Sara observó el rostro de Eros durante un momento antes de que ella decidiera decirle todo. —Mi mamá no era como ellos. Era como tú. Una campesina, como la llamaban los Lexington. Con los errores más pequeños, tenía que sufrir. Cometió un pequeño error una vez. Accidentalmente derramó jugo en uno de los grandes y poderosos negocios del abuelo en ropa de la esposa de su socio —Sara pronunció cada palabra lentamente mientras la culpa de Eros crecía. Levantó la cabeza y volvió a mirarla—. A la abuela le gusta castigar a la gente. Ponte de rodillas y quédate afuera toda la noche, inclínate cien veces, muere de hambre durante tres días, siéntate bajo el sol en el caluroso verano durante horas —Sara estaba en trance, su mente viajaba de regreso a los pasillos del pasado. Los recuerdos eran dol

