Juliana Muñoz
Demetrio me mira fijamente, intento zafarme, pero no puedo.
—¿En serio tu esposo folla tan bien como se jacta? —pregunta apretándose más a mi cuerpo.
—¡Eso a ti no te importa! —casi le grito en su cara, pero bajo pronto la cabeza por que notó sus intenciones de querer besarme.
El ríe.
—¿Ya te has olvidado de lo bien que la pasábamos juntos? —pregunta en un tono amargo.
Siento pena por él, lo hace porque se siente herido.
—Demetrio entre tú y yo no existe nada más que el recuerdo, siempre fui directa contigo, no te humilles más, al único hombre que quiero es a mi esposo, Álvaro.
Puedo ver el fuego en su mirada que lo consume por dentro.
—Juliana, es que, que me has hecho que no puedo dejar de pensar en ti, quiero que seas mía de nuevo —gruñe, choca sus labios con los
