PRIMER DÍA

1697 Words
El teléfono repicó en la oficina de Joonam Leng. Había sido un día bastante complicado, su asistente y él habían estado trabajando sin parar. Se sentía exhausto, pero no era capaz de dejar sus responsabilidades a un lado. Se mantenía revisando los documentos que estaban esparcidos sobre su escritorio mientras Lily corría a atender aquella llamada. – Señor Leng –lo llamó su asistente en cuanto regresó a la oficina– han llamado del consejo, enviarán un nuevo ingreso. – ¡No puede ser! Pensé que ya no enviarían a nadie más, eso acordamos. – Señor –Lily mostraba un rostro serio, lo que confundió a Joonam– es… es un caso especial –el hombre suspiró. Si algo odiaba eran los “casos especiales”. Siempre le traían problemas y un sinfín de preocupaciones. Joonam quería gritar de la rabia que sentía. Ya era demasiado trabajo el que traía encima como para que le agregaran aún más y de paso, con condiciones especiales. Aquel sitio no era tan simple de manejar como sus superiores creían. – ¿De qué se trata? –preguntó Joonam resignado. – Es un ángel –la respuesta de su asistente lo confundió. – ¿Cómo un ángel? –Lily no dijo nada más, solo apretó los labios con ansiedad. Ella también estaba llena de dudas– ¿Una de esas criaturas puras e inocentes con alas blancas y brillo místico? –preguntó casi en sarcasmo. Su asistente asintió. Él abrió los ojos por la sorpresa– ¿cómo termina un ángel en un lugar como este? – Acabando con la vida de un montón de policías –explicó Lily en voz baja. Joonam abrió aún más los ojos por aquella declaración. – Supongo que no es tan dulce e inocente después de todo. De todas las personas que habían ingresado a aquel lugar durante su cargo, este ángel era el que más curiosidad le causaba a Joonam. Sin embargo, no tenía mucho tiempo para pensar en ello, ya que Lily le había dicho que venía en camino, así que debía preparar todo para recibirle. Dos horas después, Joonam observaba una caravana de escoltas y policías llegar junto al ángel. Resultó ser una chica morena de ojos claros y cabello ondulado. Le sorprendió descubrir que se trataba de una mujer y además, parecía ser bastante joven. De hecho, al abrir la carpeta que Lily le entregó en ese momento y dar un vistazo rápido a los documentos, confirmó que la chica solo tenía 18 años. Cerró la carpeta y se la devolvió a su asistente para luego respirar profundo antes de mirar a la cara del ángel en cuanto estuvo frente a él. Aquellos ojos color miel lo atraparon por completo, aun cuando estaban llenos de tristeza, sintió que su corazón se saltaba un latido apenas los vio. Supo de inmediato de qué se trataba, pero no podía permitirlo, iba contra las reglas, no solo las impuestas por sus superiores sino también por sí mismo. El tener algún tipo de relación amorosa con uno de los habitantes de ese sitio no estaba permitido, Joonam lo sabía y se sentía increíblemente frustrado en ese momento. El universo se estaba burlando nuevamente de él. Había pasado siglos escuchando historias sobre los Hanyagur, las criaturas que estaban destinados a ser la pareja de vida de seres como él, aquellos únicos capaces de calmar la sed y castigo eterno al que se enfrentaban los vampiros de su especie, hoy finalmente se encontraba de frente con la suya y le había tocado descubrir que también era la única chica, a la que no podía tener. – Acompáñenme –exclamó en tono serio a los presentes. Los policías asintieron para luego caminar detrás de él obligando a la chica a avanzar con ellos. La joven iba esposada de manos y pies por lo que su caminar era más lento. Tampoco ayudaba que los policías junto a ella, de vez en cuando, la empujaran para intentar que caminara más rápido, pero ésta continuaba con su calmado andar. No parecía importarle nada y era algo que le llamó la atención a Joonam. La chica actuaba como un muñeco sin vida y él necesitaba saber por qué. Su interior le quemaba por el deseo de consolarla y quitarle todo ese dolor que la albergaba, pero no podía. No podía abrazarla y besarla como su corazón le pedía a gritos. Debía controlar todas esas emociones. – Señor –lo llamó Lily en un susurró cuando se detuvieron frente a un pequeño edificio. Joonam le hizo una seña para que callara y esta así lo hizo. La confusión invadió la mente de Lily. Ese no era el lugar que habían decidido para aquella chica. Después de los crímenes que le habían dicho que había cometido, debían llevarla a una de las zonas de mayor seguridad, sin embargo, se encontraban en frente del edificio menos custodiado de la ciudad. La única excepción que habían hecho con respecto a los inquilinos de aquel lugar, había sido bajo un acuerdo por parte de Joonam con el consejo, pero Lily sabía que ese no había sido el caso de esta chica, entonces ¿Por qué la llevaban ahí? – ¿Tienes las llaves del apartamento D-4? –preguntó Joonam a su asistente. Lily abrió los ojos asombrada, pero no dijo nada, solo asintió. En todos los años que tenía trabajando para él había aprendido que su jefe siempre tenía la razón. No era solo porque él lo dijera o lo creyera así, sino porque realmente Joonam parecía nunca equivocarse en sus decisiones. Además, de alguna manera lograba que todos obedecieran a las órdenes que daba. A veces creía que tenía un poder especial para hacer eso, porque realmente no lograba explicar cómo lo hacía. Lo único que sabía es que si él pedía que ese fuese el nuevo hogar de la chica, debía haber una razón para ello y ella no tenía por qué contradecirlo. Los policías susurraban quejas entre ellos. Todos esperaban que la joven fuese encerrada en un calabozo oscuro y frío, pero a medida que ingresaban en aquel edificio y subían las escaleras, menos complacidos se sentían de que ese fuese el castigo de la chica. La rabia se notó en el rostro de muchos de ellos cuando llegaron finalmente al apartamento D-4. – ¿Esto es una broma no? –reclamó uno de los policías a Joonam. Él solo lo miró en silencio mostrando un rostro serio– ¿Acaso no sabes lo que ésta loca hizo? –insistió el hombre con furia. Joonam continuaba observándolo sin inmutarse. – Quítenle las esposas –ordenó sin dejar de ver al hombre, este resopló con rabia. – El consejo dijo… –comenzó a elevar la voz el policía, pero Joonam lo interrumpió. – Aquí mando yo –exclamó con un tono fuerte que hizo que el hombre sintiese miedo– Aquí se hace lo que yo digo, así que puedes ahorrarte tus palabras. – Mi compañero murió por culpa de ella –dijo tajante, pero bajando la voz. El hombre lucía bastante nervioso ante Joonam que seguía de pie frente a él observando cada uno de sus movimientos. – Lo sé. Sé muy bien lo que hizo y recibirá su castigo… pero no será como tú quieres. No tienes autoridad en este sitio, así que confórmate con saber que cumpliste con tu trabajo –el policía lo miró con rabia, pero no se atrevió a decir nada, parecía que aunque lo intentara, las palabras no le salían, era como si algo impidiese llevarle la contraria a Joonam– Quítenle las esposas –ordenó nuevamente en un todo más fuerte que el anterior. Los policías corrieron a obedecerlo y liberaron a la joven que permanecía con la cabeza agachada. Joonam había notado que ella ocultó su rostro en el momento en que aquel policía había hablado de su compañero. Una pequeña lágrima se había derramado de aquellos ojos color miel que lo habían cautivado. Él sabía muy bien que ella no era el monstruo que le habían descrito, después de todo, era un ángel. Una criatura como ella era incapaz de tener un corazón tan cruel. Además, aunque Joonam no lo dijera, una de sus pequeñas habilidades era saber las verdaderas intenciones de cada ser, podía percibirlas fácilmente y también manipularlas. Era así como lograba controlar a todos a su alrededor. Con los años había desarrollado sus talentos a tal punto que podía hacer que todos hicieran lo que él quisiera, pero era su pequeño secreto, pues si alguien se enteraba, no tenía duda de que él sería quien terminaría encerrado, pues posiblemente muchos le temerían y él no quería eso, a pesar de todo, no había oscuridad dentro de él y estaba más que seguro, que tampoco lo había dentro de aquel hermoso ángel. – Caballeros, pueden retirarse –ordenó a los policías presentes quienes en silencio se limitaron a obedecer– Señorita Starring –llamó a la joven, esta elevó su rostro y lo miró. Por primera vez en mucho tiempo apareció un pequeño brillo en los ojos de aquel triste ángel. Lorena sintió su corazón latir como nunca lo había hecho cuando su mirada se cruzó con la de aquel hombre y eso la confundió. Permaneció en silencio observando al jefe de aquel lugar que había estado intentado ignorar desde que había llegado. Cabello corto, ojos oscuros y ligeramente alargados, tez blanca, alto y con una musculatura prominente que saltaba a la vista incluso debajo de ese traje serio y formal. Lorena no podía dejar de verlo. Era el hombre más hermoso que había visto en su corta vida. – Mi asistente Lily Dreath –continuó Joonam presentando a la chica junto a él– ella se encargará de explicarle todo lo que necesita saber mientras esté aquí. Por favor póngase cómoda y no dude en informarnos si requiere de algo– terminó de explicar mientras se daba media vuelta y caminaba hacia la salida bajo la atenta mirada de Lorena, pero al llegar al marco de la puerta se volteó para decir unas últimas palabras– Señorita Starring… Bienvenida a prisión.
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