tan llenas de algo que nunca conoció en su vida y ese sentimiento de cosquilleo se va nuevamente. Asiente un poco apartando su visita y mira a su alrededor sintiéndose aún incómoda. — Estas como en tu casa si algo no te parece cambialo a tu gusto —. Dice antes de irse.   Ve de reojo como se va y cuando desaparece, corre hacia las ventanas y tira fuertemente de las cortinas espesas las cuales escondían unas cortinas más transparentes y suaves permitiendo que dejen pasar un poco el sol, sintiéndose complacida ante ese nuevo ambiente, y notando apenas a todos los hombres que se encargan de la limpieza los cuales están parados en sus respectivos lugares por cualquier cosa que se pida. Hace lo mismo con las otras tres cortinas y sonríe al ver el lugar más lleno de vida.   Sintiéndose en ese momento en un lugar más cómodo y menos intimidante.    
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