Mientras trenzaba el cabello de Gretta, apenas podía seguir la conversación que estaba teniendo con Louis mientras bebíamos en mi cabaña. Yo formaba parte de la charla, pero mi mente estaba en otro lugar. Estaba en el huerto, donde Daniel y yo habíamos compartido un beso electrizante más temprano ese día. Sabía que era una mala idea besarlo, pero lo hice de todos modos. Parecía que por fin ambos habíamos aceptado que no podíamos ser solo amigos. No hacía falta decirlo en voz alta. Cada vez que estábamos juntos, nuestras emociones y hormonas se apoderaban de nosotros. No podía mantener las manos quietas, y él tampoco. La atracción entre nosotros era única. Éramos como dos imanes siendo atraídos el uno hacia el otro constantemente. —¡Anna! —exclamó Louis, devolviéndome al presente de golp

